30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 184

Rosaura no sabía cómo había salido de su casa.

Los pasos se balancearon, y ella caminó hacia adelante paso a paso, y parecía estar oscuro frente a ella. Estaba confundida, y aún más, no sabía a dónde iba.

Sí, ya ni siquiera tenía un hogar, no había dónde ir. Volvía a ser una huérfana, una vagabunda.

Llovió. Las gotas de lluvia eran tan grandes que incluso dolían un poco cuando golpeaban a uno. La lluvia caía con más fuerza y parecía un chaparrón.

De pie en la puerta, Rosaura se tocó la cara, tan húmeda que no podía distinguir la diferencia entre la lluvia y las lágrimas. Miró al cielo, observando la densa lluvia, su corazón estaba desolado.

Era realmente miserable, acababa de quedarse sin hogar, e incluso Dios iba a intimidarla y hacerla empaparla a fondo.

Rosaura se sentía desesperada, estaba a punto de caminar bajo la lluvia. De todos modos, nadie la quería más, nadie la preocuparía más.

En ese momento, un gran paraguas negro apareció de repente sobre su cabeza, separando al instante la densa lluvia de ella.

Mirando a lo largo del delgado brazo que sostenía el paraguas, se encontraba el apuesto rostro de Camilo, que la miraba con cariño, con sus bonitas cejas ligeramente arrugadas, aparentemente un poco preocupado.

—Aunque estés de mal humor, no puedes estar bajo la lluvia.

Su voz era baja, un tono de mando.

Mientras hablaba, alargó la mano y la rodeó por los hombros, cogiéndola en brazos. Su alto cuerpo era como un refugio protegiéndola del viento y la lluvia.

Rosuara sintió el calor que provenía de su cuerpo, y su corazón, que estaba casi congelado por el hielo de desesperanza, empezó a derretirse.

—¿Por qué estás aquí?

Camilo caminó con su brazo alrededor de Rosaura mientras respondía:

—No me fui.

Había estado afuera esperándola. Él solo se quedó en el pequeño jardín, y cuando Rosuara salió, estaba de mal humor y no lo notó en absoluto.

Rosaura se sorprendió y luego se avergonzó.

No se fue, la casa estaba tan ruidosa, ¿escuchó todos esos contenidos? Entonces también sabría que había sido expulsada de la familia.

Rosaura solo sintió que la habían lastimado nuevamente, y fue extremadamente doloroso. Bajó la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas, y alargó la mano para apartar a Camilo .

—Quiero caminar por mi cuenta.

Al sentir el movimiento de Rosaura, los brazos de Camilo alrededor de los hombros de ella se volvieron a apretar, dándole un abrazo aún más fuerte y no dejándola luchar. Caminó rápidamente y obligó a Rosaura a caminar hacia el automóvil que estaba afuera. El tono de su voz era firme:

—Ven a casa conmigo.

¿Casa?

Esta palabra fue como una aguja en el corazón de Rosaura, haciendo que le doliera mucho. Se resistía a no querer avanzar y su voz era un poco agitada:

—No necesito tu compasión, ¡ya no tengo casa!

Expulsada, sin padres, sin hogar. Una vez más, viviendo lastimosamente solo en el mundo, sin apoyo y sin ataduras. En el futuro, aunque desapareciera un día y muriera repentinamente, nadie lo sabría y mucho menos le importaría.

—¿Quién ha dicho que no tienes casa?

Camilo preguntó con una voz profunda, mirando con amor a Rosaura, cada palabra con tanta determinación.

—Rosaura, escúchame bien, a partir de ahora mi casa, es tu casa.

Rosaura se congeló abruptamente.

Alrededor la lluvia caía sobre el suelo, sobre los paraguas, golpeando con un fuerte sonido, pero en este momento, esos sonidos parecían haber desaparecido, el mundo estaba tan tranquilo que sólo se oía la voz de Camilo.

Dijo que en el futuro, su casa sería la de ella.

La soledad de Rosaura desapareció al oír su promesa. Ella lo miró y se sintió inexpresivamente conmovida:

—Camilo, gracias.

—Lo que quiero nunca es tu gratitud.

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