¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 341

Elisa lo miró.

—¿Con qué tipo de relación?

Gonzalo sonrió.

—¿Qué más puedes hacer además de una amante? No puedes tener hijos, tampoco tienes un cuerpo tan firme como las jovencitas, ¿te queda más opciones?

Elisa se quedó estupefacta ante la serie de preguntas retóricas de Gonzalo.

«Tiene razón, ya no soy joven, mi cuerpo destrozado ya no sirve de nada».

Ella miró a Gonzalo.

—Entonces, ¿por qué me buscas?

Gonzalo volvió a mirar hacia la esquina superior de la derecha y levantó la barbilla.

—Creo que alguien de ahí está interesado en ver la relación que tienes conmigo.

Elisa miró hacia arriba y vio que en un lugar discreto de la esquina había instalado una cámara. Sus ojos se abrieron bruscamente, en su mirada se podía captar miedo y duda, se preguntaba quién estaría allí.

Su corazón latía violentamente por temor.

—¿Me has tendido una trampa?

Gonzalo tenía las manos metidas en el bolsillo, tenía pinta de gamberro.

—¿Una trampa? Qué cosas dices, ¿acaso te obligué a hacer algo? ¿Quién se sentó en mi regazo nada más entrar? ¿Quién ha dicho que quiere estar conmigo a pesar de ser mi amante? ¿A eso lo llamas trampa? ¿Crees que vales la pena para que te tienda una trampa? Alégrate de que aún te queda una pizca de utilidad, tu momento más triste será cuando no tengas nada de utilidad.

Elisa no sabía dónde poner las manos, le brotaba sudor frío en las palmas, «¿Qué debo hacer? ¿Qué debería hacer ahora?».

Tenía muchas ganas de escapar.

Gonzalo miró a la mujer perdida sin piedad, le daba igual si la mujer había estado con él durante casi diez años.

En su opinión, las mujeres estaban para divertirse. Él ponía de su parte el dinero, mientras que las mujeres entregaban sus cuerpos.

De repente, Elisa salió corriendo de la habitación privada, fue a abrir una por una las puertas de todas las habitaciones, hasta que abrió la puerta de la habitación privada número dos y vio a Cristián sentado allí. La gran pantalla que había en la pared mostraba la escena de la habitación privada en la que estaba.

Empezó a temblarle todo el cuerpo, e incluso su voz se volvió ronca.

—Cristián, déjame explicártelo...

Cristián lentamente le dirigió la mirada. No tenía cabreo ni emociones incontrolables, solo estaba muy tranquilo, incluso él mismo se sentía extraño.

En realidad, era porque ya no amaba a esa mujer, por eso después de conocer su pasado, no se mostró airado, lo único que le molestaba era su engaño.

La mujer que había considerado inocente, en realidad no lo era, más bien era una maquinadora.

Pensó que era ridículo por no haberlo notado en absoluto.

—¿Qué piensas decir? ¿Que no me dejaste porque te gusta el dinero de ese rico? ¿Que no puedes tener hijos porque has abortado miles de veces?

—No, no...

Elisa se apresuró a entrar para agarrarlo del brazo.

—Cristián, escúchame, te quiero de verdad...

—¡¿Amarme es hacer de amante para otros hombres?!

Cristián la apartó, la miró con ojos sombríos.

—¿Por qué no me di cuenta de que eres tan maquinadora?

Elisa lo agarró llorando. En realidad, amaba a Cristián, pero su amor por Cristián no era tan importante como el dinero, por eso prefería el dinero.

Después, supo que con Gonzalo no llegaba a ninguna parte, además Gonzalo empezaba a cansarse de ella porque estaba cogiendo edad. Por lo que quiso volver con Cristián.

Si le dieran la oportunidad de elegir a una persona que pudiera satisfacerla materialmente a la vez de ser alguien que le gustaba, sin duda sería Cristián.

Ahora se arrepentía un poco, si estuviera dispuesta a pasar con Cristián su época de pobre, ahora habría sido la señora Vázquez, tendría todo lo que querría.

Desafortunadamente, los arrepentimientos no servían de nada.

Ahora había perdido todo.

Abrazó la pierna de Cristián. El maquillaje delicado que llevaba se había corrido con las lágrimas.

—¿Puedes darme una oportunidad por nuestro pasado?

Cristián se rio.

—¿Darte una oportunidad para darme asco?

Elisa no supo qué decir, pero ahora no tenía otra opción, además de Cristián, ¿a quién más podía acudir?

Solo Cristián era rico a la vez que le gustaba.

—Te lo ruego.

Elisa le sujetó la pierna con fuerza.

—Cristián, sé que me equivoqué. De verdad te lo ruego, dame una oportunidad. Te juro que me quedaré a tu lado para cuidar de tu abuela sin hacer nada indebido. Cristián, te lo ruego.

El rostro de Elisa estaba pegado a su pantorrilla, su cara estaba llena de lágrimas y mocos.

Los ojos de Cristián estaban un poco fríos, dijo palabra por palabra:

—Suéltame.

—Ni hablar.

Elisa sujetó su pierna con fuerza, como si soltándolo lo perdería por completo.

Cristián se agachó para levantar su barbilla, obligándola a mirarlo.

—¿Cuántas heridas has fingido tener? Recuerdo que ni siquiera podías caminar en el hospital. ¿Ahora incluso puedes usar tacones altos? ¿O es que para encontrarte con tu viejo amante te da igual la lesión?

—Me equivoqué, de verdad sé que me equivoqué, Cristián, por favor...

Cristián se burló.

—¡He sido un estúpido por haber salido contigo!

Cuando terminó de hablar, la pateó sin piedad. Elisa se inclinó hacia atrás y derribó la silla que había detrás.

Cristián no la miró, se limitó a irse con determinación.

—¡Cristián!

Ni siquiera se detuvo con los gritos de Elisa.

Su determinación fue por la decepción que sentía por Elisa, esta rompió la maravillosa relación que tuvieron en el pasado, ahora hasta esos recuerdos le daban asco.

Después de que Chloe salió del hospital, llamó a Cynthia. Se sentía agotada.

—Me gustaría abandonar la ciudad.

Chloe bajó la cabeza.

Necesitaba descansar, estaba exhausta.

Cynthia miró sus ojos rojos.

—¿Has llorado?

Chloe no lo negó.

—He visto a Cristián cuando fui al hospital, más bien a él y... Elisa.

Cynthia sintió una decepción por dentro, luego resopló para sí misma, «Al menos ahora Cristián habrá visto la verdadera faceta de Elisa».

—¿Sabe lo del bebé?

Chloe negó con la cabeza.

—No.

—Te apoyaré en cualquier decisión que tomes.

Cynthia sacó una tarjeta de su bolso para dársela.

—Toma.

Chloe la apartó rápidamente.

—No puedo aceptarla.

Cynthia tomó su mano.

—No es para ti, es para el niño que tienes. Compra lo que quieras comer. Tienes que tratarte bien a ti misma. En cuanto a Cristián, que reflexione sobre lo que ha hecho.

No podían perdonarlo fácilmente incluso si ahora se diera cuenta de su error y viniera a pedirle perdón a Chloe.

Era un adulto, pero se comportaba como un niño, era el momento oportuno para darle una lección.

Chloe sonrió con amargura, eso le daba igual. Ahora solo quería encontrar un lugar para dar a luz al bebé y luego vivir en paz.

No volvería de nuevo si se iba.

—¿La tienda estará bien sin mí?

Cynthia le dio tranquilidad.

—No te preocupes por eso. Si no hay suficiente personal, le pediré a la señora Roxana que envíe a alguien. Ahora la tienda no está teniendo muchos pedidos, de momento contamos con suficiente personal.

Chloe se quedó tranquila.

—Cuando tengas pensado a dónde ir, dímelo, iré a despedirme de ti.

Cynthia dijo.

Chloe dijo que sí. Las dos charlaron un rato más. Luego sonó el celular en el bolso de Cynthia, era la profesora de la guardería, diciendo que Alessia había tenido una pelea con otros niños.

A Cynthia no le parecería raro si le dijeran que Álex tuvo una pelea con otros. A pesar de que a su hija se le daba bien actuar como una bebé y a veces le causaba problemas a su hermano, era imposible que se peleara con otros.

Entonces se fue a toda prisa.

Después de que Cynthia se fue, Chloe también salió, caminó a un lado de la carretera para tomar un taxi, pero de repente una camioneta negra se detuvo a su lado, sin ningún aviso se bajaron para atraparla.

Chloe se sorprendió.

—¿Qué estáis haciendo?

Los hombres la ignoraron, se limitaron a meterla en la camioneta. Luego cerraron la puerta y se alejaron.

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