30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 42

No era que Álex no sintiera nada por Emilia, pero ya no tenían ninguna posibilidad, y cada vez que Emilia lo molestaba, recordaba el pasado que lo hacía sentirse incómodo.

La mejor manera de llevarse bien entre ellos era no molestar, no tener nada contacto.

Álex dudó un poco antes de decir:

—Dímelo.

Emilia le echó una mirada a Rosaura antes de decir con agravio:

—Quiero hablar contigo a solas.

Rosaura tampoco quería quedarse aquí, así que le dijo a Álex:

—Volveré al hotel primero.

Álex frunció el ceño, pero no dijo nada, sólo le advirtió:

—Ten cuidado.

No estaba lejos del hotel, Rosaura se alejó después de despedirse de él.

Al ver irse a Rosaura, una luz siniestra apareció en los ojos de Emilia.

Cuando Rosaura estaba casi en el hotel, se encontró con un miembro del personal que les había recibido durante el día, José Ryddle.

—Señorita García, ¿por qué ha vuelto?

—Estoy un poco cansada, quiero descansar —respondió Rosaura amablemente.

José miró a Rosaura y le dijo con cierta vergüenza:

—Señorita, ya que ha vuelto, ¿podría hacerme un favor? Todos los demás están en la fiesta y yo no puedo encontrar a nadie más por un momento.

Rosaura echó un vistazo a su alrededor, aparte de la recepcionista y los guardias de seguridad en el vestíbulo del hotel, no podía ver a ningún otro personal.

No se lo pensó mucho y preguntó:

—¿En qué quieres que te ayude?

—Tengo que encontrar una información muy importante que necesito con urgencia.

Con eso, José guio a Rosaura en otra dirección hacia la playa.

—Perdón, realmente no tengo suficiente tiempo, de lo contrario, la encontraré yo mismo.

Rosaura miró la dirección que llevaba José, quedándose un poco confusa.

—¿No está en el hotel?

—No, se guarda en la cabaña junto al mar, allí hay una sala de recursos —explicó José, tenía conciencia intranquila en su rostro.

Poco después, Rosaura siguió a José hasta la cabaña construida de forma independiente en la playa, era el mejor lugar para contemplar el mar.

José abrió la puerta.

—Lo siento, hay demasiadas cosas.

Rosaura miró dentro, vio que la sala estaba llena de todo tipo de información.

No entró de inmediato, sino preguntó:

—Estos materiales son para el concurso, ¿no? Soy una concursante, no está bien que entre.

—Nada, son las informaciones inútiles —explicó José apresuradamente, instándola—, realmente no me queda mucho tiempo, señorita, ayúdeme rápidamente a encontrarla.

Rosaura frunció ligeramente el ceño, sin moverse.

Este concurso no solo estaba cerrado, sino que cada competición tenía solo una semana de anticipación para anunciar el estilo de diseño.

Si Rosaura viera con antelación el contenido sobre la siguiente competición, sería hacer trampa.

Había tanta información aquí, aunque José dijera que todo era información sin importancia, Rosaura no quería meterse en problemas en este momento.

Ella frunció los labios:

—Prefiero no entrar, qué tal que iré al banquete para buscar a unos miembros del personal para que vengan a ayudarte.

Terminando de decir esto, Rosaura quiso marcharse, pero José, que estaba a su lado, se puso repentinamente sombrío.

—¡Entra!

De repente, José empujó a Rosaura hacia dentro con gran fuerza.

Rosaura no pudo controlarse y se lanzó al interior, golpeando la mesa, surgió una fuerte inquietud en su corazón.

No le importó el dolor y corrió hacia la puerta, pero José había cerrado la puerta.

Rosaura se escabulló asustada, mientras se alejaba, sacó su teléfono móvil con la intención de pedir ayuda.

Pero antes de que pudiera marcar el número, el guardia de seguridad le arrebató el teléfono y lo echó de golpe con una cara llena de disgusto.

—Joder, deja de ser Santa, ya que estás aquí, tienes que ser obediente.

El hombre agarró a Rosaura de la mano.

Ella forcejeó con toda fuerza:

—Bastardo, aléjate, aléjate... No me toques, no me toques...

Rosaura gritó aterrorizada, pero había una disparidad entre la fuerza de los hombres y la de las mujeres, no podía escaparse en absoluto.

Estaba tensa y temblorosa, no pudo evitar recordar aquella terrible noche.

Los recuerdos de esa pesadilla y la situación en este momento se superpusieron terriblemente.

Estaba tan aterrorizada que incluso se temblaba la respiración.

Justo cuando estaba casi desesperada, la puerta se abrió de una patada.

El alto cuerpo de Camilo apareció en la entrada, y cuando vio la escena en la habitación, un humor extremadamente aterrador cubrió todo su cuerpo.

—¡Joder!

Él entró en zancadas, levantó al guardia de seguridad y lo arrojó con fuerza contra la pared.

La fuerza que empleó fue tan grande que el guardia de seguridad cayó al suelo destrozado al instante.

En el brazo de Rosaura había moratones por el pellizco del hombre, se veía incomparable asustada y desdichada.

—Tranquila, todo se acabó.

Camilo la consoló de tono suave, quitándose la chaqueta para envolver a Rosaura.

Justo cuando alargó la mano para recogerla, ella se levantó de la mesa, quiso evitarlo.

Su rostro estaba pálido y su cuerpo no paraba de temblar.

Pero los ojos que miraban a Camilo estaban llenos de desapego.

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