30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 415

Camilo le rodeó el hombro y dejó que su cabeza le presionara el pecho.

Dijo cariñosamente:

—Has dicho que quieres un regalo al que no te puedes resistir. ¿Cómo te diré dónde está el botón?

Resultó que seguía siendo por sus requisitos para el regalo.

Rosaura se sorprendió y se alegró. Mirando la pulsera, se sintió más dulce.

Con una sonrisa, dijo:

—Déjame estudiar dónde está.

Camilo la miró con cariño entre sus brazos. Le había hecho una pulsera así porque quería que estudiara el diseño para que no tuviera mucho tiempo y energía para hacer conjeturas cuando él no estuviera.

Le dio una palmadita en el hombro y le dijo con voz tierna y cariñosa:

—Buena chica, vamos a la cama. Puedes estudiarlo mañana.

A Rosaura le costó mucho volver a ver a Camilo, y estaba bastante interesada en esta pulsera, por lo que no tenía nada de sueño. Sin embargo, cuando escuchó la voz agotada de Camilo, su corazón se ablandó.

No había dormido bien en los últimos días, y no sólo pudo dormir profundamente después de venir aquí.

¿Cómo pudo molestarlo?

Rosaura asintió obedientemente y acurrucó la cabeza en la posición más cómoda sobre su pecho,

—Bien. Buenas noches.

—Buenas noches —dijo Camilo en un tono suave.

Luego levantó la mano y apagó la lámpara.

La habitación quedó a oscuras al instante. El aliento de los dos se mezclaba entre sí, calentando sus corazones.

Rosaura cerró los ojos, escuchó los potentes latidos de Camilo y disfrutó de su cálido abrazo. Su corazón se sentía pleno.

No pedía demasiado, siempre que le perteneciera.

A la mañana siguiente, antes del amanecer, Camilo se levantó.

Se movió en silencio. Se bajó de la cama sin hacer ruido, se puso la ropa y estaba a punto de salir por la ventana cuando todavía estaba oscuro.

Justo entonces, oyó a Rosaura susurrar:

—¿Te vas ya?

Camilo hizo una pausa. Luego se dio la vuelta y se dirigió a la cama.

Se inclinó y la besó en la frente en la oscuridad.

Dijo suavemente:

—Sí. Vuelve a dormir.

Rosaura no pudo ver su rostro con claridad, pero se mostró reticente al sentir su olor.

Inconscientemente, se agarró a su brazo. Su voz somnolienta sonaba bastante coqueta y adorable.

—¿Vendrás aquí esta noche?

Su pregunta, cuidadosamente formulada, estaba llena de expectación.

Camilo extendió la mano para frotar su cabello.

—Probablemente no. No me esperes. Deberías irte a la cama temprano.

Rosaura se sintió un poco decepcionada, tirando de su manga, reacia a dejarle marchar.

La última vez, estuvieron casi tres días separados. Se preguntaba cuándo volvería a venir. ¿Tres días? ¿O, probablemente, más?

Camilo sintió que su mano tiraba de él, sus ojos estaban llenos de afecto y también de impotencia.

Quería estar con ella cada día más, pero...

Preguntó con voz serio:

—En cuanto esté libre, vendré a verte, ¿de acuerdo?

—Muy bien —respondió Rosaura en tono ligero.

Entendió sus palabras, pero aún no sabía cuándo vendría la próxima vez.

Lo único que podía hacer era esperar.

De mala gana, Rosaura soltó la manga de Camilo. Susurró:

—Si pasa algo, por favor, dímelo. No intentes ocultarme nada sólo porque crees que es por mi bien.

De lo contrario, haría muchas conjeturas.

Camilo asintió con seriedad,

—Está bien, lo haré. Vuelve a dormir.

Luego bajó la cabeza, le besó el pelo y la arropó con el edredón. Se dio la vuelta y se dirigió a la ventana, saliendo de un salto.

Dijo en tono relajado:

—Estoy bastante sano y siempre me quedo despierto por la noche. Rosaura, no te preocupes por mí.

¿Quería decir que acostumbraba a quedarse despierto una o dos noches cuando estaba ocupado? A juzgar por su mirada, Rosaura no creía que sólo se quedara despierto una o dos noches.

Rosaura frunció el ceño:

—¿En qué estás ocupada?

Félix se mostró vacilante, con un toque de vergüenza brillando en sus ojos.

Entonces, extendió el brazo sobre el hombro de Rosaura, llevándola hacia el salón.

Mientras caminaba, dijo:

—Ya casi he terminado. Después de unos días, déjame llevarte a divertirte. ¿Dónde quieres ir?

Era obvio que estaba cambiando de tema, sin querer responder a su pregunta.

Rosaura se había acostumbrado a esta situación cuando hablaba con su madre, así que no le importó que Félix no estuviera dispuesto a contestarle.

Había notado otra implicación en las palabras de Félix.

Dijo que la sacaría en unos días. Significaba que no estaría castigada en unos días.

Rosaura se alegró mucho. Preguntó contenta:

—¿De verdad? ¿No sigues encerrándome?

Félix parecía bastante culpable, frotándose el pelo con cariño,

—Estás castigado estos días porque lo hicimos por tu propio bien. Te prometo que no lo volveré a hacer.

No volvería a estar castigada en el futuro, ¿verdad?

Rosaura estaba encantada, pero intuía que algo iba mal.

Estaba castigada porque su familia no quería que estuviera en contacto con Camilo. Después de unos días, si podía salir, todavía podía contactar con Camilo, ¿no? Todavía no había renunciado a él.

A juzgar por la actitud de Eva y Félix, Rosaura no creía que estuvieran de acuerdo con ella para estar con Camilo.

En ese caso, deben saber que no podría encontrarse con Camilo aunque volviera a salir.

Al pensarlo, Rosaura se puso nerviosa. A toda prisa, alargó la mano y agarró el brazo de Félix.

—Félix, le has hecho algo a Camilo, ¿no? ¿Lo estás obligando a salir de aquí?

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: 30 Días de Prueba Amorosa