30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 117

Rosaura trató cuidadosamente la herida de Camilo, utilizando la menor fuerza posible para que no sufriera demasiado.

Incluso preguntaba de vez en cuando:

—¿Te duele esto?

—Está bien.

El tono de Camilo era siempre tranquilo, su profunda mirada se posaba en Rosaura.

Finalmente logró tratar la herida, y ella estaba llena de sudor en la cabeza, como si hubiera experimentado un maratón completo.

Respiró hondo y, en este momento, Camilo tomó un pañuelo de papel y se secó suavemente el sudor de la frente.

Los movimientos suyos eran suaves y meticulosos.

También era Camilo quien se limpiaba el sudor cuando vendaba la herida hace un momento.

—Puedo hacerlo yo misma.

Rosaura se apresuró a coger el pañuelo y se limpió el sudor rápidamente, contuvo los pensamientos caóticos de su corazón y miró a Camilo con ojos brillantes:

—Señor, te agradezco mucho que me hayas ayudado a alejar el peligro.

De lo contrario, sería ella la que debería estar herida.

La miró él profundamente y preguntó con naturalidad:

—¿De qué manera quieres agradecerme?

Se quedó aturdida, mirando a Camilo con sorpresa. Generalmente los demás dan gracias a una persona, y la persona dicen que no es nada. Y esta era rara que ella conocía a una persona que se apresuraba a pedir un regalo de agradecimiento.

Camilo no era realmente una persona normal.

Ella seguía siendo sincera, así que dijo:

—Te invito a cenar.

—No.

Él se negó sin dudarlo.

Rosaura se quedó boquiabierta y preguntó inconscientemente:

—¿Entonces qué más quieres?

—Tú.

La mirada de Camilo era profunda como un remolino, mirándola de tal manera, como si quisiera enrollarla.

El corazón de Rosaura latía con fuerza. Estaba angustiada y en pánico, quedándose sin palabras.

La miró él con satisfacción, y las comisuras de su boca se levantaron. Se inclinó un poco más hacia ella, dijo palabra por palabra, en tono bajo:

—Durante estos tiempos, cuida de mí.

—¿Qué?

Rosaura salió de su pensamiento, sólo entonces entendió lo que quería decir, resultaba que sólo quería que se ocupara de él...

Justo ahora, ella pensaba en quimeras. Sus mejillas se enrojecieron y contestó asustada:

—Vale...

El hombre levantó la mano derecha y le acarició la cabeza, como si él estuviera tocando a un cachorro.

—Buena chica.

Rosaura se congeló, retrocedió asustada y trató de guardar el botiquín.

Levantando los ojos, ella miró de nuevo al cielo, ya era tarde y debía volver.

Tras pensarlo un momento, habló:

—Señor González, yo...

—Tengo hambre. —La interrumpió en tono despreocupado, no paraba de mirarla.

Las palabras que Rosaura quería decir no pudieron continuar.

Camilo no había comido nada esta noche, y se había herido la mano protegiéndola, así que cuanto más pensaba en ello, más culpable se sentía ella.

—¿Tienes algo en casa? Cocinaré para ti.

La mirada de Camilo se hizo más profunda, y parecía que había una luz encendida involuntariamente en sus ojos.

Al ver que Camilo no le respondía y parecía un poco extraño, ella volvió a preguntar:

—¿Quieres comer o no?

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