¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 344

Elisa deliberadamente grabó el rostro de la mujer con claridad.

El rostro de Gonzalo mostraba furia, más mala cara no podía tener. Tal vez no le gustaba su esposa, pero nominalmente era su esposa. Ahora…

Estaba enojado principalmente porque se sentía avergonzado, no tenía mucha compasión por su esposa.

La mujer que estaba a su lado tenía curiosidad y miró la pantalla del teléfono, Gonzalo pateó a la mujer. Estaba tan furioso que tiró el teléfono al suelo, este se hizo pedazos.

El hombre se apresuró a recogerlo, pero ya era tarde, estaba desconsolado.

—Eh, este es mi celular, además, ¿de qué sirve romper el celular?

En ese momento sonó el teléfono que había tirado en el sofá, lo agarró y lo cogió, su tono mostraba disgusto porque estaba furioso.

—Hola.

Elisa notó su enfado de inmediato y no pudo evitar sonreír.

—¿Has visto el video que te envié?

Gonzalo miró el móvil para descubrir que había un mensaje de video en WeChat que no había leído. Hizo clic en él. Era el vídeo que había visto antes. Entonces reaccionó.

—¿Tú has grabado el vídeo?

Elisa no lo negó. Su propósito era arruinar la reputación de la mujer y que Gonzalo quedara en humillación. Solo así toda la Ciudad B sabría que le habían puesto los cuernos.

Gonzalo apretó los dientes con enojo.

—Estás loca. Borra el video de inmediato, ¿dónde estás? Te voy a buscar.

—Ja, ja, ¿ahora sabes que estás en problemas? Lo siento, pero ya es tarde, ya le envié el video a una cuenta popular de TikTok y a los medios de entretenimiento de la Ciudad B. Creo que están dispuestos a publicar noticias tan interesantes, después de todo, la familia Gutiérrez tiene alguna fama...

—¡Elisa!

Gonzalo estaba furioso.

Elisa solía tener miedo a su enfado, porque tenía que la dejara, pero ahora ya la había dejado, ¿de qué más podía tener miedo?

Ella miró a la mujer en el suelo con desprecio.

—¿Quieres que te haga una transmisión en vivo para ver cómo luce tu esposa ahora?

Gonzalo contuvo su enojo y preguntó:

—¿Dónde estás?

Elisa se rio.

—¿Me tomas por tonta? Si te lo digo vendrás con gente para atraparme.

—¿Qué es lo que quieres?

¡Ahora quería matar a Elisa!

—No quiero nada, solo me parece divertido hacerlo.

Dicho eso, Elisa se rio a carcajadas.

—Tu esposa está en el Edificio Campana, ve a buscarla.

Elisa colgó el teléfono. En estos momentos el video erótico de la mujer estaría divulgada por todas partes. La tortura que le preparó era que fuera criticada por todo el mundo.

Como ya había logrado su objetivo, naturalmente no tenía razón de retenerla más.

Elisa ordenó a alguien que enviara a la mujer al Edificio Campana.

Uno de los hombres se tenía que quedar para conducir el barco.

Mientras conducía, marcó el número de Cristián.

Al ver su número, Cristián no contestó, solo lo dejó caer en el asiento trasero del coche, se dirigía al hospital para ver a Lourdes.

Pronto llegó otra llamada. Esta vez fue la criada de la casa. Cristián le pidió a la criada de la casa que cuidara de Lourdes en el hospital, porque no se quedaba tranquilo con otros. La mayoría del tiempo él estaba en el hospital. Si salía, tenía que pedir a la criada que estuviera al tanto.

Ahora que la criada lo estaba llamando, se preguntaba si a Lourdes le había pasado algo. Se inclinó para coger el teléfono. Enseguida se escuchó la voz ansiosa de la criada.

—Abogado Cristián, Lourdes ha desaparecido.

¿Lourdes había desaparecido?

—¿Cómo que ha desaparecido? ¿Has comprobado que no está haciendo chequeos?

Cristián no creía que pudiera desaparecer.

Ya que nadie iría a atrapar a una anciana en el hospital a plena luz del día.

—Sí, lo he comprobado. Fui a comprarle un pudin de tofu, a la vuelta ha desaparecido.

La criada entró en pánico, temiendo que fuera su responsabilidad.

Cristián también se puso ansioso, pisó el acelerador a fondo, casi chocó con otro coche.

Luego de que el auto se detuvo, Cristián rápidamente saltó del auto y caminó hacia el departamento de hospitalización. La criada caminaba de un lado a otro delante del mostrador de la enfermera, parecía ansiosa.

Cristián se acercó.

—¿Cuánto tiempo ha pasado desde que ha desaparecido? ¿La has buscado en todos los sitios?

—Sí, pero no la encuentro en ninguna parte. A Lourdes le gusta el pudin de tofu de Desayunos Zeta, por eso fui a comprarlo, cuando regresé ya había desaparecido...

Cristián miró a la criada con ojos sombríos. Desayunos Zeta estaba al lado donde vivían, a cierta distancia del hospital, encima en el camino era fácil de toparse con atascos, por lo que era impredecible el tiempo que se podía tardar en regresar.

Cristián sabía que ahora no era el momento de enfadarse, sino de encontrar a su abuela.

Conocía muy bien a Lourdes, era tan terca que solo le gustaba el pudin de tofu de Desayunos Zeta.

Cristián no buscaba a voleo como la criada, acudió al jefe del hospital para sacar las cámaras de vigilancia, esa era la conveniencia de la tecnología.

Efectivamente, su enfoque fue sabio, porque pronto encontró pistas con las cámaras de vigilancia.

Lourdes fue llevado por dos hombres. Según la vigilancia de la entrada, fue metida en una camioneta. Cristián llevaba tiempo sin defender demandas, por lo que no había ofendido a nadie. ¿Quién secuestraría a Lourdes?

—¿Puedes enfocar el número de matrícula de la camioneta?

Cristián dijo.

El técnico lo sacó, aunque no se veía claro, se podía ver que era: VQ23Y.

Cristián inmediatamente sacó su celular para marcar el número de Mauricio, pero en ese momento entró otra llamada. Elisa sabía que Cristián definitivamente no contestaría su número, de modo que sacó el celular de Chloe para llamar. Miró a Chloe que tenía una cara de enfermiza.

Elisa también había estado embarazada y había pasado por náuseas matutinas. La forma en que Chloe tenía náuseas le recordaron sus náuseas matutinas. Miró a Chloe con una mirada de sospecha.

«¿Acaso está embarazada de Cristián?».

Ella arqueó las cejas.

—¿Estás embarazada?

Chloe la ignoró, solo pensó que estaba loca.

—Chloe.

Cristián cogió la llamada. Al ver que Chloe tomó la iniciativa de llamarlo, estaba un poco emocionado y un poco expectante, por lo que suavizó el tono.

—Creo que Chloe no está para contestar tu llamada.

Elisa apretó con fuerza la mano que sostenía el móvil.

«¿Ha mostrado alegría? ¿Se alegra de que Chloe lo llama? ¡¿Le gusta Chloe?!».

Al escuchar la voz de Elisa, la voz de Cristián de repente se volvió fría.

—¿Por qué tienes el celular de Chloe? ¿Qué le has hecho? No la involucres en nuestro asunto, o sino te arrepentirás.

Elisa tomó tranquilamente un mechón del cabello de Chloe, jugó con sus dedos y dijo lentamente:

—¿Cómo me arrepentiré? ¿Vas a contratar a alguien para que me de una paliza? ¿O quieres acabar conmigo?

—Pasa el móvil a Chloe.

—Me temo que ahora no pueda atender a tu llamada.

De repente, una idea pasó por la mente de Cristián y preguntó rápidamente:

—¿Has secuestrado a mi abuela?

Aunque era una pregunta, lo decía con mucha firmeza.

—¿Qué es eso de secuestrar? Solo la saqué a tomar el aire.

Cristián estaba esforzándose por reprimir su ira.

—¿Dónde estás?

Elisa levantó la barbilla de Chloe, entrecerrando los ojos.

—Te lo puedo decir, pero tienes que venir solo. Si traes a alguien contigo, Chloe y tu abuela morirán en cualquier momento.

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