¡Vuelve conmigo,mi cariño! romance Capítulo 83

A Álex le gustaba comer camarones. Isabel sonrió y dijo con mimo:

—Bien, compremos.

—Yo también quiero.

A Alessia le gustaba imitar a los demás. Quería lo que su hermano quería, sin importar que le gustase o no, si su hermano lo quería, ella también lo quería.

—Está bien, compramos para todos.

Isabel estaba acostumbrada a que se comportara así.

Con los ojos abiertos en grande, Vega miró a Álex y luego a Alessia que estaba hablando. Pensó que los dos niños eran muy hermosos, además, sus ojos tan brillantes eran igualitos a los de Alain de pequeño.

—Sé dónde hay camarones frescos.

Vega se acercó para mirar a los dos niños:

—¿Quiénes son estos chicos...?

A Isabel no le sorprendía que alguien viniera a hablarle. En el pasado, siempre que salía con los niños llamaba la atención de la gente e incluso algunos se le acercaban a charlar.

Ya se había acostumbrado.

—Son mis nietos.

—Qué hermosuras.

Los ojos de Vega se mostraban reacios a dejar a los dos niños porque eran demasiado encantadores.

Isabel sonrió. Sí, esos dos niños eran su motivación de seguir viviendo, cuidarlos bien por su hija era su tarea para el resto de vida y lo más feliz que le hacía.

—Buenas tardes, abuela.

Álex sabía cómo agradar a la gente.

—Buenas tardes para ti también.

Vega extendió la mano para acariciarle la cabeza.

—¿Cómo te llamas?

—Me llamo Álex Flores.

—Qué bonito nombre.

Vega pensó en su mente que ese niño no solo era guapo, también tenía un nombre muy bonito.

—Abuela, ¿por qué no me lo preguntas a mí?

Alessia estaba un poco descontenta y parpadeando miró hacia Vega.

Se lo preguntó a su hermano, pero no a ella, ¿era porque no era tan guapa como su hermano?

—No me he olvidado de ti.

Vega se rio. Esa niña era demasiado linda, ya sabía tener celos de su hermano a esa edad.

—¿Cómo te llamas?

Vega le preguntó sonriendo.

—Mi nombre es Alessia Flores. Mi hermano y yo tenemos el apellido de mamá.

Alessia dijo alegremente.

Vega se asombró por un segundo, ¿tenían el apellido de su madre?

—¿Dónde dijiste que había camarones frescos?

Isabel interrumpió la sospecha de Vega. Como normalmente los niños llevaban el apellido del padre, la gente solía sospechar de la situación familiar en que estaban al escuchar que llevaban el apellido de la madre.

No le gustaba que la gente se imaginara situaciones en la que estaría su familia.

—Ah sí.

Vega señaló hacia no muy lejos.

—Es ese puesto de allí, os llevaré. Soy su clienta habitual, así que no os timarán con el peso.

Vega se puso delante y les guio el camino con gran entusiasmo.

Isabel la seguía detrás empujando el carro.

Cuando llegaron al puesto, Vega saludó al jefe:

—¿Están frescos los camarones del día?

—Sí, sí, muy frescos, míralos.

El jefe levantó los camarones con una red. Los camarones que estaban fuera del agua saltaron salvajemente.

—Tú ya eres una clienta habitual, no es la primera vez que pruebas mis camarones, sabes que son frescos.

El jefe era muy elocuente.

—Para ti te lo dejo al precio más bajo. Te cobro a 6 € medio kilo, ¿qué te parece? Si es para los demás, se los vendo a mínimo 7,50 €.

—Ponme 1 kilo.

Vega no dudó para nada. Como la tarjeta que le dio Alain era ilimitada.

Tenía mucho dinero.

No era alguien que gastaba sin pensar, normalmente regateaba un poco. Pero conocía muy bien al dueño de ese puesto, así que sabía que era cierto que en otros puestos se lo venderían a 7,50 € mínimo.

Como siempre compraba los camarones de su puesto, sabía muy bien que no estaba mintiendo.

—Pues 1 kilo y 150 gramos deberían ser...

—13,80 €.

Antes de que el vendedor de camarones sacara la cuenta, Álex lo sacó en mente.

El jefe se quedó atónito por un momento. Luego de pulsar el botón de igual, en la calculadora efectivamente apareció los números 13,80 €.

—¿Cuántos años tienes, pequeñín? Eres muy listo.

El jefe se rio. Era la primera vez que veía a un niño tan hermoso, encima tan listo.

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