Yaiza parecía saber el motivo de su visita. Era consciente de que ese día llegaría tarde o temprano, pero no esperaba que llegara tan pronto.
—¿Y a ti qué te importa de qué me rio?
Ella reprimió su risa.
Mauricio de repente sintió que esa mujer parecía una loca.
—¿Dónde está Cynthia?
Un sonido lúgubre vino de la oscuridad.
—¿Cómo iba a saber dónde está?
Yaiza sonrió con los labios curvados.
—¿Qué pasa? ¿No la encuentras? ¿No se habrá escapado con algún hombre?
Antes de que terminara sus palabras, sintió el pasar de un fuerte viento, entonces un par de garras le estranguló el cuello fuertemente, dejando que las palabras sin terminar se le quedaran atrapadas en su garganta.
Apenas podía respirar, su cara estaba enrojecida por el sofoco.
—Dime dónde está.
Sus ojos estaban enrojecidos a causa del dolor que sentía porque no se dio cuenta de la desaparición de Cynthia ni actuó a tiempo para protegerla.
Viendo la ira que mostraba Alain por Cynthia, Yaiza quiso reír.
Sin embargo, la risa forzada que produjo solo era un sonido áspero y desagradable.
Alain aplicó más fuerzas en sus garras, arrebatando la única forma que tenía de respirar. ¡Tenía una pinta de que la estrangularía hasta morir si no dijera lo que él quería saber!
Mauricio notó que el asunto no iba bien, parecía que la iba a estrangular hasta que muriera.
Se apresuró a persuadir:
—Ahora lo más importante es encontrar a Cynthia. Ella es la persona clave del caso. Si muere, ¿a dónde iríamos a buscar?
—¡Si muere, perderemos todas las pistas para encontrar a Cynthia!
Al ver que no soltaba, Mauricio siguió persuadiendo.
Alain había perdido la cordura, pero aun así pudo comprender las palabras de Mauricio. Sabía que lo más importante ahora era encontrar a Cynthia.
Por lo que la tiró a un lado sin piedad. El cuerpo de Yaiza cayó sobre los escalones, su frente golpeó en las esquinas produciendo un dolor, sintió que un flujo cálido estaba deslizando hacia bajo por su frente.
Cuando el oxígeno de nuevo estaba a su alcance, abrió la boca para respirar hondo.
Mauricio no le dio tiempo para aliviar el dolor de la asfixia, directamente la levantó y la arrojó al auto.
—Veré si tu terquedad supera a mis estrategias de sacar las palabras.
Mauricio había interrogado a todo tipo de prisioneros, no pensaba que era incapaz de sacar información a esa mujer.
Mauricio se subió al auto rápidamente.
—Yo conduciré.
No se atrevía a viajar en el coche de Alain, daba demasiado miedo.
El rostro de Alain estaba sombrío, no dijo nada, ahora solo quería encontrar el paradero de Cynthia lo antes posible.
—Oficial Mauricio.
Justo cuando Mauricio estaba a punto de llevarse a Yaiza, Gabriel salió de la casa.
—¿No crees que es inapropiado llevarte a la señorita de la familia Haba de esta forma? ¿Qué ley ha infringido? Al menos tienes que mostrarme las pruebas.
Estaba cabreado porque Yaiza no paraba de provocar problemas, pero si no hiciera nada ante su detención, la familia Haba estaría perdiendo respeto ante la gente.
No vino porque le preocupaba la seguridad de Yaiza, sino que temía que la familia Haba quedara mal.
—Presidente Gabriel, ten la seguridad de que no detendré a ningún inocente por error y, por supuesto, tampoco dejaré escapar a ningún culpable. En caso de que me equivoqué deteniendo a tu hija, vendré a disculparme contigo en persona.
Dicho eso, Mauricio pisó el acelerador, entonces el auto pasó junto a él como un viento fuerte y rápidamente desapareció de su vista.
Eurobio estaba de pie al lado de Gabriel.
—¿Nos traerá problemas esta vez?
Estaba inseguro.
Gabriel también estaba inseguro.
—Ve a averiguar el motivo de esta vez.
Parecía que ya no le quedaban ni fuerzas para ponerse enojado.
—Vale, lo averiguaré lo antes posible.
Después de hablar, Eurobio entró en la casa para cambiarse de ropa.
Por otro lado, Yaiza fue llevada a la sala de interrogatorios.
Una bombilla de luz blanca fluorescente se situaba en el techo. En la habitación poco espaciosa había una mesa, Yaiza estaba inmóvil en un extremo de esta.
Mauricio le mostró el video de ella visitando a Samara:
—¿Para qué has ido a visitarla?
—La persona que aparece lleva una mascarilla, ¿por qué dices que soy yo?
Yaiza estaba sorprendentemente tranquila.
Mauricio se burló.
—Nuestros técnicos han hecho análisis, está comprobado que la persona que aparece eres tú.
Pero después de escuchar las palabras de Mauricio, todavía le puso un poco de ilusión.
Sus manos se apretaron inconscientemente y su voz tembló.
—¿Qué te dijo?
Mauricio sonrió.
—Sólo me das pena.
—Es obvio que saliste con Alain primero, ¿por qué has llegado hasta tales circunstancias?
Sí, obviamente conoció a Alain primero, ¿por qué llegó a ese punto?
—¿Has oído hablar de un dicho?
Mauricio preguntó.
—¿Qué dicho?
—Si no quieres que la gente se entere de lo que has hecho, simplemente no haberlo hecho. Al principio tenías posibilidades de hacer que se enamore de ti, pero tus maquinaciones te han llevado a acabar así. Él puede tolerarte una, dos, o incluso tres veces, pero la toleración tiene su límite. Una vez que te hayas pasado de su límite, te dejará sin pensarlo.
—¿Qué es lo que quieres decir?
El rostro de Yaiza cambió.
—Quiero decirte que hay que ser bondadosos. No importa lo hermosa que te veas, si eres malvada por dentro, nadie apreciará lo hermosa que es tu apariencia.
Yaiza se rio como una loca.
—Mauricio, no me vengas con eso, ¿no solo me has dado tanto rodeo para sacarme información sobre Cynthia?
Mientras lo decía, miró el monitor instalado en la pared. Sabía que Alain debía estar monitoreando todo lo que pasaba en la habitación y que debía poder escucharla.
Ella miró el monitor pronunciando palabra por palabra:
—No sé dónde está. Incluso si lo supiera, no te lo diría. Le odio, desearía que muriera. Tal vez, ahora ya está muerta.
Mauricio frunció el ceño.
—No aprecias el poco respeto que te he dejado, ¿verdad?
Yaiza se rio.
—¡No tienes pruebas, te demandaré si te atreves a hacerme algo!
—Yaiza, qué poco me conoces.
Mauricio también puso una expresión fría.
¡Plam!
¡La puerta de la sala de interrogatorios se abrió de repente de una patada!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!