Cynthia se acurrucó en sus brazos y negó con la cabeza.
—Simplemente no quiero que escuches las tonterías de Arturo. Está obsesionado en vengar por su padre adoptivo, al ver que ahora estamos en conflicto con Elio, quiere aprovecharse de nosotros.
Cristián arrancó el auto. Por dentro sintió curiosidad por las palabras de Arturo. Hacía más de 30 años Alejandro llevó a una mujer a un hospital pequeño a dar a luz, ¿quién era esa mujer? ¿Alejandro tenía a otras mujeres además de Carmen? ¿Acaso Alain tenía hermanos ilegítimos afuera?
Después de todo, Carmen prometió no tener hijos en esta vida para casarse con Alejandro, por lo que a primeras excluyó a Carmen.
Pero después de escuchar las palabras de Cynthia, solo pensó Arturo tenía su propósito, así que no se paró a preguntar.
Alain apretó las comisuras de sus labios, envolvió sus brazos alrededor de su cuello y frotó suavemente sus dedos de un lado a otro en su cara.
—¿No confías en mí? ¿Crees que no me doy cuenta de sus trucos?
Cynthia abrazó su cintura y se acostó sobre su pecho, las pestañas cubrían sus pensamientos.
—Me he preocupado por nada, sin duda puedes darte cuenta de sus trucos.
No podía dejar que Alain escuchara a Arturo, de lo contrario se revelaría el secreto que había estado oculto durante más de 30 años.
Si llegara a los oídos de Elio, las consecuencias serían impensables.
Porque se puso así de loco solo porque era cercana con Carmen. En caso de que supiera que Alain no era su sobrino biológico ni el hijo de su querida hermana, sino el hijo de Carmen… Y que todo el orgulloso y el sincero afecto familiar que había sentido a lo largo de estos años era para el hijo de Carmen…
¿Qué haría?
¿No tomaría represalias sin tener en cuenta nada?
Sí, Alain no tenía por qué perder, pero si realmente tuvieran un enfrentamiento grande, nadie saldrá como si nada. Cuando llegue el momento, todo se llegaría a terminar en un caos. La Ciudad B estaba llena de familias opulentas y nobles, innumerables familias querían sustituir a la familia Paramés y la familia Bezos. Mientras las dos familias no se dividieran, nadie podría moverlos de sus puestos, pero si se enfrentaran entre sí, mucha gente aprovecharía el momento en que las dos familias estuvieran enemistándose para sacar provecho.
Además, teniéndola embarazada, no le aportaba ninguna ayuda, solo le causaría muchos problemas. Alain se vería en una situación difícil.
Si tarde o temprano tenía que conocer ese secreto, esperaba que fuera un poco más tarde, al menos hasta que diera a luz a su bebé, o cuando pudiera cuidarse por su cuenta y no ser una carga para él.
Lo que más le preocupa era cómo podía aceptar ese hecho.
La persona que había odiado por más de 20 años era su madre biológica, ¿cómo podría afrontarlo?
Le importaba mucho su marido, por eso tenía mucho miedo de que se enterara.
Admitió que era egoísta en este asunto, tanto que no quería que Alain se enfrentara a lo que sucedió en el pasado.
Porque era demasiado cruel para él.
—Tonta, no paras de rayarte, no me vas a perder nunca. ¿No me has dicho que si me atrevo a dejarte me romperías las piernas? ¿Por qué ahora tienes tanto miedo?
Cynthia se sonó la nariz.
—Una vez leí un libro que decía que las mujeres son más emocionales cuando están embarazadas. Puede que esa es la razón.
Levantó la cabeza, había lágrimas deslumbrantes colgando en sus pestañas, dijo con voz ronca:
—Cuando se resuelva mi problema, ¿qué tal si nos llevamos a los niños a vivir al extranjero? Así viviremos una vida simple y ordinaria, lejos de los problemas de aquí. Nuestra casa no tiene por qué ser grande, pero tenemos que estar toda la familia dentro. Yo me encargaré de cocinar y cuidar de los niños. Tú serás el responsable de ganar dinero para mantener a la familia. También tienes que llevarnos de excursión los fines de semana, para hacer caminatas, paseos, ver el amanecer y el atardecer. Cuando los niños crezcan poco a poco, nosotros envejeceremos poco a poco...
Sin embargo, no sabía que en el momento en que se resolviera el misterio de la complicada identidad, volverían a sus respectivas posiciones y finalmente serían afectados por el afecto familiar.
Él le besó las lágrimas de sus ojos.
—Tus deseos son órdenes.
Ella cerró los ojos, sintiendo en silencio la paz de este momento.
La aparición de Arturo le hizo temer que esta tranquilidad podría desaparecer en cualquier momento.
Ella mostró una sonrisa brillante, sus cejas se arquearon, aunque sus pestañas aún estaban húmedas, no podía ocultar el brillo que tenía en este momento, como una suave luz del sol que llegaba al corazón de Alain.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!