( 18) SWEET CANDY y DARK SHANE - SEX HARD romance Capítulo 64

Metí mi cabeza con torpeza entre sus piernas y aparté la telita fina para encontrarme con su gordo coño. Tenía unos cuantos vellos de color claro y su raya era profunda, con un dedo la acaricié y ella haló más mi cabello por lo que lo continué haciendo con mi barbilla. Su clítoris era rosado y brillante y quedaba expuesto a mi boca, justo en ese momento acaricié con la punta de mi lengua probando su salado sabor, jugué con mi lengua sobre ella agradeciendo el curso intensivo que me dio mi primera novia, obsesionada con la pornografía que le robaba a su hermano mayor, Jolie me había enseñado unas cuantas cosas sobre donde tocarla para provocarle más gustito y parecía funcionar también con mi lengua dado el hecho que suaves quejidos salían de la boca de la maestra y parecía sentirlos en mi pene, succioné ese nudo rosado y pareció agradarle ya que gritó más fuerte, bajé por su rayita y encontré su agujero, su sabor era fuerte pero sin ser desagradable, jugué con mi lengua sobre ese círculo para después curiosear e introducirla en él produciéndole mucha excitación, cada vez estaba más mojada y descubrí que metiendo y sacando la lengua la volvía loca y eso me gusto, tener el control sobre ella.

Me estaba cansando por lo que mientras mi lengua volvía a su clítoris y mordisqueaba un poco causando que rasguñara mis hombros, metí mi mano en su vagina y con dos dedos empecé a penetrarla, el sonido era húmedo gracias a lo empapada que se estaba poniendo y sus uñas estaban clavadas en mis hombros

—Oh, mierda, mmm, niño que rico lo haces, ¡Dios!— gemía y por un momento temí que alguien pudiese venir pero pensé que ella no era tonta y se habría asegurado de que nadie se acercara dado el hecho de que ella ya deseaba esto.

Sentí su cuerpo vibrar y más jugo en mis labios por lo que supuse que pronto tocaría el cielo, amaba ver a Jolie colapsar y poner sus ojos en blancos, al principio me asustaba pero luego me enorgullecía ser el causante de eso, miré a Monique y estaba en la misma posición que esa chica y mi orgullo se hinchaba en los pantalones de mierda que hoy usaba.

Colapsó sobre el escritorio chocando la cabeza contra el grueso libro y poco pareció importarle, sus piernas temblaban y sus jugos embarraban mi barbilla, me levanté a mirarla mientras me limpiaba con el dorso de la mano y sus ojos estaban entrecerrados debido al placer

—Tienes experiencia— afirmó y negué con la cabeza con una tímida sonrisa en mi boca

—Sólo una ex novia muy curiosa, pero nada de experiencia— aseguré y me sonrió levantándose aún con la respiración acelerada

—Me toca a mi, cariño— dijo y me empujó con sus manos para que cayera sobre la silla que antes usé, se arrodilló ante mi y llevó sus manos a mi cinturón, mi erección se apretaba contra la tela del jean y me apenó un poco— Mierda, que puto pedazo tienes, Eder— se mordió el labio inferior cuando bajó mi bóxer y mi pene saltó al aire derramando gotas de líquido blanco en la punta, no podía sentirme más apenado y ella me sonrió— Que no te avergüence, amor, con esto, tus dedos y esa deliciosa boca que tienes llevarás a más de una entre el cielo y el infierno.

Sus dedos cubrieron mi falo y subieron y bajaron de el repetidamente, era como hacía yo en casa cuando me masturbaba, sólo que de un momento al otro bajó la cabeza y acarició la punta con su lengua provocándome un escalofrío en la nuca, sus gafas seguían puestas y se veía como una puta porno, metió toda la punta en su boca y el calor y humedad se mezclaron mientras su mano no dejaba de menearse sobre lo restante ella iba introduciendo más y más en su boca hasta llegar a la base y sacarlo todo, sus ojos eran brillantes y su boca se veía hinchada, siguió metiéndolo dentro y fuera hasta que colgué mi cabeza hacía atrás y sentí como sudaba, Dios, que jodida forma de hacerlo.

Ella metió mis bolas en su boca y jugó con ellas y no pude más que gemir y gemir, me encantaba todo lo que me hacía y cuando el ritmo que usaba para mamamerla aumentó estiré mis manos para agarrar su cabeza y hundir toda mi verga en su boca hasta que escuchaba como se ahogaba y se la sacaba, era una sensación victoriosa y placentera, acabé marcando el ritmo como si de una muñeca se tratara y ella se tragó todo el semen que salió de mi para luego meter por última vez el falo completo en su boca y acabar dando un pico en la cabeza de mi pene, la miraba embelesado y cuando se levantó frente a mi sólo veía una diosa

—¿Te gustó?— preguntó con inocencia y ya sabía la respuesta, aún así asentí repetidamente como un niño y ella se rió. Se puso de espaldas a mi mirando al escritorio quedando su rico culo en alto, levantó su falda y me dejó ver esos glúteos blancos y gordos cubiertos apenas por el encaje— Cógeme, chiquillo travieso.

No lo pensé dos veces y me puse de pie, aún con mi pene erecto. Nunca había follado, he de ser sincero, pero no era idiota y ver ese rosado coño goteando por mi y ese bello trasero en punta para mi eran más que una señal. Me introduje en ella con suavidad acostumbrándome a lo apretada que estaba y lo mojado y calientito que se sentía, cuando estuve completo dentro ella se hincó más y terminó de penetrarse, chocando mis bolas con su humedad. Empecé a mecerme y a aplicar un ritmo que fue más y más intenso y el ruido de nuestras pieles chocando hacían una melodía mezclado con los gemidos que salían de su boca

—Dame nalgadas, Eder— pedía entre gemidos y yo lo hice. Cuando sentí el ardor en mi palma y su piel enrojeciendome quise más y más por lo que le di varias veces en ambos cachetes— ¡Oh, mierda, sí, bebé, así, mmmm!— gemía ella y yo estaba enloquecido. Su cola de caballo chocaba con sus nalgas y me pareció buena idea enrollarla en mi mano. Fue perfecto, ella se arqueó más debido a mi presión en su cabello y sus gemidos se intensificaron.

Sentí mi pene tensarse y las venas a punto de reventar

—Sácalo, Eder— pidió llena de excitación y aunque no quería, lo hice. Aún me acariciaba con mi mano y ella se volteó arrodillándose ante mi y metiendo mi pene en su boca. Agarré su cabeza con fuerza y ella se ahogaba con mi pene pero poco me importaba. Sentí el chorro salir de mi boca y unas gotas se derramaron por su barbilla pero sin caer en su vestido. Me agarré del escritorio cuando sentí mis piernas flaquear y mi respiración estaba como si corriese un maratón, ella se puso de pie y se saboreaba los labios mientras me sonreía—Eso fue genial, cariño.

—Sí, lo fue.

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