A Margarita se le iluminaron los ojos, tenía sentido, Arturo no era de la Ciudad B. ¿No se solucionaría esto escondiendo la persona en la Ciudad Blanca?
Norberto quería esconder la persona en su casa porque pensaba que era más segura. Pero llevarla a la Ciudad Blanca era más segura aún que a su casa.
Margarita sintió que Arturo le había hecho un gran favor.
—Arturo...
Margarita se disponía a contarlo a Arturo cuando Eduardo interrumpió a su mujer con voz grave.
—¡Cállate!
No se había enfadado con Margarita por contarle a Arturo lo de Norberto, sino enfadado con ella porque no había tenido en cuenta las consecuencias. Miró a su mujer con seriedad.
—Tú sabes mejor que nadie qué clase de persona es tu hermano, ¿no has visto las noticias? Es obvio que ese hombre no es una buena persona, ¿se lo vas a contar a Arturo para involucrar a Arturo en este alboroto?
Margarita no se lo había planteado, sólo quería acabar el asunto. Ahora que su marido se lo había recordado, parecía que no debería decírselo a Arturo, ya que la noticia sobre el templo era sabido por todo el mundo.
No pudo ni Norberto ocultarlo, así que debería ser algo más grave.
Sólo tenía una hija, no podía dar problemas a su hija y a su yerno.
Arturo acababa de llegar a la Ciudad B y no sabía lo que estaba pasando, así que preguntó:
—Yo no soy alguien desconocido, así que decidme qué pasó y os ayudaré.
Eduardo suspiró y le dijo a Arturo:
—Eres recién llegado en la Ciudad B, no sabes la situación en esta ciudad. Esto no es la Ciudad Blanca, aquí hay mucha gente y la situación es más complicada, no te lo digo porque no quiero que te metas en líos innecesarios.
Arturo sabía que Eduardo lo hizo por su bien, pero también quería realmente compartir la carga de ellos.
—Desde que me convertí en vuestro yerno me considero un miembro de la familia López, y ahora que estáis en problemas, ¿cómo puedo, como marido de Fiona, quedarme sin hacer nada? Aunque no pueda ayudar, por favor, decidme lo que pasó, no me tratéis como a un extraño y penséis que soy débil.
Eduardo suspiró,
—¿Por qué eres tan terco?
Arturo lo había dejado claro y no le parecía bien seguir ocultándolo, así que le dejó ver las noticias.
Arturo sacó su móvil y empezó a buscar las noticias como había dicho Eduardo, y pronto aparecieron noticias sobre lo que pasó en el templo. Había innumerables historias sobre cómo un hombre desnudo, cubierto de heridas, había aparecido en un lugar religioso budista. Estaba claro que algo estaba pasando dentro.
—Es el hermano de Margarita, Norberto Yepes. Quería esconder una persona tan sucia como esta a nuestra casa, cómo se le ocurre.
Eduardo se rio fríamente.
Arturo agachó la cabeza mientras seguía ojeando las noticias, sin darse cuenta, vio la noticia de Alain y Cynthia de compras en el centro comercial.
Dudó y pasó sin leerla, continuó leyendo las noticias sobre el templo.
—Sólo sabe causar problemas, esta vez se metió con Alain, de lo contrario no acabaría escondiendo la persona aquí, ya no tiene más remedios.
Eduardo no daba importancia a las chorradas de Norberto, pero con todo lo que había hecho Norberto, le estaba llegando informaciones, aunque no quisiera enterarse.
Arturo miró a Eduardo y le preguntó:
—¿Qué tiene que ver esto con Alain Paramés?
—No lo sé exactamente, sólo escuché algunos rumores al respecto. Parece que Norberto había detenido a una persona de Alain y la retuvo en el templo. Fue entonces cuando ocurrió la escena que viste. Él no quiso entregar la persona y tampoco tenía otros sitios que esconderla. Ahora bien, lo quiere dejar en nuestra casa. ¡Qué bastardo! ¿Cómo ha podido su padre mimarlo tanto? Está maleducándolo. Si Norberto sigue así, ¡tarde o temprano se meterá en problemas!
Arturo se quedó pensativo tras escuchar las palabras de Eduardo, Norberto había detenido a una persona de Alain, ¿a quién había detenido? ¿A Cynthia?
El hombre del templo estaba desnudo y evidentemente tramando algo malo, sus ojos se oscurecieron al pensar que podría ser Cynthia.
—Eduardo, después de todo, Norberto es el hermano de Margarita, si le decimos que no, definitivamente lo ofenderemos.
—Por supuesto, tengo confianza en eso.
A Eduardo no le gustó involucrarse, miró a su mujer,
—Llama a Norberto. Esta será la última vez, aprovecha para dejarle claro que no debemos vernos nunca más, estoy harto de verlo. Tu padre además de no frenarlo, lo apoya, ¿eso es amarlo? Le está perjudicando.
—Lo sé.
Margarita le dio una palmadita en la espalda a su marido.
—Tú vete a la cama, que yo voy a llamar.
Margarita observó cómo su marido volvía a su habitación antes de coger el teléfono, miró a Arturo,
—¿Quieres descansar y te cuento mañana?
—No tengo sueño, esperaré a que termines la llamada.
Dijo Arturo.
Margarita marcó el número de Norberto, pronto llegó la voz de éste.
—¿Se lo has contado a mi cuñado?
—No puedes dejarla en mi casa, pero tengo un lugar para que escondas la persona que nadie la encontrará.
Norberto dudó,
—¿Qué lugar?
¿Qué otro lugar podría haber en la Ciudad B que estuviera a salvo de ser encontrado?
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