30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 127

Como solo serían unos días en la casa de Camilo, Rosaura no llevó muchas cosas. Sólo necesitó llevar una mochila con los artículos necesarios de consumo diario y las ropas.

En cambio, Estela llevó una gran maleta, como si hubiera metido todas sus pertenencias en ella y fuera a quedarse durante mucho tiempo.

Rosaura estaba un poco confundida, sin saber si sería bueno o malo llevar a Estela con ellos.

Camilo no se preocupó, apenas echó una ojeada a Estela durante las dos estaban preparando las maletas, y su mirada siempre se posó en Rosaura.

Cuando llegaron a la villa, Rosaura eligió una habitación que no estaba muy lejos del dormitorio de Camilo y llevó a Estela ahí.

Había muchas habitaciones en la villa, pero sólo no había una para invitados.

Esta habitación era igual a lo que Rosaura había pensado, sólo estaba dispuesta con algunas cosas. Era muy ordenada y era conveniente usarla como dormitorio temporal.

—Hermana, ¿duermo aquí? ¿Pero por qué no hay cama?

Estela se sorprendió un poco, se quedó en la puerta y no dejó la maleta.

Rosaura miró a Camilo y dijo con cierta impotencia:

—Su casa no tiene habitación de invitados, pondremos una manta en el suelo y también podremos dormir.

Estela dudó por un momento, pero no quería irse por la cama, así que asintió con la cabeza. Entró en la habitación con su maleta y ordenó las cosas.

Rosaura también dejó su propia mochila y se dispuso a ordenarla. Cuando acababa de abrir la mochila, una mano se posó en el dorso de su mano.

La encantadora y baja voz de Camilo llegó desde arriba de su cabeza:

—¿Qué estás haciendo?

Rosaura respondió:

—Estoy ordenando las cosas.

Al hablar, trató de sacar su mano de la de Camilo, pero el agarre de Camilo se hizo más fuerte, incluso tiró de ella hacia arriba.

Ella se estrelló contra sus brazos.

El aliento del hombre estaba cerca, tan cerca que hacía temblar su corazón.

Cuando pensó que Estela seguía aquí, sus mejillas se sonrojaron, y se apresuró a intentar apartar a Camilo.

—¿Qué estás haciendo? Suéltame.

—Ve a dormir en mi habitación.

Dijo palabra por palabra, y cada palabra fue extraordinariamente firme.

Rosaura se mostró tímida y angustiada:

—Me acostaré con Estela.

—No te necesita.

Camilo negó categóricamente las palabras de Rosaura y su voz baja dio una sensación de coqueteo y peligro.

—No es la primera vez que duermes en mi habitación, ¿por qué ahora no lo quieres?

Rosaura se sorprendió.

«Él y yo no somos novios en absoluto, no es normal que durmamos juntos. ¿Acaso quiere que esté acostumbrada a acostarme con él?»

Respiró profundamente, con la intención de hablarle seriamente de esto:

—Sr. González...

—No me importa que te lleve a mi habitación a la fuerza ni lo que tu hermanita estará imaginando en su cabeza.

Su voz era tan baja que perecía peligrosa.

Todas las palabras que Rosaura iba a decir desaparecieron.

Inconscientemente Rosaura echó una vistazo a Estela y vio que ella había dejado de hacer la maleta y estaba allí de pie, mirándolos con una expresión de estupefacción.

Las mejillas de Rosaura se enrojecieron aún más.

«Cómo no me di cuenta antes de que Camilo es tan despreciable? ¿Cómo se atreve a utilizar a Estela para chantajearme?»

Rosaura apretó los puños y cada palabra pareció salir de entre sus dientes:

—Suéltame, iré sola.

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