Echó un vistazo al móvil junto a la almohada, pero no lo cogió para ver a quién había enviado el mensaje. No obstante, se acostó y la abrazó por detrás.
Cynthia abrió los ojos, pero no se movió y volvió a cerrar los ojos lentamente.
Ya era de noche y el cocinero que Henry contrató llenó la gran mesa rectangular de platos exquisitos. Vega colocó los platos, los cubiertos y las servilletas.
No era un día festivo, pero había tanta gente que parecía tan animado como un festivo.
Mauricio estaba relativamente callado, se sentó pensativo en el sofá mirando el mensaje de Cynthia.
Había recibido la llamada de Cristián cuando salía de investigar la muerte de Yaiza.
El comunicado oficial publicó que era por suicidio.
Para verificar si Yaiza había suicidado, Mauricio trajo a un amigo médico forense en secreto para examinar el cadáver de Yaiza. No presentaba heridas en su cuerpo, solo había una marca de estrangulamiento en el cuello, porque Yaiza se había ahorcado para suicidar.
Aun así, el médico forense pudo encontrar algo sospechoso, vio algo parecido al tejido humano en las uñas de Yaiza y se necesitaba hacer pruebas en el laboratorio para verificarlo.
Tras recibir el mensaje de Cristián, volvió a darse una ducha y se puso la ropa limpia. Cuando estaba a punto de llegar a la villa, recibió el mensaje de Cynthia. Su primera reacción fue llamar a Alain para preguntarle qué había pasado, pero pensando en el aviso de Cynthia, no hizo la llamada.
De acuerdo con su solicitud, puso una silla de ruedas en su coche y luego llegó a la villa.
—¿Qué estás mirando?
Cristián se sentó a su lado y había estado mirando su móvil desde que llegó a la villa.
Mauricio apagó tranquilamente la pantalla, Cristián pareció ver que era un mensaje y le preguntó:
—¿Quién te envió el mensaje? Se te ve muy concentrado.
Mauricio se guardó el teléfono en el bolsillo y lo miró:
—¿Puedes dejar de ser tan cotilla?
Cristián se burló y se sentó en otro sofá:
—Pues, no me interesa un mensaje enviado a un viejo virgen como tú.
Mauricio:
—...
Realmente era un criticón.
Henry estaba pelando naranjas, al escuchar las palabras de Cristián, miró a Mauricio y le preguntó de manera cotilla:
—A esta edad, ¿realmente sigues siendo virgen?
Mauricio:
—...
Cristián se agarró la tripa, no quería reírse de Mauricio, pero no pudo evitarlo.
Vega se acercó y dijo:
—A comer, lavaros las manos y subo para llamarlos.
Ninguno de los dos durmió, pero ambos fingieron quedarse dormidos. Al escuchar la voz de Vega, los dos actuaron como si acababan de despertarse. Cynthia no sabía si Alain estaba dormido, pero Alain sabía que Cynthia no estaba dormida.
Pero él fingió como si no supiese nada, se levantó y se secó seriamente las manos de Cynthia con una toallita húmeda. Cynthia agachó la cabeza y miró las manos diciendo:
—Me cuidas tanto como si fuera una inválida.
Y especificó:
—Moutai.
Vega respondió y fue a cogerlos.
Era normal beber algo de alcohol en las comidas, especialmente en esta ocasión, pero era extraño que Cynthia hiciera esa especificación.
¿Todos se querían emborrachar?
Alain bajó la mirada ocultando sus pensamientos y se hizo dejar llevar por Cynthia en silencio.
Vega trajo dos botellas de Moutai de 500 ml de 53 grados, ambas del 1980, que no era asequible para la mayoría de gente.
Cynthia sabía que había muchos licores en la vitrina, cuando estuvo en la villa la abrió y vio que había unas botellas de Moutai de larga duración y con un alto grado alcohólico.
Cynthia dejó que Vega la abriera y ordenó:
—Vierte a Cristián.
Ella abrió la otra botella y miró a Alain diciendo:
—Estoy de buen humor, ¿no puedo invitarlos a tomar una copa?
Alain levantó la cabeza y la miró con sus ojos profundos como un lago sin fondo, se miraron durante unos segundos y él levantó suave sonrisa diciendo:
—Siempre que te plazca.
No tenía ningún inconveniente.
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