Inmediatamente se agachó y le levantó el pelo de la frente. Efectivamente, era Mauricio.
«¿Por qué está aquí? »
—Oficial Mauricio —Luciana le dio un golpecito en la cara, pero no respondió en absoluto.
—Óscar, ve a llamar a alguien —dijo ansiosamente.
—Sra. Luciana, ¿lo conoces? —Óscar se quedó mirando a Luciana con incredulidad.
—¡Date prisa! —gritó Luciana.
—Vale, me voy —Óscar se levantó de inmediato, tropezando con una piedra en el camino hacia el suelo y cubriéndose de tierra antes de poder limpiarla.
Luciana intentó levantarlo, pero era demasiado pesado para ella. Al ver la sangre seca en su cabeza, Luciana se sintió muy angustiada y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Sra. Luciana —vino el Sr. Ramon Andino, que era estudiante universitario.
La mayoría de los habitantes de este pueblo se apellidan Andino.
—Ayúdame a llevarlo al hospital —dijo Luciana con urgencia.
—Lo llevaré a la aldea primero—dijo Ramon, agachándose.
Con la ayuda de Luciana, Ramon cargó con dificultad a Mauricio sobre su espalda.
—Voy a buscar al director para el triciclo —dijo Óscar, y salió corriendo hacia la escuela.
—Luciana, ¿estás tan nerviosa porque lo conoces bien? —Ramon siguió sudando.
Luciana dijo que sí.
Ramon agachó la cabeza y siguió su camino.
—Vamos —pronto el director vino a recogerlos en su triciclo.
Luciana se subió a la parte trasera del triciclo, que se utilizaba para el grano durante la temporada de cosecha. Había un asiento estrecho en la parte delantera junto al asiento del conductor.
—Ponlo aquí —dijo Luciana.
Se sentó y puso la cabeza de Mauricio en su regazo.
—Yo te ayudaré —dijo Ramon, subiendo y sentándose también.
Luciana asintió.
Con los baches, a Luciana le preocupaba que pudiera lastimar más a Mauricio, así que le dijo a Ramon, —¿Podrías sostener su cuerpo por mí?
Ramon asintió y colocó el cuerpo de Mauricio sobre su regazo, sujetando su cuerpo con los brazos para evitar que se estremeciera.
Una vez en la carretera, el triciclo se movía suavemente y un poco más rápido.
Una hora más tarde llegaron al segundo hospital popular de la comarca, donde Mauricio fue llevado al quirófano por los médicos.
—¿Quién es, Sra. Luciana? —preguntó el director.
La situación era tan urgente que el director no tuvo la oportunidad de preguntar. Cuando se bajó del triciclo, vio la cara de Luciana pálida de preocupación.
—Es un muy buen amigo mío —dijo Luciana con la cabeza baja.
—¿Cómo ha llegado hasta aquí? —Ramon frunció los labios—. ¿Está aquí para verte?
Se había enamorado de Luciana la primera vez que la había visto, así que se sintió un poco agraviado por la forma en que ella estaba nerviosa por Mauricio.
—Es un policía, quizá esté aquí por un caso —Luciana negó con la cabeza.
Esa era la única razón que se le ocurría.
¿Por qué si no iba a estar aquí sin motivo?
—Gracias —dijo Luciana sinceramente. No podría haber llevado a Mauricio al hospital tan rápidamente sin su ayuda.
Pero nadie sabía cómo estaba ahora Mauricio.
Luciana no tenía mucho dinero y creyó que Ramon tenía razón. No podía tomar decisiones por Mauricio, pero lo bueno fue que él se despertaría mañana para que ella pudiera pedirle su opinión.
—El paciente necesita ser observado en el hospital durante cuarenta y ocho horas, tendrías que pasar por el procedimiento de admisión — dijo el médico.
—Vale, me voy —dijo Luciana.
—Déjame a mí, quédate aquí —Ramon la detuvo.
Luciana no quería molestarlo, pero al ver su firmeza, le dio gracias.
—De nada —Ramonle sonrió suavemente.
Pronto Mauricio ingresó en la sala, donde las otras tres camas estaban ocupadas por pacientes y sus familias. Por todas partes había mudas de ropa, cajas de comida y olor a agua desinfectada. Pero esta ya era muy ideal, después de todo, estaba en el campo.
Entonces Luciana les dijo que volvieran, —Yo me ocuparé de él aquí, los alumnos siguen en la escuela, tenéis que cuidarlos.
—Me quedaré aquí contigo —dijo Ramon.
—No te preocupes, además, no tienes lugar para descansar aquí —Luciana aún se resistía.
—Bueno, llámame cuando quieras —dijo después de pensarlo un momento.
—Bien —Dijo Luciana.
La herida de la cabeza de Mauricio había sido vendada, pero todavía tenía sangre seca en el cuello, así que Luciana fue a comprar una palangana y toallas, lo limpió con agua caliente y le lavó la cara y las manos.
Después se quedó en la sala.
Por la noche no tenía hambre, así que compró agua y se quedó junto a su cama esperando a que se despertara.
A última hora de la noche se quedó dormida en el borde de la cama.
Por la mañana, todos estaban tranquilos, el sol brillaba entre las nubes y despertaba a la gente dormida. Pronto las calles estaban llenas de gente y de vendedores de desayunos.
Mauricio abrió lentamente los ojos y se encontró en un lugar extraño.
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