Lautaro sintió que estaba haciendo lo correcto por Gael.
Gael se fue de la cafetería a un hospital y no se lo dijo a Lautaro. Como su asistente personal, Lautaro normalmente estaba al tanto de su agenda. Sin embargo, esta vez no le dijo a nadie su movimiento e incluso apagó su teléfono móvil.
El médico le examinó y le comunicó su diagnóstico:
—Tienes amnesia. Según mi examen médico, tuviste un traumatismo craneoencefálico —dijo el médico mientras miraba los resultados de las pruebas.
—¿Se puede tratar? —preguntó Gael.
—Se puede, pero habría que operar.
El médico añadió:
—Pero el riesgo es bastante alto.
Cualquier operación cerebral era arriesgada.
—Hazlo.
Simplemente dijo. No necesitaba recordarlo todo, pero quería recordar quién era esa mujer. Tenía que recordar.
—De acuerdo, me encargaré de llamar al neurocirujano del hospital, que se ha formado en el extranjero, pero que no volverá al país hasta la semana que viene. Concertaremos una cita para la semana que viene y sólo entonces podrá elaborar un plan y un calendario de cirugía. ¿Es esto aceptable?
Era demasiado tiempo para Gael, pero no tenía otra opción que esperar.
—De acuerdo, pero hazlo cuanto antes.
Gael quería operarse rápidamente.
Gael salió del hospital.
Volvió a su casa que fue arreglada por Lautaro después de su regreso a Ciudad C. Ahora era una zona nueva. Antes vivía en el lado norte de la ciudad y ahora estaba hacia el sur. Se trató intencionalmente de darle un ambiente totalmente nuevo.
Había una señora en la casa cuando Gael volvió a casa. Llevaba un vestido rojo y el pelo recogido en una coleta. Estaba cocinando en la cocina. Calessia lo había hecho cuando esperaba a que Gael volviera a casa de la oficina.
Quedó aturdido momentáneamente y la escena de una dama vestida de rojo le resultó muy familiar, pero no pudo recordarla.
—Tú eres...
Ella se dio la vuelta y él empezó a fruncir el ceño.
—¿Cómo has entrado y por qué estás aquí? —Preguntó fríamente.
—Por favor, váyanse.
Doria se puso junto a la mesa y le miró:
—Por favor, dame una oportunidad, además...
Toc, toc... Alguien llamó a la puerta.
Gael abrió la puerta y había dos guardias de seguridad. Les pidió a los guardias que hicieran salir a Doria. Ahora, Doria estaba inquieta y pensó:
—¿No dijo Lautaro que a Gael le gustaría que ella hiciera esto?
—Gael, he hecho esto porque me gustas. Te has pasado si haces esto...
Gael permaneció indiferente y tranquilo.
Bajo las instrucciones de Gael, los guardias de seguridad sacaron a Doria del local. Nunca le habían faltado el respeto de tal manera. Estaba furiosa.
Gael se sentó en el sofá, llamó a Lautaro y dijo fríamente:
—Ven inmediatamente.
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