Los ojos apagados de Isabel brillaron por un momento, pero luego se volvieron hoscos durante un rato mientras reflexionaba sobre su relación con Asher Carpio. Luego dijo:
—No lo sé.
Sólo sabía que se sentía muy contenta cuando estaba con Asher, aunque no era una persona muy hogareña. Tampoco era detallista, pero era muy fiable, lo que la hacía sentirse segura y tranquila.
—Calessia, ¿crees que hay vida después de la muerte? —preguntó Isabel. Antes no lo creía, pero ahora empezaba a tener esperanzas.
—Si lo hay, deseo poder conocerlo antes y pasar mis días de juventud con él, darle hijos y vivir mi vida con él —dijo Isabel en voz baja mientras su voz comenzaba a quebrarse. Ya no podía ocultar sus emociones. ¿Pero quién tiene una vida sin remordimientos?
—Vi algo en Internet que decía —Calessia se agarró a la mano de Isabel:
—La actual esposa de un hombre era alguien que enterró en la vida anterior. Así que eso significaba que, como enterró al abuelo, se convertiría en su marido en la siguiente vida y le devolvería su bondad hacia él.
Isabel reflexionó un rato antes de entender lo que dijo Calessia y se echó a reír:
—¡Eres un niño inteligente!
Permanecieron allí tres días y estaban a punto de marcharse al cuarto día cuando conocieron a Arturo.
—¿Has estado limpiando este lugar? —preguntó Calessia. El lugar estaba muy limpio cuando llegaron. Aunque nadie se alojaba allí, era obvio que alguien debía limpiarlo con regularidad. Arturo vivía cerca y tenía algunas conexiones con la familia Carpio. Debería ser él quien mantuviera el lugar.
—Sí, lo había hecho.
Arturo admitió, pero tenía curiosidad por saber qué hacía ella aquí y preguntó:
—¿Por qué has venido de repente?
—A mi abuela le gustaría echar un vistazo —respondió Calessia.
Arturo comprendió que, debido a la edad de Isabel, no podía estar segura de cuándo iba a fallecer. Hacer un viaje tranquilizaría su corazón.
—¿Cuántos días piensas quedarte? —preguntó Arturo.
Calessia respondió:
—Ya nos habíamos quedado unos días y nos estamos preparando para irnos.
Arturo asintió:
—Acabo de llegar de Ciudad C. Si hubiera sabido que venías, habría vuelto antes.
Se fijó en la bolsa que llevaba Calessia y le preguntó:
—¿Te vas ya?
Tenía la intención de devolver el coche antes de tomar un taxi al aeropuerto. Ahora, con la oferta de ayuda de Arturo, se ahorraría algo de tiempo. Así, se subieron al coche de Arturo.
En el camino, Arturo preguntó:
—¿Tienes intención de volver a Ciudad C?
—No —respondió Calessia.
—Entonces... —Arturo volvió a preguntar:
—¿A Ciudad B?
Calessia asintió.
—Bien, hazme saber si necesitas algo.
Arturo se ofreció.
Conocía la situación entre Calessia y Arturo. Reflexionó un momento y luego dijo:
—Una persona que te ama nunca te haría daño. Alguien que sí lo hace no dudará en hacerte daño.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!