Calessia respondió:
—¡Sí!
Álvaro levantó la ceja.
—¿Estás segura?
Pensó que Calessia le exigiría al menos que aclarara lo sucedido con Gael.
—Estoy segura —Calessia le entregó el bolígrafo que había sobre el escritorio—Escríbeme tu número de cuenta bancaria y te transferiré el dinero.
Álvaro la miró:
—Ya estoy muy agradecido de que no me hayas culpado de lo que ha pasado hoy. No voy a aceptar el dinero. Estamos en paz.
Álvaro encendió el ordenador, bajó la cabeza y dejó de hablar.
Calessia no lo forzó. Se dio la vuelta y caminó hacia el dormitorio.
Álvaro copió el archivo pero no se fue inmediatamente. Se sentó en el sofá y esperó a Calessia.
Una hora después, Calessia se lavó. Llevaba ropa de casa informal y el pelo aún estaba mojado. Se secó el pelo y salió. Al ver que Álvaro seguía allí, le preguntó:
—¿Por qué no te has ido?
Álvaro se levantó:
—Estoy pensando que tal vez te olvidaste de ordenarme algo. Así que te espero aquí.
Sintió que esta mujer, incluso después de sobrevivir a un accidente de vida o muerte, sigue siendo amable. Debe haber sido aún más inocente antes.
Calessia le sirvió un vaso de agua y le preguntó:
—¿Quieres agua?
Álvaro dijo que no.
Tomó un sorbo de agua caliente y dijo:
—No, no tengo trabajo para ti.
Luego se volvió para mirar a Álvaro:
—Espero que no colaboremos en el futuro.
No vivían en absoluto en el mismo mundo.
Álvaro entendió lo que quería decir:
—De acuerdo, entonces. Sra. Calessia, cuídese y despídase.
Después de hablar, se dirigió hacia la puerta.
—¿Quiénes eres? El Grupo Henking no es un lugar público. Salid de aquí ahora mismo o llamaré a la guardia de seguridad —Lautaro se adelantó y se interpuso entre Gael y Álvaro.
—Sólo tengo unas palabras que decirle al señor Gael...
Lautaro le interrumpió:
—El señor Gael está muy ocupado y no tiene tiempo para escuchar sus tonterías, la seguridad...
—¡Vengo a contarle al señor Gael la verdad de la muerte de su ex mujer! —exclamó Álvaro.
Incluso había eco en el vestíbulo.
La expresión de Lautaro cambió:
—¿Qué, qué has dicho?
Después de hablar, se dio la vuelta y esperó las órdenes de Gael. Gael se mantuvo erguido, pero sus manos, que colgaban a su lado, se cerraron en un puño.
Su voz era baja.
—¿Qué has dicho?
Álvaro dijo palabra por palabra:
—Sé cómo mataron a tu ex mujer.
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