Cynthia estaba aturdida por la fiebre, no entendió lo que Alain dijo, solo se quedó tranquila con la frase «no te haré nada».
Alain le quitó el suéter. Su piel delicada estaba mojada. Se notaba que tenía frío porque su cuerpo temblaba, no paraba de mover su cuerpo, tratando de encontrar un lugar cálido. Alain miró sus mejillas enrojecidas por la fiebre. El cabello húmedo pegado a las mejillas parecía a cuando el sudor empapaba el cabello en el proceso de estar haciendo el amor apasionadamente, lucía tan seductora como si estuviera agotada por el sexo.
Alain se sintió acalorado. Si Cynthia no estaba enferma, esta vez seguramente no aguantaría más.
Respiró hondo, apartó la mirada y la cubrió con la colcha.
Ella sintió un poco de calidez después de quitarse la ropa, tomó la iniciativa de envolverse bien con la colcha.
Alain encendió la calefacción de la habitación, recogió la ropa del suelo y la arrojó al baño. Una vez cerrada la puerta del baño, llenó la bañera, se quitó la ropa, se dio un baño y se puso ropa limpia. Salió con una toalla seca en una mano y se secó el cabello con la otra. Caminó hasta la cama. Tiró la toalla que secaba el cabello sobre la mesa, luego secó la cara y el cabello de Cynthia con la toalla seca que traía.
Luego del baño caliente, su cuerpo recuperó la temperatura, solo así se atrevió a meterse en la cama y abrazarla debajo de la colcha.
Cynthia sintió la temperatura de su cuerpo y se metió en sus brazos con la cabeza enterrada en su cuello como un gatito.
Alain estaba inmóvil, con los músculos tensos. El cuerpo suave y desnudo de Cynthia estaba frotando contra él, eso lo ponía cachondo.
No era una persona sin fuerza de voluntad, pero su fuerza de voluntad no era nada delante de esa mujer.
Cynthia estaba aturdida y no sabía en qué estado se encontraba. Solo tenía frío y quería encontrar un lugar cálido para quedarse, este lugar cálido era el abrazo de Alain.
Sus manos no paraban de moverse porque descubrió que este lugar cálido llevaba una capa de algo que le molestaba y quería quitar esa capa.
Alain bajó la cabeza y miró sus manos inquietas que intentaban quitar su bata, entonces sus ojos se oscurecieron.
Tragó saliva y dijo con voz ronca:
—Si no te quedas quieta... Me temo que no podré controlarme más.
«Solo soy un humano, por favor no me pongas a prueba así».
Cynthia no escuchaba nada de lo que decía, solo quería acercarse a esa «cosa» cálida.
De mala gana, Alain agarró su mano en movimiento.
—Mmm...
Al ser atrapada, se sintió incómoda, frunció el ceño y sus manos luchaban.
—Mmm, suéltame...
—Te puedo soltar, pero no sigas moviéndote.
Alain aguantó el incontrolable deseo que invadía su cuerpo.
—Si me tocas de nuevo, no aguantaré más. Me dará igual si no estás consciente, a malas te lo haré de nuevo cuando estés consciente.
Tal vez Cynthia dejó de moverse por sus palabras. Alain soltó sus manos porque ella dejó de moverse.
Alain la miró, podía escuchar su respiración tranquila.
Alain se quedó sin palabras.
«¿Se ha quedado dormida?».
Él parpadeó.
«¿Tan rápido? Si pensaba no aguantarme más. ¿Ahora resulta que se quedó dormida?
¿Después de ponerlo cachondo se quedó dormida?
¿Así sin más?».
¡Toc, toc!
—He traído al médico.
La voz de Mauricio llegó desde afuera de la puerta.
Alain se levantó de la cama y arropó a Cynthia en la colcha, su cuerpo estaba completamente envuelto, solo su cabeza estaba expuesta.
Al verla tranquila, Alain fue a abrir la puerta.
Junto a Mauricio había un médico con gafas y un botiquín en la mano.
Alain no los dejó entrar de inmediato.
Mauricio sabía que Alain tenía sus preocupaciones, entonces dijo:
—Fui a buscarlo en persona.
Quiso decir que era de confiar.
Entonces Alain giró su cuerpo de lado y dijo a la ligera:
—Adelante.
—Está en la cama.
Alain caminó hacia la cama, el médico lo siguió, puso el botiquín sobre la mesa, sacó el termómetro y apretó el botón cuando lo acercó al oído de Cynthia, así podía medir rápidamente la temperatura corporal.
Puso la medicina en la boca de Cynthia, pero debido a que era demasiado amarga, ella lo echó para fuera.
Alain no supo qué decir.
—Pórtate bien, toma la medicina.
Alain tomó otras dos pastillas, esta vez Cynthia ni siquiera abrió la boca, solo murmuró:
—Sabe amargo.
La medicina era amarga.
Sin más remedios, Alain se metió la medicina en la boca para dárselo con la boca.
Cynthia giró la cabeza y quiso empujarlo. Alain le agarró la cabeza para que no se moviera, usando su lengua metió la medicina a su garganta. Cynthia sintió como si algo estuviera pegado incómodamente en su garganta, quería vomitarlo, pero no lo conseguía, así que solo pudo tratar de tragarlo. Sin agua era dificultoso hacerlo, sintió que la pastilla se le pegaba al esófago.
Alain tomó un sorbo de té de jengibre para dárselo con la boca, esta vez Cynthia cooperaba porque quería beber agua.
Pronto, consiguió tragar sin problema las pastillas.
Alain le dio toda la taza de té de jengibre de esa forma.
Luego la acostó de nuevo con la colcha encima.
Después de beber el té de jengibre, todo su cuerpo se calentó, se movió un poco para encontrar una posición cómoda y continuó durmiendo.
Alain se sentó junto a la cama un rato, al verla entrar en sueños profundos, se levantó y salió de la habitación.
Mauricio estaba afuera. Al ver salir a Alain, preguntó:
—¿Está mejor?
—Acabo de darle la medicina...
—Busco al presidente Alain.
—Lo siento, no se permite la entrada a personas ajenas, usted no puede entrar.
La voz de Arturo y el guardaespaldas llegó desde el ascensor.
—¿Arturo?
Mauricio miró a Alain.
El rostro de Alain estaba sombrío, «Ha venido a tiempo, Arturo me tiene que dar una explicación con este asunto».
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