¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 1060

Calessia pensó que estaba alucinando. Preguntó incrédula:

—¿Qué has... dicho?

Juan no podía sofocar el deseo que llevaba dentro y su corazón latía con fuerza. Ni siquiera podía hablar con la claridad y la calma que solía hacerlo. Su corazón estaba tan agitado como un lago que se agita:

—Yo... Yo...

No sabía de dónde había sacado el valor para decir lo que anhelaba. Sin embargo, cuando recobró el sentido común y se enfrentó a Calessia con sobriedad, tuvo miedo de volver a decirlo.

Calessia se rió:

—Estaba segura de que había escuchado mal. Cómo es posible que hayas dicho que querías besarme...

Después de todo, Juan no era una persona coqueta.

El corazón de Juan latía más rápido y estaba perdido. Su mente era un caos, sin saber lo que estaba haciendo o lo que iba a hacer.

—No me has oído mal.

Calessia se quedó helada.

—Tú... um...

Sus palabras no pronunciadas se ahogaron dentro de un beso lleno de afecto. Sus labios fueron tomados por dos labios cálidos. Y en el momento en que él besó sus labios, el corazón de Juan se agitó incontrolablemente.

Estaba tan sorprendida que sus pupilas vibraron y hasta se olvidó de reaccionar.

Estaban tan cerca que Juan podía incluso ver la delicada pelusa de su cara y oler el tenue aroma de su cuerpo. Su aliento se volvió más caliente mientras rodeaba su cintura con los brazos, y luego la besó tierna y profundamente.

Calessia recobró el sentido común y lo apartó de inmediato. Inquieta, abrumada e incrédula, dio dos pasos atrás para distanciarse de Juan.

Juan se sonrojó ligeramente:

—Yo...

—¡Sé que no lo decías en serio! —Calessia no tenía ni idea de lo que iba a decir Juan. De todos modos, fuera lo que fuera lo que iba a decir, ella no lo escucharía, no fuera que se sintiera avergonzada.

—Lo entiendo —No se estaba tranquilizando, pero sabía que Juan probablemente actuaba así por su cuerpo. En circunstancias normales, no habría actuado así.

Ella le puso la ropa en el sofá en los brazos:

—Cámbiate de ropa. Te llevaré al hospital.

Calessia se dio cuenta entonces de que le habían quitado la bata empapada y que su fuerte pecho quedaba expuesto a sus ojos, aún cubierto de cristalinas gotas de agua. Estaba medio tumbado y no había ni un gramo de grasa en su estómago, mientras que más abajo estaba la ropa interior que acababa de ponerse...

Su cara se sonrojó de repente y se dio la vuelta.

Luego dijo avergonzada:

—¡Juan, no esperaba que fueras un pícaro!

Juan parpadeó y preguntó:

—¿No eras tú el que miraba mi cuerpo? Yo soy el que está en desventaja, ¿no?

Calessia se quedó sin palabras.

No era como si le hubieran dado un afrodisíaco, sino como si su personalidad hubiera cambiado.

—Veo que ya estás bien —Con eso, se dirigió hacia la puerta.

Juan se levantó y la abrazó por detrás:

—No te vayas.

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