Juan agachó la cabeza y se rió sin poder evitarlo.
Cuando se sirvió el café, Calessia preguntó a Juan:
—¿Quieres un poco de leche con eso?
—Me gusta disfrutar del sabor amargo y aromático.
Juan agitó suavemente el café y preguntó:
—¿Lo tomas con azúcar y leche?
Calessia no tocó el café, lo miró y respondió:
—Antes le añadía azúcar porque me parecía demasiado amargo. Luego, poco a poco, prefiero tomarlo negro.
Quizás fue el año en que se recuperó en el extranjero tras su roce con la muerte. Muchos de sus hábitos habituales cambiaron durante ese tiempo.
Tomó un sorbo de café y comentó:
—El café sabe aún más fino en su forma original.
—No me gusta que sea demasiado espeso e intenso.
Juan era una persona agradable y complaciente. Buscaba un matrimonio que le diera una vida sencilla y no una llena de emociones y sorpresas.
Calessia sonrió:
—¿No te gusta el sabor intenso?
—No —respondió Juan.
—Te invitaré a comer mañana.
Tomó otro sorbo y luego sonrió cuando dejó la taza.
Juan se dio cuenta de esto y dijo:
—Creo que no estás haciendo nada bueno.
—¿De verdad? —Preguntó mientras seguía sonriendo descaradamente. Ella pensó:
—Debe haberse dado cuenta.
—Sí.
Juan era un hombre inteligente. Sabía que no le permitiría pagar por ello o quizás le llevaría a comer algo extraño. Entonces dijo:
—De acuerdo, debes darme un capricho y no echarte atrás.
—Parece que tu lenguaje está mejorando —comentó sorprendida Calessia.
Juan sonrió:
—Gracias, he estado aprendiendo.
Gael entró en la cafetería y la señora sentada junto a ellos se levantó rápidamente y gritó:
—Sr. Sánchez.
Gael miró y frunció el ceño cuando pareció darse cuenta de algo. Su móvil sonó en el mismo momento y era Lautaro quien le llamaba.
—Señor Sánchez, esta señora es la hija del dueño del Grupo Collazo. Se graduó en una renombrada universidad y hace tiempo que se encariñó con usted...
—¿Así que me has mentido? —Gael le interrumpió fríamente antes de que Lautaro pudiera terminar.
Después del trabajo, Lautaro le dijo que tenía algo que discutir con él y le pidió que se reuniera con él en este café. Gael pensó que Lautaro le iba a confesar lo que le ocultaba, pero no esperaba que Lautaro le tendiera una trampa con esta señora.
—Qué quieres. Voy a pedir.
dijo Doria mientras daba la vuelta al menú.
—Cualquier cosa servirá.
Gael miró hacia Calessia para averiguar la relación entre ella y Juan.
—Vamos.
Calessia se puso de pie mientras Juan miraba a Gael y aceptaba:
—De acuerdo.
Salieron del café.
—¿Qué ha dicho el médico? ¿Es temporal o permanente? —preguntó Juan.
—No tengo nada que ver con sus asuntos. No estoy seguro. ¿No has visto que ahora tiene su propia vida? —Dijo intencionadamente. Gael comprendió.
Gael se quedó sentado en su sitio. Pensó en ir tras ellos pero no sabría qué decir.
De repente, también se levantó y salió.
Doria se sobresaltó y corrió tras él mientras lo llamaba:
—Sr. Sánchez...
Gael no le contestó, salió del café y subió al coche.
—Sr. Sánchez... —Doria salió corriendo pero llegó un momento tarde. Ya había partido en el coche.
Calessia y Juan no caminaron mucho y cuando el coche de Gael pasó junto a ellos, Gael les echó otra mirada y luego el coche se alejó a toda velocidad.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!