Álex yacía en sus brazos, sintiendo claramente su pecho tembloroso.
Lo abrazó, ya sea que amase a mamá o no, la ansiedad y la culpa que sentía en ese momento no eran falsas.
—Vamos a buscarla.
Alain le hizo mirar a sus ojos y preguntó:
—¿Vamos?
—Vamos.
Álex respondió sin dudarlo.
—Pero ¿y mi hermana? Si mamá no está, yo no estoy, seguramente creará problemas.
Álex estaba preocupado.
—Papá.
Alessia apareció de repente, al ver a Alain salió corriendo de la habitación a toda pastilla, estiró los dos bracitos carnosos, blancos y tiernos y abrazó con fuerza las piernas de Alain.
—Papá.
Inclinó la cabeza hacia atrás, haciendo pucheros con su boquita rosada y dijo:
—Papá, ¿puedes dejar a mi hermano y abrazarme?
Al hablar, la pequeña parpadeaba con los ojos agrandados.
—Mi hermano es un hombre y ya no necesitas ser abrazado, puedes abrazarme.
Álex.
—...
Alain se puso en cuclillas y sostuvo a la niña en sus brazos. La pequeña llevaba un vestido rosa, la hicieron una coleta, tenía pelillos en los laterales, se podía ver claramente su frente y sus ojos grandes y hermosos. Abrazó a Alain de cuello con fuerza y se frotó la cara con la suya.
—Papá, has vuelto, ¿por qué no estaba mamá contigo? Hace unos días que no la veo, aún no nos hemos separado tanto tiempo, la echo de menos.
Alain miró a lo lejos y abrazó a las dos cabecitas, puso su voz lo más suave posible y dijo:
—Os llevaré a buscarla.
—¿De verdad?
Alessia estaba un poco emocionada.
—¿Mamá está jugando al escondite con nosotros? Entonces la vamos a buscar.
—Sí.
—¡Qué emocionante!
El cuerpecito excitado de Alessia se retorcía en sus brazos y Álex no era tan optimista como ella.
—Qué bueno es ser una pequeña.
Alessia escuchó eso y giró la cabeza para mirarlo.
—Solo naciste unos minutos antes que yo, no eres mucho más mayor que yo. Incluso, la abuela dice que sobras.
Álex frunció el ceño y su carita se arrugó diciendo:
—La abuela dijo que tú sobrabas, ¿de acuerdo?
En ese momento Isabel salió de la casa, con un delantal puesto y puso las manos frente a ella.
—Entrad, ya es hora de comer.
—Abuela, a que el hermano sobraba, ¿cierto?
Para demostrar que sus palabras eran ciertas, Alessia preguntó adelantando a Álex.
Parecía como si quien hablaba primero, tenía la razón.
La mente de esa pequeña se podía entender de un vistazo, era mucho más simple que la de su hermano. Isabel se rio y bromeó con ella:
—Tú eres la que sobras.
Alessia ya no estaba contenta e hizo pucheros con su boquita.
—¿Por qué mi hermano no sobraba? Es tan... odioso...
Le quitó los brazos de papá.
¡Lo odiaba!
Isabel miró a Alain antes de hablar.
—Porque al principio tu mamá solo tenía un bebé en el vientre, pero luego descubrió que había otro, ¿no sobraba el último?
Alessia dijo poco convencida.
—Ese debería ser Álex, el hermano mayor sobra.
—Pero mi hermano nació primero...
—Me da igual, en fin, mi hermano sobra.
Alessia era una descarada, abrazaba con fuerza el cuello de Alain y actuaba como un bebé:
—Papá, a que mi hermano sobra, ¿verdad?
Alain la levantó y acarició su pelo diciendo:
—No sobráis ninguno.
—Vamos, entra a cenar.
Isabel cogía a Álex de la mano.
—Voy a llevarme a los dos, Cynthia los echa de menos.
Aprovechando el ambiente animado en ese momento, Alain le dijo a Isabel que los llevaría a fuera.
Isabel aceptó:
—Genial.
Aunque tenía presentimiento de que algo andaba mal, pensó que se preocupó demasiado.
Al ver a los dos niños, especialmente a Alessia, les gustaba tanto Alain. Isabel sintió que, si él podía formar una familia con Cynthia, sería mejor dejar que ellos cultivasen relaciones juntos.
—¿Cuándo regresarás?
Preguntó Isabel.
Alain no sabía cuándo la iba a encontrar, así que dijo:
—No hay un tiempo específico, quiero llevarlos a jugar, para que no me molesten, no contactaremos con gente dentro de la nación.
Isabel asintió:
—Está bien, ¿cuándo vais a ir?
—Esta noche.
Preguntó Alessia, inclinando la cabeza hacia arriba.
Mauricio se agachó y miró atentamente a la niña, era blanquita y sus ojos brillaban, sobre todo cuando parpadeaba como estrellas titilantes. Extendió la mano para pellizcarle su carita y quedó atrapado antes de que sus dedos la tocaran. Levantó la cabeza y vio el rostro helado de Alain.
Mauricio se quedó estupefacto.
—Sólo quería pellizcarle la cara. Aunque tengas una hija, no puedes ser tan tacaño, ¿no?
Jugar con los niños, ¿no era de tocarle el pelo, pellizcarle la cara, abrazar y besar?
Además, aún no la había ni abrazado ni había besado.
Alain le apartó la mano.
—No la toques con tus manos.
Alessia era una niña, si la gente siempre la tocaba, especialmente cuando un hombre le toca la cara, a Alain le molestaba bastante.
Abrazó a su hija y cogió a su hijo de la mano.
—Si ya está todo preparado, nos vamos.
Mauricio se quedó allí con expresión aturdida, se miró las manos, que no estaban sucias, ¿por qué era tan tacaño?
Se apresuró a seguirlos.
—Alain, tengo que hablar contigo.
Él no era un pervertido, ¿por qué se defendía de esa manera?
—Entiendo que cuides muchos de tus hijos, al tenerlos tan tarde, pero no puedes ser tan tacaño...
Alain miró hacia atrás.
—¿Qué dice? ¿Que soy viejo?
Mauricio contestó rápido:
—Para nada.
Pero en el interior criticó, tenía treinta y pico casi cuarenta, ¿aún no era viejo?
Él se acercó.
—Cuando tenga un hijo, ¿hacemos un matrimonio concertado?
Mauricio pensó en su corazón, si no le dejaba ni tocar, cuando tuviera hijo y que se casase con tu hija y sería la nuera de su hijo.
Sería su nuera.
Jaja.
El rostro de Alain se hundió de repente.
Mauricio reaccionó rápidamente y corrió hacia el coche, antes de que Alain actuase.
Alessia parpadeó y preguntó:
—Papá, ¿qué es un matrimonio concertado?
Alain.
—...
Alain acarició el cabello de su hija y la abrazó al interior del coche.
—Son tonterías.
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