¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 113

Cuando los pies de Álex tocaron el suelo, inmediatamente se quitó los pantalones.

Flavio se dio la vuelta instintivamente.

Álex sacó en secreto el teléfono de Flavio e intentó marcar el número de Alain mientras observaba sus movimientos.

Tenía buena memoria y era especialmente sensible con cosas como los números, así que lo tenía en mente después de verlo.

Nada más presionó dos números, Flavio dijo de repente:

—Date prisa.

—Vale.

Álex presionó rápidamente el número de teléfono.

De repente Flavio se dio la vuelta. Afortunadamente, Álex se movió rápido y guardó el teléfono. Luego continuó sosteniendo su barriga para fingir que se sentía incómodo.

—Álex.

—Sí…

Álex se agarró de la tripa y gimió de dolor.

—Si me caso con tu mamá, ¿te parece bien?

Flavio preguntó tentativamente.

«¡Para nada bien!».

No quería que se casara con su mamá, preferiría que su mamá estuviera con el rompecorazones que con él.

Pero no podía decir eso. Álex parpadeó.

—Me parece bastante… bien.

Álex sintió náuseas hablando en contra de sus pensamientos.

—¿De verdad?

Flavio todavía esperaba ser reconocido por los dos niños.

Si no fuera porque no le quedaba otra, tampoco quería usar estrategias tan despreciables.

Nunca pensó en lastimarlos, solo quería esconderlos y amenazar a Cynthia para que se casara con él. Cuando se casaran con éxito.

Los llevaría de regreso sanos y salvos.

—Bluagh...

Álex sintió que estaba a punto de vomitar.

Flavio le provocaba náuseas, encima le preguntó si era verdad.

«¡Cómo va a ser de verdad!».

—¿Qué te pasa?

Flavio se acercó y Álex agitó la mano rápidamente.

—No te acerques. Simplemente me siento incómodo porque no puedo hacer caca.

—Entonces puede que la razón de tu dolor de barriga no sea porque quieras cagar.

Flavio al final se acercó.

—Volvamos, encontraré algún sitio para que te miren a ver.

—¿Qué sitio?

Álex tragó saliva.

Evidentemente, no tenía intención de dejarle volver.

De lo contrario, diría regresar a la ciudad, pero dijo que buscaría un sitio.

Las palpitaciones de Álex se aceleraron, hasta ahora no había tenido la oportunidad de hacer una llamada de pedir auxilio.

«¿Qué puedo hacer?

¿Qué puedo hacer?

¿Qué puedo hacer si mi abuela y mi hermana están realmente en peligro?».

Estaba sudando en la cabeza por ansia, de verdad se parecía un poco al sudor frío que rezumaba por estar dolorido.

—No, nada.

Flavio balbuceó para dar una explicación.

—Quiero decir que cuando volvamos a la ciudad, te llevaré al hospital.

—Vamos.

Flavio extendió la mano para tirar de él.

Álex rápidamente se negó.

—Voy a levantarme los pantalones, no me mires.

Fingió estar tímido.

Flavio sonrió.

—Yo también soy hombre. Además, ya lo he visto antes. Cuando eras niño te cambiaba los pañales.

—Pero ahora soy mayor.

Álex se abrazó las piernas con fuerza, el teléfono todavía estaba escondido en sus brazos. Si Flavio se acercaba demasiado, definitivamente lo descubriría.

—Está bien, apúrate.

Flavio no se acercó más, se dio la vuelta.

Álex sacó el celular. Cuando quería seguir llamando, de repente sonó el celular. Quiso colgar, pero entró en pánico. Entonces el teléfono se cayó al suelo. Sus palpitaciones se aceleraron rápidamente, su nerviosismo estaba a punto de estallar.

Era demasiado tarde para recogerlo.

Flavio se dio la vuelta y se quedó mirando el teléfono en el suelo con los ojos entrecerrados, se preguntaba por qué su teléfono estaba en sus manos.

—Yo...

Álex quiso explicar, pero no encontró un argumento, porque era una prueba evidente que el teléfono se cayó de su mano.

No podía explicarlo.

—Me has estado mintiendo, no te duele la barriga. Tampoco me abrazaste porque tienes una buena relación conmigo, sino porque deliberadamente quisiste robarme el teléfono.

Flavio se le acercó paso a paso.

Álex nunca había visto a un Flavio tan espantoso, por lo que no pudo evitar subirse los pantalones con ambas manos para retroceder.

—No te acerques.

Flavio recogió el teléfono. Álex se escapó mientras se inclinaba.

Sin embargo, no había caminos en el bosque.

No llegó a dar unos pasos para que Flavio lo atrapara y lo tomara en brazos.

—¿Qué dijiste?

Álex no tenía tiempo para explicárselo.

—¡Date prisa en huir!

—Isabel, no escuches sus tonterías, todo es un malentendido...

¿Un malentendido?

Los ojos de Isabel se enrojecieron, estaba temblando de ira.

—He visto con mis propios ojos que has maltratado a Álex, ¿cómo va a ser un malentendido?

De repente, sus ojos se agrandaron exageradamente y se enrojeció por completo. Estaba más que airada.

Pensó que Flavio estaba actuando de manera rara, y efectivamente, ya no era el de antes.

—¡Corre!

Álex estaba más que ansioso.

Isabel no se movió con Alessia en brazos, no podía dejar a Álex solo.

—Doctor Flavio, podemos decir las cosas a buenas.

Su cuerpo no podía dejar de temblar.

Estaba extremadamente asustada.

—Ya no existe esa posibilidad.

Desde que Cynthia descubrió su intención esa noche, ya no le quedaba otra. Solo podía seguir por el mal camino hasta el final.

Por la felicidad de su hermana, por el beneficio de su familia, y por él mismo.

Solo podía seguir equivocándose.

¡No le quedaba otra!

—Olvídame, ¡¿quieres que nos atrape a todos para amenazar a mamá?!

Álex rugió con fuerza.

Las lágrimas de Isabel cayeron.

¿Cómo iba a dejar tirado a un niño?

Alessia no sabía qué estaba pasando, solo parpadeó.

—Abuela, ¿qué le pasa al hermanito?

Isabel miró a Alessia en sus brazos, y pensó que no podía dejar que los atraparan a los dos.

Al menos tenía que proteger a uno y luego venir a salvar al otro.

Se echó a correr con Alessia en brazos.

Flavio tiró a Álex al auto y quiso perseguir a Isabel, pero Álex lo abrazó del brazo.

—¡Suelta!

Álex no lo dejaba ir de ninguna manera.

Como le habían visto el lado más malvado que tenía, Flavio perdió por completo su habitual dulzura y agarró a Álex por el cabello.

—Aunque se hayan escapado, todavía te tengo a ti, ¡tu mamá estará dispuesta a cambiarte por ella!

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