Bajada del taxi con un ramo de flores en la mano, Chloe se encontró con un grupo de personales sanitarios salir corriendo de la sala del hospital para desplazar a un hombre desmayado al departamento de emergencia.
Como no conocía a Martín, no lo prestaba mucha atención. Habiendo echado un solo vistazo, apartó sus miradas. No avisó a Cristián de que hoy vendría a visitar a la señora Lourdes porque quería darle una sorpresa.
«Siendo la señora Lourdes lo único que tiene Cristián en el mundo, significa mucho para él. Ahora que se cayó enferma, tengo la responsabilidad de visitarla.»
Habiéndose enterado de su ubicación preguntando, caminó directo al destino.
Para que Lourdes se sintiera más cómoda, Cristián la había acomodado en un cuarto de VIP que estaba más tranquila y limpia, con un olor ligero a desinfectante.
Apenas levantó su mano para golpear la puerta, escuchó los gritos de Cristián.
Echó a reír de pronto.
«Parece que la señora Lourdes sigue gozando de una buena salud, o no lo golpearía a Cristián con tanta fuerza.»
Gritó Lourdes enojada,
—Cristián, ¡no me mientas más! Dijiste que Chloe te había perdonado, pero, ¿por qué no vienes con ella? ¿Cuántas veces me has engañado? Veo que a ti no te importan nada mis palabras. ¿Cuándo planeas conseguirme un nieto?
«¿Un nieto?»
Detuvo Chloe de repente.
Lourdes quería tener un nieto y lo sabía mejor que nadie. Cuando estaba con Cristián, se ponía muy ansiosa por tenerlo.
—No le mentí, y lo del hijo es asunto mío. Le ruego que no me lo mencione, ¡por favor! Estoy harto ya, por favor —dijo Cristián con un rostro pálido.
Suspiró Lourdes y dijo con firmeza,
—¡De ninguna manera! Hasta que te cases y me consigas un nieto, te dejaré en paz.
Cristián se volvió irritado de pronto. No podía soportar más sus palabras que repetían y repetían.
—No me gustan los niños, ni tampoco tengo ganas de criarlos…
Apenas terminó sus palabras, le dio un golpe fuerte Lourdes en sus brazos.
—¡Uf! —gritó Cristián—. ¡Qué fuerza con la que me ha golpeado! ¿No le duele? Dándome los golpes no servirán nada sino perjudicarme e impedirme tener los hijos.
—¡Cállate! —dijo Lourdes enojada—. No eres joven ya, Cristián, debes comportarte de manera más responsable. No pienso morirme así sola sin haber visto nacer a mi nieto.
—Tranquila, usted podrá vivir hasta los cien años, le faltarán aún muchos años para el fallecimiento —dijo Cristián en un tono serio.
—¡Qué tonterías! —gritó Lourdes mientras abofeteándole.
—¡Mejor que me golpee hasta la muerte! —murmuró Cristián—. Así me quedaré más tranquilo.
—Tampoco te quería obligar de esta manera —dijo Lourdes con cierta impaciencia—, si tienes otros hermanos que me podrán hacerlo realidad, no te obligaría nada. ¿Crees que haberte criado y educado es un trabajo fácil?
De pronto las lágrimas brotaron de sus ojos, murmuró Lourdes en sollozos,
—Fallecieron tu padre y tu abuelo tan temprano que, yo sola no…
Cristián le pasó un trozo de papel higiénico para que se secara las lágrimas.
Cristián la miró suspirando,
—¿Tiene hambre? ¿Qué quiere comer? Se lo traigo ahora.
Terminadas las palabras, se le acercó murmurando,
—Sé que todo no fue nada fácil para usted y le estoy bien agradecido.
—¿No desayunaste? —preguntó Lourdes.
No tenía apetito frente a su tanta habla y habla.
—Vete a desayunar, he desayunado y no tengo hambre —dijo Lourdes.
A pesar de no tener hambre, prefirió Cristián salir respirando antes que escucharla repitiendo, entonces dijo,
—Vale, ya vuelvo.
Escuchando sus conversaciones, Chloe se quedó de pronto nerviosa.
«Sin su presencia, me sentiría incómoda estar sola con la señora.»
Apenas salió Cristián del cuarto, Chloe caminó corriendo hacia la sala de espera donde se escondía y observaba su paradero. Hasta que lo vio desaparecer, Chloe se metió al ascensor y bajó al primer piso. Cuando salió de ahí, Cristián ya llegó afuera.
Dudando entre visitar a Lourdes y conversar con Cristián, optó por la última, entonces lo siguió atrás de cerca para ver qué pretendía hacer.
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Vuelve conmigo,mi cariño!