30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 149

El humor seguía supurando. En un momento en el que Rosaura no sabía cómo afrontarlo, recibió una llamada de su familia.

Flavia había invitado a toda su familia a cenar presumiblemente para elegir juntos un día propicio y fijar la fecha de la boda.

Cuando colgó el teléfono, ella corrió con apuros a buscar a Camilo. No llamó a la puerta y simplemente entró.

A Camilo le disgustaba que la gente irrumpiera en su cuarto sin permiso. Levantó la vista descontentamente para ver que era Rosaura y el enfado desapareció. Dejó el bolígrafo y le preguntó:

—¿Qué pasa?

Rosaura se dirigió al lado opuesto del escritorio y miró a Camilo con una expresión ligeramente nerviosa.

—Señor González, hace un momento me llamó mi madre, diciendo que tu familia nos invitó a cenar juntos.

—Lo sé.

Camilo asintió con la cabeza tan tranquilamente como si se tratara de algo muy ordinario.

Rosaura se quedó perpleja y se apresuró a recordarle de nuevo:

—La señora Flavia quiere aprovechar esta cena para fijar una fecha para nuestro matrimonio.

—Sí.

Camilo le siguió contestando con una voz tranquila.

Sin embargo, Rosaura se enloqueció y dijo con cierta ansiedad:

—Señor González, ¿no vas a encontrar una forma de negarse? ¿O ya se te has ocurrido una solución?

Pero inesperadamente, Camilo dijo con serenidad:

—Me casaré contigo.

Por tanto, él no había pensado en negarse o detener en absoluto lo de fijarse una fecha de boda o algo así. Rosaura casi se derrumbó:

—Pero no prometí casarme contigo.

En los ojos de Camilo se veía decepción pero su voz baja era muy firme.

—Me lo prometerás.

Cada palabra inundó de tanta confianza que no le dejó ningún margen para la negociación.

Rosaura, sin embargo, sintió que un escalofrío recorría el cuerpo. Había pensado que, por su persistente denegación a él, no se casaría realmente con ella. Pero para su sorpresa, él se empeñó en hacer lo mismo sin su consentimiento.

—Señor González, forzar las cosas nunca funciona, ¿por qué insistes en hacer así conmigo? Tantas mujeres quieren casarse voluntariamente contigo, ¿no sería bueno que eligieras a otra?

¿Cómo podrían otras mujeres ser como ella?

Camilo frunció el ceño y se levantó, su alto cuerpo se inclinó hacia delante cruzando la mesa y alcanzando casi a su cara. Su voz era baja:

—Rosaura, ¿aún no entiendes ahora mis sentimientos por ti?

Ella podía negarse, pero a él no le gustaba que dijera esas palabras.

Mirando al hombre con rostro serio, Rosaura se quedó en trance por un momento. En un abrir y cerrar de ojos, creyó casi que los sentimientos que acababa de decir se referían a casarse con ella porque le gustaba. Apretando los dientes, ella dijo:

—Sé que tienes a alguien que quieres.

Camilo se congeló sin esperar que dijera algo así. Se fijó en ella:

—¿Quién te lo ha dicho?

Se oyó la voz de Rosaura un poco más baja en la que contenía alguna emoción abatida que ella misma no podía precisar:

—Lo sé de todos modos.

Camilo frunció el ceño y tenía una ira en su pecho. Ni siquiera sabía que estaba enamorado de alguien, ¿de dónde lo sabía ella? La agarró por los hombros y la miró fijamente, pronunciando con extra seriedad palabra por palabra:

—Rosaura, escúchame bien, sólo me ha gustado una persona en mi vida, y es...

—Hermana, estoy lista, ¿nos vamos?

En este momento, la voz de Estela llegó desde el exterior acompañada de sus pasos mientras se acercaba.

Camilo puso una expresión más sombría en su rostro hermoso.

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