30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 239

Rosaura y Mateo fueron directamente a la sala de recursos.

El Grupo González preparó esta sala de recursos para el intercambio entre las dos ciudades.

Después de entrar, Rosaura se puso delante de la estantería y empezó a buscar libros según las instrucciones de Mateo.

Mateo la vio muy ocupada. Se sintió ligeramente aliviado porque parecía que Rosaura era realmente indiferente a Camilo.

«Si acompaño a ella durante este tiempo, va a enamorarse de mí poco a poco.»

—Rosaura, te ayudo.

Mateo estaba en la estantería detrás de Rosaura y hojeó rápidamente los libros.

Aunque parecía que Rosaura estaba buscando libros, cuando miró al libro que necesitaba, no lo tomó sino siguió caminado. En este momento, sólo ella sabía que estaba pensando en Camilo.

—Rosaura, ¿lo has encontrado? —Mateo sostuvo un libro y se acercó a Rosaura.

—Todavía no.

De hecho, ni siquiera sabía qué libros acababa de ver.

Mateo vio que el libro que necesitaba Rosaura estaba justo en la estantería delante ella. Pero él no la reveló a Rosaura y dijo:

—Descansa un poco. Los buscaremos más tarde.

Pensando que su propia mente tampoco estaba tranquila ahora, Rosaura asintió y se dirigió con Mateo a la mesa fuera de la estantería para descansar.

—Este libro servirá, léelo —Mateo entregó el libro en su mano a Rosaura—. No has comido mucho, ¿tienes hambre?, ¿quieres postre?

—No hace falta, gracias.

Rosaura se negó sacudiendo la cabeza. Ella no tenía mucho apetito últimamente.

Cuando Mateo la vio bajar la cabeza y empezar a leer, no dijo nada más, pero su ceño se frunció ligeramente.

«¿Rosaura, cuándo puedes dejar de pensar a Camilo.»

«¿Cuándo puedes presentar más atención a mí?»

En este momento, alguien tocó la puerta.

Jorge llevó una bandeja con dos tazas de café y un postre. Se acercó a ellos con una sonrisa.

—Señorita García, esto es su merienda.

Los pasteles del plato eran los favoritos de Rosaura, similares a los que Camilo solía preparar para ella.

Rosaura no sabía qué decir, la imagen de Camilo en su cabeza se aclaró más, y su corazón de repente se volvió aún más confuso, no podía describir lo que sentía. Se negó inconscientemente:

—No hace falta, no quiero comer en este memento, llévatelo.

Jorge no movió y iba a decir lo que había preparado hace tiempo:

—Señorita García, no me malinterprete, esto es de la empresa, todos lo tienen. Si no lo quiere, puede devolverlo al jefe de tu grupo.

Eso significaba que él no se encargaba de devolver la merienda.

Sorprendida, Rosaura miró a Jorge, tratando de ver alguna diferencia en su expresión, pero en ese rostro sonriente no se veía nada más que respeto. No sabía lo que acababa de decir era cierto o no.

—Pues, muchas gracias. Así que vete y ponte a trabajar.

Mateo no quiso pensar cuál era el plan de Camilo y pidió que su asistente se fuera.

Después de entregar la merienda, Jorge debía que irse. Pero al mirar el libro en la mano Rosaura, él dijo:

—¿Señora García está estudiando el proyecto de diseño del 9Q?

Rosaura se sorprendió:

—¿Tú también lo sabes?

Jorge era el asistente de Camilo y era todopoderoso cuando se trataba de manejar las cosas, pero ella no esperaba que supiera algo del diseño.

Jorge contestó:

—Solo un poco.

El 9Q es un término profesional, a simple vista Jorge sabía que se trataba de un libro de 9Q.

Jorge continuó:

—Puedes encontrar más libros sobre este tema en la pequeña sala de recursos.

—¿La pequeña?

Rosaura no sabía la existencia de la pequeña sala de recursos.

Mateo estaba igualmente desconcertado, él era uno de los responsables de este proyecto, pero nunca había oído hablar de la pequeña sala de recursos.

Jorge asintió:

—Los libros de aquí, aunque completos, no son lo suficientemente detallados. En este sentido, la empresa preparó una pequeña sala de recursos, y los materiales y los libros de allí son separados. Si no recuerdo mal, hay un sector para los libros de 9Q.

Eso significaba que existían muchos materiales preciosos.

Rosaura estaba encantada:

—Entonces, ¿dónde está? Jorge, ¿puedes llevarme allí?

Y no le pareció extraño esta pequeña sala de recursos.

Sin embargo, Mateo frunció el ceño y miró a Jorge alertamente.

Jorge ignoró la mirada de Mateo y le dijo a Rosaura con una sonrisa:

—Está en la última habitación de este pasillo, no es muy grande, pero la información es completa.

—Entonces voy a echar un vistazo.

Sin pensar mucho, Rosaura caminó hacia el exterior. Cuando llegó a la puerta, se acordó de algo y se volvió hacia Mateo, que seguía de pie en el mismo lugar, y dijo:

—Señor Gómez, ¿no quieres unirte a nosotros?

Mateo había venido con ella a buscar el libro, ella no había razón para que dejara a él a mitad de camino.

—Claro que sí.

Mateo sonrió y se dirigió directamente a Rosaura.

Aunque estaba sonriendo, no confiaba mucho en Jorge.

Al ver salir ellos, Jorge se rio. Luego llevo postre y se dirigió a la pequeña sala de recursos.

Rosaura abrió la puerta y vio muchas filas de estanterías que estaban llenas de libros. Como lo había dicho Jorge, todos estos libros y materiales eran difíciles de encontrar.

Mateo se sorprendió mucho al ver los libros en esta sala pequeña.

«Aquí hay los libros a los que he buscado durante muchos años. ¡Qué increíble!»

«El Grupo González es tan poderoso.»

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