—¿Qué está pasando? —Cynthia miró a su hijo que estaba de pie frente al sofá.
Calex señaló a su hermana, que seguía llorando:
—Quería jugar a un juego y lloró cuando perdió.
—El hermano es muy malo —dijo Calessia limpiándose las lágrimas de los ojos—. Hermano es tan desagradable.
Cynthia miró a su hija sin aliento.
Antes le preocupaba que su hija estuviera tan asustada que no volviera a hablar, pero no esperaba volver a ser la misma de siempre tan pronto.
—¿Cuándo dejarás de chismorrear con papá y mamá? —Alain alargó la mano y le frotó la cabeza: —Admítelo.
Luciana se puso a limpiar los cojines y juguetes que los dos niños habían tirado por el suelo.
Calessia pensó que su padre se pondría de su lado y la ayudaría a regañar a su hermano, pero no lo hizo. Así que volvió a entrar corriendo.
—No puedes mimar demasiado a esta niña, si la mimas, probablemente seguirá llorando en este momento —dijo Cynthia al hombre que estaba a su lado.
—¿Quieres decir que la estoy mimando demasiado? —le preguntó Alain.
—Piénsalo tú mismo —Cynthia terminó de caminar hacia Luciana—. Tú ponlo ahí y deja que Vega lo limpie.
Luciana se levantó un poco nerviosa.
—Puedo hacerlo, es fácil.
—¿Te sientes un poco incómoda siendo nuevo aquí? —dijo Cynthia cariñosamente.
—Está bien —dijo Luciana.
Cynthia pudo ver que estaba un poco nerviosa, después de todo se conocían desde hacía poco tiempo.
—Mis dos hijos son muy traviesos —Cynthia le habló para aligerar el ambiente y también trató de acercarse a ella para que se sintiera menos cohibida.
—Son lindos e inteligentes —dijo Luciana con una sonrisa.
Cynthia se sentó en el sofá y le indicó que se sentara también.
—Déjame ayudar un poco —Luciana se arrodilló frente a la caja donde estaban los juguetes y se unió a Calessia para recogerlos.
—¿Cuándo va a volver Mauricio? —preguntó Calessia, mirando a Luciana.
Mauricio no la había llamado y ella no había tomado la iniciativa de ponerse en contacto con Mauricio porque sabía que éste debía tener muchas cosas que resolver desde que acababa de regresar. Ella no podía ayudarle, lo único que podía hacer era no causarle problemas.
—No lo sé—.
—¿No eres su novia? ¿Cómo es que no sabes su paradero? —preguntó Calessia, desconcertada.
Luciana pensó que era divertida, parecía saber mucho a su corta edad.
—Aunque sea su novia, no puedo privarle de su tiempo, ¿verdad? Tiene sus asuntos que hacer.
Calessia no podía entenderlo.
—Los adultos tenéis muchas cosas en vuestro mundo, y también vuestras novias.
La sonrisa de Luciana se congeló momentáneamente, al saber que se refería a Hannah además de a ella.
—Es una niña y aún no entiende nada —Cynthia se apresuró a explicar.
—En realidad, es mi culpa —Luciana estaba ocupada sacudiendo la cabeza.
Parecía que había sido ella la que había roto con Mauricio y Hannah.
Calex puso la caja en el rincón para su hermana y dijo:
—Vamos a nuestra habitación.
Calessia asintió y dijo:
—Está el abuelo en su estudio, quiero ir a ver qué está haciendo.
—Vamos entonces —Con eso, los dos niños pequeños caminaron hacia el estudio, de la mano, Calessia habiendo olvidado que acababa de llorar.
Luciana se sentó en el sofá, miró a Cynthia y le preguntó:
—¿Mauricio te habló de mí?
—Lo mencionó, no cuidadosamente.
—No seas voluntarioso, sé civilizado y educado, respeta a los mayores y a los pequeños, lo has dicho muchas veces, lo sé y lo recuerdo, así que no hace falta que lo digas siempre mamá—. dijo Calessia con cierta impaciencia.
—Mira tu impaciencia, es fea —Calex pellizcó la mejilla de su hermana.
—¡Tú eres el feo! —Calessia odiaba que la gente la llamara fea.
Mirando a los dos niños, Cynthia suspiró.
En el restaurante, Alain les dijo a Alejandro y a Carmen:
—Voy a sacar a Cynthia del país.
—¿En esta época del año? Cynthia, no está en condiciones de ir, ¿verdad? —dijo Carmen.
Alejandro también lo pensó. Pensaron que sería mejor ir después de tener el bebé.
—Necesita ir a un chequeo —Alain no se lo ocultó.
—¿Qué está pasando? —Alejandro estaba preocupado por Cynthia y por el bebé que esperaba.
—No lo sé todavía, te lo haré saber cuando tenga los resultados exactos de la prueba —dijo Alain.
—Entonces vayan ustedes, nosotros nos encargaremos de los niños —dijo Carmen.
Alejandro sintió la necesidad de ir al extranjero no parecía muy prometedor. Se levantó, le dio una palmadita en el hombro a Alain y le dijo:
—Dime la verdad sobre el resultado, bueno o malo.
—Lo haré.
Era el primer día de clase y Alain y Cynthia acompañaron a los dos niños al colegio.
Había mucha gente frente a la escuela, y los coches de lujo aparcados a lo largo de la carretera estaban alineados, bloqueando la carretera mientras los guardias trabajaban para evacuarlos.
Calessia tiró de Alain hacia delante.
—Tú ve más despacio —Alain habló, temiendo golpear a alguien.
Una figura estaba en el edificio de la escuela y miraba a Calessia, que sonreía felizmente entre la multitud, apretando los puños.
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