Ramon se quedó helado y miró a Luciana, sin esperar esa reacción de ella.
—No quiero decir nada más, sólo temo que seas infeliz con él...
—¿Así que crees que tener dinero te hace feliz? —preguntó Luciana retóricamente con palabras afiladas.
—Obviamente este señor Mauricio fue el que dijo que no podría darte una buena vida sin un trabajo, así que por eso se lo pedí —explicó Ramon de forma acusadora.
Ramon sintió que era él quien se había robado la oportunidad que le correspondía. Si no hubiera aparecido, habría tenido una oportunidad.
Luciana miró a Mauricio como preguntándole si había dicho eso.
Mauricio tosió ligeramente; no era su estilo atreverse a admitirlo.
—Soy yo quien lo ha dicho.
—Tienes razón en todo —Luciana le cogió del brazo.
Ramon se queda sin palabras, «¿Qué sentido tiene eso? »
—Luciana, eso no es justo, ¿por qué lo que él dice es correcto y lo que yo digo no?
—Es mi novio, me gusta todo de él, aunque esté mal, creo que está bien, ¿hay algún problema? Luciana sabía que no estaba siendo justa, pero quería proteger a ese hombre.
Porque, esta es la persona que le gusta y quiere amar adecuadamente.
—Luciana has cambiado, antes no eras una persona tan brutal —Ramon se dio cuenta de que ya no la entendía.
¿Cómo es que una chica normalmente suave y cariñosa se ha convertido en algo así?
¿Es tan poco razonable amar a alguien?
—No puedes perder tu código de ser si te gusta más esta persona, con el tiempo te despreciará y por tanto no te querrá y te abandonará.
A Ramon le preocupaba mucho que Luciana se sentara herida y que se sienta humillada por tanto amor.
Luciana bajó la mirada y tomó la mano de Mauricio y entrelazó sus dedos con los suyos. Sabe que Mauricio no es un irresponsable y confía en él y en su elección.
—Si no me gusta, no daré ni un céntimo, si me encanta, lo daré todo, aunque me equivoque de persona y salga perjudicado.
Luciana fingió estar seria y dijo:
—Un poco.
Mauricio está incómodo... « ¿No puedes confiar tanto en mí? »
Luciana se asomó a la luz de la luna y comprobó que se lo tomaba completamente en serio.
—Eres tan poco emocional que me arrepiento de haberme enamorado de ti —Ella suspiró, luego le soltó la mano y se volvió para entrar en la casa.
Mauricio la persiguió y la abrazó.
—¿Cómo puedes arrepentirte de lo que has dicho? No puedes ser un hombre de palabra.
Luciana estaba tan abrazada a él que apenas podía respirar y sus pies casi se despegaban del suelo. Ella inclinó la cabeza y acercó deliberadamente sus labios a la barbilla de él.
—Sólo me arrepiento, ¿qué puede hacerme?
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