30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 429

Después de la lluvia, Rosaura estaba con fiebre. Estaba en coma, tumbada en la cama.

De vez en cuando abría los ojos, pero seguía mareada. Parpadeando sus ojos borrosos, a veces pedía agua y a veces decía el nombre de Camilo.

Su voz era frágil y débil, pero estaba llena de una pena infinita.

Siempre que Eva la visitaba, derramaba sus lágrimas en secreto.

Augusto le dio unas palmaditas en los hombros y la consoló:

—Por favor, no llores, Eva. Carlos está aquí. Rosaura se pondrá bien pronto.

Los ojos de Eva estaban enrojecidos. Frente a Augusto, su agresividad se había convertido en una infinita preocupación y debilidad. Dijo entre sollozos:

—Soy yo quien hace sufrir tanto a Rosaura. Es mi culpa.

—No, no es tu culpa. Lo has hecho por el bien de Rosaura.

Augusto le acarició la espalda y la ayudó a respirar. Dijo con ternura:

—Cuando Rosaura se ponga bien, nos entenderá. En este mundo, ¿quién la querría más que su madre?

Con el amor de la madre, Eva intentó por todos los medios allanar el camino futuro de Rosaura, deshaciéndose de todas las dificultades.

Estaba dispuesta a hacerlo incluso sabiendo que Rosaura la culparía y la odiaría.

Augusto comprendió muy bien el dolor de Eva, así como las razones por las que había persistido en hacerlo.

Apoyando su cabeza en el hombro de Augusto, Eva susurró:

—He estado viendo la batalla entre Fili y Camilo. Sé que Camilo no se atrevió hacer nada grave a Fili, por lo que se vio obligado a llegar hasta el final. Alguna vez he considerado que si él podía arriesgar su vida para quedarse, probablemente...

—Si incluso él pudiera arriesgar su vida para quedarse, le darías la oportunidad por compasión en lugar de por aprobación —interrumpió Alejandro sus palabras en voz baja—, entonces, al final, despreciarías a Camilo. No podrías aceptar a este yerno en absoluto.

—Pero ya se ha ido. Ya ha perdido el derecho a casarse con Rosaura en su vida.

La voz de Eva se volvió más fría.

Augusto soltó un suspiro y susurró:

—Pero no es algo malo. Rosaura acabará recuperándose mientras estemos a su lado.

***

Rosaura tuvo un sueño bastante largo. Estaba inmersa en el sueño. De vez en cuando, podía encontrarse con Camilo y sentía su calor, que la ahogaba y hacía que no quisiera despertar.

—Camilo...

—Por favor, no te vayas... —murmuró Rosaura en voz baja sobre la cama.

Aunque había abierto los ojos, sus ojos borrosos parecían seguir inmersos en el sueño, incapaces de despertar.

Inconscientemente, alargó la mano, tratando de agarrar algo.

De repente, una mano con nudillos se acercó a ella y le agarró la mano.

La palma de su mano estaba llena de calor. A Rosaura le pareció que por fin había agarrado un tronco flotante en el océano. Inconscientemente le agarró la mano con fuerza.

En su oído, la voz profunda y suave del hombre sonó:

—Rosaura...

Rosaura miró en dirección a la voz. Mareada, vio la cara de Camilo que casi la hizo extrañar como una loca.

Era él.

Era Camilo.

—¿Por qué no has venido hasta ahora?

Rosaura sollozó. Las lágrimas cayeron de sus ojos, llenos de queja.

El hombre se quedó sorprendido por un momento. Luego agarró con fuerza la mano de Rosaura. Extendiendo otra mano, le secó las lágrimas del rostro.

—Estoy aquí. Deja de llorar. Mi corazón se romperá por ti, Rosaura.

—No lloraré mientras estés aquí —dijo Rosaura como una niña.

Con su fuerza para agarrar al hombre, se sentó en la cama. Extendiendo la mano, abrazó al hombre.

No tenía mucha fuerza pero lo abrazó con fuerza.

—Prométeme que no volverás a dejarme, ¿vale? No me dejes sola otra vez—, suplicó Rosaura entre sollozos.

Sonaba tan lamentable como si fuera una huérfana abandonada.

Preguntó con voz grave:

—¿De verdad me echas tanto de menos? Pero no quiero extrañarte más.

Rosaura seguía mareada. Al escuchar sus palabras, no pudo entender durante mucho tiempo.

Ella se preguntaba a qué se refería.

Lo soltó lentamente. Con los ojos borrosos, le miró aturdida.

—Camilo, ¿por qué ya no quieres echarme de menos?

—Porque no podemos estar más tiempo juntos.

Lorenzo fingió responder con un tono profundo, lleno de tristeza e impotencia:

—Rosaura, estoy tan agotado de estar contigo. ¿Puedes dejarme ir, de acuerdo?

Rosaura estaba aturdida, totalmente confundida.

Las lágrimas se agolparon en sus ojos. Sus ojos se volvieron cada vez más borrosos. Sin embargo, sus palabras resonaban en sus oídos con claridad.

Se preguntó por qué Camilo decía eso. ¿Quería dejarla?

—Rosaura, por favor, déjame.

Volvió a escuchar su voz.

Era profundo e impotente, como si le estuviera suplicando.

La dejó, por lo que le pidió que renunciara a él, ¿no es así? Se preguntó si su amor se había convertido en una carga para él.

Como si su corazón estuviera picado por agujas, Rosaura oyó un zumbido dentro de su cabeza. Lloró y se tapó los oídos.

—No me lo creo... No me lo creo...

Mientras hablaba, Lorenzo se levantó.

En la vista borrosa de Rosaura, vio a Camilo levantarse y salir a zancadas de su habitación. La figura alta y fuerte del hombre le dejó una espalda decidida y fría.

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