¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 267

Realmente había mucha gente. Afortunadamente, la entrada y la salida no se situaban en el mismo lugar, no se sentía tan apretujado cuando todos iban en una dirección.

El chofer siguió de cerca los pasos de Cynthia, por miedo a que surgiera imprevistos.

Era chofer y guardaespaldas. Su deber era proteger a Cynthia, de lo contrario, estaría incumpliendo con sus deberes.

El centro comercial contaba con tres pisos, todos ellos eran muy amplios, con muchas tiendas en fila. Había una deslumbrante variedad de todo tipo de productos. No había nada que no había.

Los ojos de Cynthia se sintieron atraídos por una juguetería. Tal vez porque era madre de dos niños, sintió ganas de entrar a ver si había algo que les gustara a sus hijos.

A Álex le gustaban los juguetes de pensar, ni siquiera miraba a los peluches o cartas. En su contraste, a Alessia le gustaban los peluches.

La mirada de Cynthia fue atraída por un cubo de Rubik poligonal, lo tomó en su mano para mirarlo, había casi cincuenta cubos en un lado, cada cubo era del tamaño de una uña del menique, había seis lados en total.

Cynthia lo giró varias veces y sintió que era difícil.

—Esto no es para todo el mundo, si se lo quiere regalar a un niño le recomiendo que le compre esto.

El dueño de la juguetería vino a recomendar, señaló a la estantería donde había muchas filas de todo tipo de cubos de Rubik, había cubos triángulos o cuadrados de Rubik.

—Estos son más adecuados para niños de entre 5 y 10 años, ¿qué edad tiene su hijo?

—Cinco años.

A Cynthia todavía le gustaba más el que había cogido.

Esos de la estantería eran demasiado fáciles para Álex.

—Este le gustará a su hijo.

El dueño de la tienda tomó uno triangular, que era más novedoso que los cuadrados, con menos lados y relativamente más simple, apto para niños de cinco años.

Cynthia sonrió y sacó su billetera.

—Quiero este, pónmelo en una bolsa.

El jefe sonrió. Claro que iba a vender lo que quisiera el cliente, su trabajo consistía en venderlos.

—Le busco uno nuevo.

El jefe entró para encontrar uno sin abrir, todavía estaba murmurando:

—Qué rara, piensa que su hijo es un genio.

En su tienda solo había dos de esos cubos de Rubik. Originalmente estaban en cajas, pero solo había mucha gente que los miraba, nadie los compraba. Sin más remedio, abrió uno para que los clientes pudieran jugar, logró atraer a gente que jugaba, pero seguían sin venderse.

El jefe estaba muy contento de que pudiera vender uno hoy. Este cubo de Rubik era complicado de hacer, por eso su precio de compra era alto. Pensaba que iba a salir sin éxito, no esperaba que se vendiera uno.

Al encontrar el cubo de Rubik, el jefe lo sacó sonriendo, lo metió en una bolsa y se lo entregó a Cynthia.

—Su hijo debe ser muy listo.

Cynthia sonrió y no dijo nada. En su interior sentía que su hijo era el más inteligente.

Como todas las madres del mundo, sentía que su hijo era el mejor.

Cynthia preguntó:

—¿Cuánto es?

—36 euros.

Cynthia le sacó 40 euros en efectivo y el jefe le devolvió 5 euros.

—Se lo dejo a precio original. Lo compré a 35 euros. Hace dos años que está en mi tienda, ahora que por fin alguien se lo lleva, no salgo perdiendo.

Cynthia tomó el cambio y salió de la tienda con la bolsa. El chofer se acercó.

—Le ayudo.

Cynthia agitó la mano.

—No hace falta.

Tampoco pesaba mucho.

El chofer protegía a Cynthia en su desplazamiento por varias tiendas. Había tanta gente en ese lugar que nadie se dio cuenta de que había un hombre con una parka azul en un lugar cerca detrás de ellos, los estaba siguiendo en secreto escondiéndose bajo la gorra de visera y una mascarilla negra.

Esa planta era de juguetes y accesorios, no había de lo que buscaba, así que subió a la planta de arriba. Mientras tomaba el ascensor, Cynthia sintió que alguien la estaba mirando, pero volvió la cabeza y no encontró a nadie mirándola.

—¿Pasa algo?

Preguntó el chofer.

Cynthia negó con la cabeza, miró hacia atrás de nuevo, no había nadie que la estaba mirando.

Se dio la vuelta con sospecha. Pronto el ascensor llegó al segundo piso, allí había lo que buscaba, así que aceleró el paso y dejó atrás la sensación de como si alguien la estuviera espiando.

Dio una vuelta entera en el segundo piso para encontrar el encaje que quería. La textura era delicada y suave y la malla era liviana y fina, justo lo que buscaba.

—Es un poco caro.

Cynthia estaba contenta por haber encontrado lo que buscaba, cuando estaba distraída, el dueño de la tienda se acercó y dijo.

Como diseñadora de moda, Cynthia tenía un amplio conocimiento de las telas y sus precios, preguntó con calma:

—¿Lo vendes por centímetros?

El jefe asintió.

—Sí, a 188 € cada 33 centímetros.

Cynthia miró al jefe y sonrió.

—¿No puede ser más barato?

—Este es el precio más barato. En todo este centro comercial solo aquí tenemos de esto. Debido a que es caro, nadie está dispuesto a venderlo.

Cynthia lo apretó en su mano y lo frotó.

—Este material está tejido de seda, por lo que es liviano y delgado, tiene buena transmisión de luz y es delicado al tacto, pero el precio que mencionaste es un poco caro.

Cuando el jefe escuchó sintió que se trataba de una experta, porque supo los ingredientes simplemente tocándolo con las manos, así que no se atrevió a exagerar.

—Bueno, ¿a cuánto se lo llevaría? Se lo puedo dejar algo más barato.

—Puede que necesite unos cuantos metros.

El jefe supo que se trataba de un cliente capaz, enseguida mostró una sonrisa.

—Le haré un descuento.

Cynthia no era tacaña, pero el precio que el jefe dijo al principio era demasiado caro, el material era caro, pero no tanto.

—Me lo llevaría a 108 € cada 33 centímetros.

—Eso es demasiado descuento.

La sonrisa en el rostro del jefe gradualmente desapareció.

—No sales perdiendo, a 108 € cada 33 centímetros, ganas 8 €, yo quiero seis metros, todavía puedes ganar 144 €.

El jefe estaba realmente estupefacto ahora, porque sabía su precio de compra, pensó que sin duda era una experta.

—¿Usted también trabaja en este sector?

Si no trabajaba en ese sector, sería imposible que conociera el precio con tanta claridad.

—Digamos que sí.

Cynthia no dijo específicamente a lo que se dedicaba.

—Está bien, se lo vendo.

El jefe tampoco era difícil de tratar, le bastaba con ganar algo. Como el material era tan caro, no mucha gente lo compraba.

Una clienta que compraba unos metros de una vez era una clienta importante.

Había muchas imitaciones que se parecían mucho a esta, encima el precio era más bajo, lo que dificultaba la venta de las auténticas.

El jefe le dio a Cynthia un pulgar hacia arriba.

—Tiene buenos ojos.

Después de cortar la medida solicitada, el jefe lo dobló cuidadosamente en una caja delicada, luego lo puso en una bolsa y se lo entregó a Cynthia.

Cynthia sacó una tarjeta de su billetera y se la entregó:

—No tiene contraseña.

Ella no tenía encima tanto dinero en efectivo.

—Okey.

El jefe tomó la tarjeta y fue al mostrador para pasarla. Después de que salió el recibo, el jefe tomó la tarjeta y el recibo para entregárselos a Cynthia.

—Tengo otros materiales aquí, ¿quiere echar un vistazo?

Cynthia tomó la tarjeta, la guardó en su billetera y negó con la cabeza.

—No hace falta... Por cierto, jefe, ¿sabes dónde venden perlas?

Cynthia no estaba familiarizada con ese lugar. En el pasado, conocía lugares específicos para comprar todos los complementos de ropa. Pero ahora, no se situaba en la Nación A ni en la Ciudad B. Solo podía conseguir lo que ella buscaba preguntando a la gente local.

—Si solo quiere comprar uno o dos, vaya a la joyería, si quiere más tiene que ir a la finca, allí puede elegir a un precio asequible.

Cynthia pensó por un tiempo, la verdad era que necesitaba bastante.

—¿Sabes dónde puedo encontrar la finca?

—¿Quiere mucho?

Preguntó el jefe.

Cynthia asintió.

—Mira, deme su dirección y dígame lo que quiere, yo se lo consigo...

El jefe sonrió

—Le cobro un poquito por el trayecto, pero se ahorra la faena de ir, ¿qué le parece?

Cynthia pensó por un momento y estuvo de acuerdo.

—Me parece bien.

Sería una pérdida de tiempo si iba a comprarlo ella misma. Si alguien se lo comprara, ahorraría mucho tiempo solo pagando algo de dinero. Cynthia escribió las especificaciones que quería en un papel, así como la dirección.

—Lo mejor es que me lo entregues esta noche, tengo prisa.

El jefe garantizó:

—No se preocupe, se lo enviaré por la noche.

El chofer tomó la iniciativa de llevar las bolsas. Ahora que había comprado lo que quería, ellos dos iban a regresar.

Cuando el ascensor llegó hasta el primer piso, Cynthia le dio todo al chofer.

—Espérame en el coche.

El chofer temía que le pasaba algo con tato bullicio de gente, y dijo:

—Le espero en la entrada.

Cynthia asintió con la cabeza. Como iba a ir al baño, no era conveniente que la siguiera.

Siguió las instrucciones para encontrar la ubicación del baño. Cuando salió del baño, estaba a punto de ir a la entrada a buscar al chofer, pero de repente la agarraron por la muñeca.

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