—Todavía tenemos tiempo para dedicar a este asunto. Encontraré un hospital más avanzado para examinarte y un médico mejor para diseñar el plan de parto más seguro para nosotros, aún tenemos tiempo, no te preocupes tanto.
Alain le frotó la espalda lentamente, una y otra vez…
Cynthia cerró los ojos, la inquietud que había llenado su mente.
—No tengas miedo, cariño, yo me encargaré de todo. ¿Tienes sueño? —le preguntó Alain con suavidad mientras bajaba la cabeza y besaba su fría frente.
Cynthia negó con la cabeza y le preguntó:
—¿Has comido? He dejado algo de comida para ti.
—He comido —En realidad, Alain no había comido, pero no tenía apetito.
—Entonces puedes dar un paseo conmigo —Cynthia no quería volver a su habitación porque estaba de mal humor.
Alain asintió, tomó su mano y caminó lentamente. La brisa del atardecer soplaba suavemente contra ellos, aportando una sensación de frescor.
—No vayas a la oficina mañana —dijo Cynthia de repente mientras le cogía del brazo.
Alain miró a su mujer y esperó a que le explicara el motivo.
—La escuela primaria comienza mañana —explicó Cynthia con una sonrisa.
Alain se dio cuenta de que lo había olvidado. Se había perdido el proceso de nacimiento de sus dos hijos, y ahora, no podía perderse su primer día de colegio.
—¿No deberíamos tener algo para ellos? —Alain se emocionó de repente.
—Lo has olvidado por completo, pero no pasa nada, lo tengo todo preparado para ellos —Cynthia miró a su marido con ojos comprensivos.
De momento la familia Forero.
Mauricio había ido a la familia Forero después de ocuparse de asuntos laborales, queriendo arreglar las cosas entre él y Hannah lo antes posible. Martín reaccionó primero y regañó a su mujer:
—¿Por qué estás en la puerta? Déjalo entrar.
Fue entonces cuando Perla entró en razón y acogió a Mauricio.
—Mauricio, por fin has vuelto. No sabes que Hannah estaba tan preocupada por ti todos esos días que estuviste desaparecido que no podía dormir y no comía todas las noches. Ha perdido mucho peso —Perla se apresuró a explicar a su hija.
Hannah parecía no haberse recuperado de la conmoción que supuso el repentino regreso de Mauricio y seguía mirándolo con asombro:
—Mauricio…
—Siento haberles preocupados —dijo Mauricio con una expresión de calma.
—Es bueno que hayas vuelto con vida. Lloré muchas veces durante los días que estuviste desaparecido. Aunque tú y Hannah aún no estáis casados, hace tiempo que te considero de la familia, como mi yerno, y me alegro mucho de que vuelvas a estar a salvo. Date prisa y siéntate. ¿Ya has comido? Te haré un poco.
Perla tomó el brazo de Mauricio, sentía que el regreso de Mauricio representaba un futuro brillante para Hannah, por lo que mostró gran preocupación por Mauricio.
—No hace falta, no tengo hambre —dijo Mauricio.
—No me rechazas —dijo Perla.
—Dije que no —dijo Mauricio con firmeza.
Martín no pudo soportar la actitud hipócrita de su mujer y le dijo en tono serio:
—¡Déjalo en paz!
Mauricio se levantó, se inclinó ante Martín y Perla y se disculpó:
—Lo siento, no puedo quedarme con Hannah.
Martín no se sorprendió mucho; desde el principio había sabido que a Mauricio no le gustaba su hija, y la promesa de Mauricio al principio había sido más bien un compromiso.
—¿Qué sentido tienen tus disculpas? Prometiste estar con mi hija, ¿por qué quieres renegar ahora? Eres un hombre que carece de moral —Perla regañó a Mauricio.
Mauricio no tuvo más remedio que disculparse; al fin y al cabo, ya lo había prometido antes.
—Se lo has prometido a mi hija, no puedes abandonarla tan fácilmente…— seguía insistiendo Perla.
—¡Ya basta! —dijo Martín, molesto por dentro, aunque sabía que a Mauricio no le gustaba su hija. Pero la repentina ruptura de Mauricio era algo que no esperaba, así que le preguntó a Mauricio:
—Explícate bien, ¿qué ha pasado?
—¿Te has enamorado de otra mujer? —preguntó Hannah de repente.
Hannah miró fijamente a Mauricio, que creía conocer bien al hombre que tenía delante. Mauricio no era un hombre de sentimientos delicados y, después de aceptar estar con Hannah, no tardó en presentarla a sus amigos e integrarla activamente en su círculo social. De este incidente quedó claro que Mauricio era una persona responsable. Ahora que de repente propuso una ruptura, debía ser porque se había enamorado de otra mujer.
—Dime, ¿quién es ella? —Hannah cerró las manos en puños.
Mauricio no respondió a su pregunta, sólo dijo:
—Lo siento.
—Tus disculpas van a compensar el daño que has hecho a mi hija, Mauricio, nunca aceptaré que abandone a mi hija. Bastardo desagradecido, tu desaparición ha causado un gran dolor a nuestra familia. Ahora que has vuelto, lo primero que vas a hacer es romper con Hannah, eres una gran decepción para mí.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!