¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 524

La cafetería de la última vez estaba cerca de la comunidad donde vivía Cynthia. Cuando el automóvil condujo hasta aquí, descubrió que había muchos restaurantes alrededor. Volvió a mirar a su hija y le preguntó:

—¿Cuál es?

Calessia se apoyó en la ventana para mirar hacia fuera.

En ese momento, Alain vio el restaurante llamado «Olla De Cangrejo», también encontró el auto que conducía Chloe estacionado delante. Eso quería decir que Cynthia y Chloe deberían estar comiendo en este lugar.

Justo cuando Alain estaba pensando en cómo convencer a su hija de que cambiara de restaurante, vio a Cynthia y Chloe salir del establecimiento.

Como ellas llegaron temprano, terminaron de comer a la hora en que venían toda la gente.

Al ver a Cynthia, Calessia gritó «mamá», pero debido a que las ventanillas del auto no estaban bajadas y el auto estaba insonorizado, Cynthia no la escuchó.

Calex tiró de su hermana.

—¿Olvidaste lo que dijo papá? Vinimos aquí en secreto y no podemos dejar que mamá lo sepa.

Calessia se dio cuenta de repente y miró a su hermano.

—Se me olvidó.

Calex parecía haberse acostumbrado al carácter «ininteligible» de su hermana, por lo que no dijo nada.

Cynthia subió al coche, pronto se fueron con el coche.

Calessia se apoyó en la ventana y vio el coche de Cynthia pasar junto a ella, haciendo pucheros dijo en voz baja:

—Ojalá se lo pueda decir a mamá, así podríamos sentarnos aquí y comer en familia.

Calex cada vez más tenía pinta de un hermano mayor, abrazó a su hermana, pensando que seguramente en el futuro vivirían juntos como una familia.

Este no era un buen tema de conversación. Alain no quería hablar de esto estando con los dos niños, porque también se pondría muy triste.

Aparcó el coche frente al restaurante, bajó primero, luego abrió la puerta trasera y sacó a su hija, esta era más alta y pesada que antes.

Calex no necesitaba que otros lo cuidaran, así que bajó por su cuenta. De hecho, Calessia tampoco necesitaba que otros la cuidaran, pero estaba acostumbrada a actuar como un bebé delante de su padre, le gustaba pegarse a él y le gustaba estar en su abrazo. Aunque era una niña mayor seguía gustándole quedarse en sus brazos.

El restaurante no era muy grande, pero tenía un ambiente agradable. No obstante, era una hora en la que mucha gente venía a comer, las mesas estaban un poco llenas. Afortunadamente, encontraron una mesa vacía en la esquina. Se sentaron allí mismo, Calessia empezó a ordenar la comida, como era de esperar, pidieron la olla de cangrejo, el plato estrella, también ordenó uno de arroz congee y le dijo a Alain:

—A mamá le gusta esto.

El gusto de Cynthia era similar al de Alain, ambos preferían la comida ligera. Originalmente, los dos niños también tenían ese mismo gusto. Más tarde, Chloe los sacó algunas veces a comer, luego de probar con ella alimentos más picantes, poco a poco se enamoraron de los platos picantes.

Cuando Calessia lo comió por primera vez, casi lloró.

Este picante no era súper picante, solo los que no lo habían probado sentía que era muy picante, pero una vez acostumbrado, no era para tanto.

Alain extendió la mano y tocó la cabeza de su hija.

—Pide lo que quieras.

La niña sonrió con su rostro complacido.

—Después de la comida, ¿puedo tomar un helado?

Cynthia no le dejaba comer demasiado helado, decía que era malo para el estómago. Si comía demasiado, tendría diarrea, pero en verano era temporada de comer helado.

De lo contrario, ¿qué aburrido sería el verano?

Alain pellizcó la barbilla de su hija. La carita de la niña había crecido, sus ojos se parecían cada vez más a Cynthia, se convertían en una forma de luna cuando sonreía, pero sus mejillas, nariz y boca se parecían a él.

Trató de razonar con su hija.

—Tú mamá no te deja comer por el bien de tu salud, tienes que ser obediente y no comerlo por el bien de tu salud.

La cara de Calessia se puso descontento de inmediato, las comisuras de la boca se presionaron hacia abajo y murmuró:

—Tampoco quiero comer mucho. Mamá ya me controla estrictamente. Papá, ¿también me privarás de esta pequeña felicidad?

Alain frunció el ceño.

—¿Comer helado te hará feliz?

—Sí, comer lo que me gusta me hace feliz.

Calessia se bajó de la silla y se acostó en su regazo, con la cara apoyada en su muslo, abrazó su cintura. Los brazos de la niña lo agarraron de la camisa, arrugándola.

—Pues yo quiero que papá me lo pele.

Frente a Alain, ella era un «bebé» que necesitaba que la cuidaran.

Calex miró a su hermana y frunció la boca. Recordaba que ella fue quien dijo que la gracia estaba en comerlo uno mismo. En silencio deseó que Cynthia diera a luz una hermanita, de lo contrario, esta niña mimada nunca crecería.

Si Cynthia tenía a otra hija, el mimo que le daba Alain sería repartido en dos.

Esto evitaría que la malcriaran.

Calex rezó en su interior, esperando que Cynthia estuviera embarazada de una hermana, para que Calessia tuviera la oportunidad de crecer, si no, siempre sería un bebé delante de Alain.

Después de comer les compró un helado. No les quedó mucho tiempo después de terminar el helado. Alain los envió de regreso a la escuela. Cuando entraron por la puerta de la escuela, Calessia preguntó:

—¿Vienes mañana?

Alain dijo que sí y que se quedaría aquí unos días.

Calessia estaba tan contenta que lo besó en la cara antes de entrar a la escuela con Calex. Como estaba de buen humor por haber comido helado con su padre, daba saltitos mientras caminaba.

Alain se quedó en la puerta viendo cómo la profesora los llevaba al aula, entonces se volvió hacia el auto tranquilo. Cuando arrancó el auto, sonó el celular en su bolsillo. Era una llamada de Cristián. Había tenido el móvil apagado porque estaba en el avión.

Después de llegar a la Ciudad C lo encendió porque Henry tenía que informarle cosas sobre el trabajo.

Ese día, Cristián y Mauricio se quedaron un buen rato en la empresa. Por la noche se encontraron con Henry y supieron que se había ido de la Ciudad B otra vez.

Alain no lo ocultó deliberadamente. Mauricio y Cristián escucharon «la Ciudad C» cuando contestó el teléfono en la Nación Y ese día, Henry también lo saía por el billete que compró.

—¿Dónde estás?

Cristián preguntó.

Mauricio estaba ocupado con el trabajo, con lo ocurrido del último incidente tenía que comportarse bien, no tenía tiempo para salir, por eso Cristián estaba aburrido solo y se le ocurrió ir a buscar a Alain.

De todos modos, no tenía que encargarse de su bufete, por lo que tenía tiempo de sobra. Quería averiguar si era cierto que Alain encontró a Cynthia.

Justo quería preguntarle a Cynthia sobre Chloe, así que también vino a la Ciudad C.

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