¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 196

La dependienta volvió a mirar a Cynthia cuando hablaba. No veía lo elegante que era el vestido que llevaba. A sus ojos, sólo era un vestido combinado con unas pantuflas desechables de hotel en los pies. Encima tenía marcas de chupetón que Alain le había dejado en el cuello. La dependienta se burló:

—¿Eres prostituta? ¿Cuánto cobras por noche? ¿Cuántas noches tienes que trabajar para pagar un conjunto de ropa?

Cynthia se quedó sin habla.

Frunció el ceño, la expresión de su rostro era tensa, las palabras de la dependienta realmente la enfurecieron.

Ella solo vino a comprar ropa, se preguntaba por qué se encontró con una persona tan rara.

«¡Encima me ha llamado prostituta sin ninguna razón, esto es una humillación!».

Pero su educación le impidió soltar insultos a gritos.

—Por favor, o me sueltas inmediatamente, ¡o llamaré a la policía!

La voz de Cynthia era extremadamente fría, como el hielo invernal, transmitiendo un aura escalofriante.

La dependienta se sorprendió por un momento, no esperaba que una prostituta tuviera un aura tan impactante, pero pronto se calmó, ¡pensó que estaba fingiendo!

—¿Crees que me da miedo de que llames a la policía?

La dependienta levantó la cabeza.

—Esta es la Ciudad Blanca. Siempre que mi prima le diga algo al presidente Arturo, la policía le dará respeto al presidente Arturo. ¡No digas tonterías y saca el dinero, de lo contrario no te irás a ninguna parte!

Encontrarse con una persona así no se podía razonar, encima era difícil de perderla de vista.

Cynthia temblaba de ira, «¿Cómo puede haber una persona tan irracional en el mundo?».

—He dicho que saques el dinero.

Al ver que Cynthia no se movía, la dependienta extendió la mano para agarrar su billetera. Justo cuando estaba a punto de tocar la billetera de Cynthia, el guardaespaldas que había estado vigilando afuera finalmente sintió que algo andaba mal, entró corriendo y empujó a la dependienta.

La persona que escogió Mauricio era muy buena combatiendo. La dependienta se cayó con su empujón de poca fuerza. Instintivamente quiso agarrar algo para no caerse, pero tiró una hilera de perchas, haciendo que toda una fila de perchas se cayera al piso produciendo un ruido.

El trasero de la dependienta tocó el suelo y sintió dolor por la caída. Le mostró enojo al guardaespaldas que entró corriendo.

—¿Quién eres? ¿Cómo te atreves a comportarte así aquí? ¿No aprecias más tu vida o qué?

Mientras lo decía sacó su móvil para llamar a su prima.

—Prima, ven a la tienda, alguien está destrozando nuestra tienda.

El guardaespaldas frunció el ceño y sacó su celular para llamar a Mauricio, diciendo que Cynthia estaba en problemas.

Mauricio parecía en tensión, se preguntó si Flavio apareció.

Miró a Alain, que estaba jugando con sus hijos, y se acercó rápidamente.

—Cynthia está en problemas arriba.

Alain le devolvió la mirada.

—¿Acaso Flavio se ha impacientado y ha aparecido?

Mauricio supuso.

Alain tomó a su hija en brazos con una mano y tomó a su hijo con la otra para caminar hacia el elevador. Mauricio lo siguió rápidamente con algunos guardaespaldas juntos.

Tan pronto como llegaron arriba, encontraron a Cynthia a través del escaparate de una tienda de ropa.

—Mamá está ahí.

Alessia señaló a Cynthia que estaba dentro de esa tienda.

—La vi.

Alain respondió a su hija.

Mauricio estaba un poco confundido, «¿Qué está pasando?».

Después de entrar a la tienda, encontró que el interior estaba hecho un desastre.

—Mamá.

Álex corrió y abrazó la pierna de Cynthia.

—¿Por qué tardas tanto en comprarte ropa? Por cierto, ¿qué ha pasado aquí?

—La vi agarrando y tirando de la señora con intención de hacerla algo, entonces no me controlé dándole un empujón, directamente se cayó arrastrando toda la ropa al suelo.

El guardaespaldas se acercó para explicar, como estaba parado afuera de la puerta, desde su perspectiva, cuando la dependienta fue a agarrar la billetera que Cynthia tenía en la mano, parecía que la estaba golpeando, por eso entró corriendo.

Alain tensó su mirada, su rostro hermoso trasmitía una frialdad. Miró a Cynthia y preguntó:

—¿Te has hecho daño?

Cynthia negó con la cabeza y dijo que estaba bien.

La dependienta notó que algo andaba mal, «¿Por qué hay tanta gente? ¿Esta persona la llamó señora?».

Sin embargo, la persona más poderosa de la Ciudad Blanca era Arturo, ella nunca había visto a esa persona.

Pensando en eso, tuvo coraje de nuevo.

—No pretendáis asustar a la gente, que no os tengo miedo. Toda esta ropa se ha ensuciado cayendo al suelo por vuestra culpa, ¡tenéis que compensarlo!

Cynthia ya se había dado cuenta de su irracionalidad, ahora ya no quería perder más tiempo con ella.

—Calcula cuánto es todo, te lo pagaré.

La dependienta frunció los labios antes de decir groserías:

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