Rosaura se despertó del dolor en medio del sueño.
Tenía la frente sudada, abrió los ojos e inmediatamente se acurrucó como un langostino cocido con las manos en el vientre.
—Emm...
No sabía qué le había pasado, pero el dolor atacaba todo su cuerpo, era insoportable.
Sentía que podía morir en cualquier momento.
Sentía un dolor extremo, todo su cuerpo temblaba incontrolablemente. Levantó la mano para encender la luz, pero estaba demasiado débil para hacerlo.
Se preguntó si moriría sola en medio de la noche.
—¡Bang!
Rosaura cayó al suelo.
Ni siquiera sintió el dolor de la caída. Sólo estaba acurrucada en el suelo sin energía para levantarse.
Ayuda.
No le quedaba energía en el cuerpo, sentía que iba a morir pronto.
Pero temía que si se desmayaba, nunca podría despertar...
—No, no...
Ella no quería morir, tenía que vivir feliz con Camilo.
Ella no quería morir, su felicidad con Camilo no había empezado.
Con su determinación, Rosaura levantó la mano y buscó su móvil en la mesa auxiliar.
El móvil era tan pesado como un camión, ni siquiera pudo sujetarlo con fuerza y se cayó al suelo.
¡Ni siquiera tenía energía para levantar el móvil!
¿Qué estaba pasando con ella?
Estaba aterrorizada. Puso el móvil en el suelo, lo desbloqueó y llamó a Camilo.
—Ring... Ring... Ring...
Estaba sonando pero nadie contestaba.
Estaba oscuro, no sabía la hora y afuera llovía mucho.
El sonido de la lluvia continuaba sin parar. Se superponía a todos los demás ruidos o sonidos.
Rosaura se sintió aún más aterrorizada y desesperada. Pensó que Camilo hacía tiempo que había entrado en un sueño profundo en una noche como ésta y que no oiría el timbre del móvil.
El timbre dejó de sonar.
La visión de Rosaura se volvió borrosa, comenzó a experimentar dificultad para respirar, como si algo la ahogara.
Dolor, falta de oxígeno.
Empezó a perder el conocimiento, su cuerpo se debilitó y las lágrimas rodaron por sus ojos.
Ella gimió suavemente
—Ayuda... Ayuda... Ayúdame...
Sus cejas temblaron y sus ojos se cerraron lentamente.
No pudo aguantar más.
—¡Bang!
Alguien abrió a la puerta desde fuera.
Era Camilo con su bata de baño, el pelo mojado y descalzo. Tenía un aspecto horrible, pero no le importó, se apresuró a entrar en la habitación nervioso y vio a Rosaura tirada en el suelo con la cara tan pálida como el papel blanco. Su corazón se detuvo por un momento.
Tenía los ojos cerrados con fuerza, como si estuviera dormida.
Pero no era un sueño ordinario, no había señales de respiración...
—¡Rosaura!
Camilo la miró y gritó mientras caminaba bajo la lluvia.
—Prometiste casarte conmigo, aún no nos hemos casado, no puedes volver a romper tu promesa, ya me has mentido antes.
Gritó de dolor y de miedo a perderla.
Camilo nunca había experimentado una emoción así, sentía que no era el mismo de siempre.
Sin embargo, la persona en sus brazos era como una muñeca, que yacía en silencio sin responder.
Temía que no pudiera lograrlo.
La residencia de Camilo no estaba ni lejos ni cerca de la de Carloss, tenía que pasar por unos pocos metros y normalmente tardaba menos de veinte minutos caminando, pero le parecía que llevaba décadas andando.
No sabía cuánto tiempo había pasado antes de entrar en el patio de Carlos.
No podía pensar con claridad y abrió la puerta de una patada.
La puerta de Carlos estaba construida con material de alta calidad, pero su patada fue lo suficientemente fuerte como para destruirla.
Carlos pensó que unos ladrones habían entrado en su casa y se despertó sobresaltado. Ni siquiera tuvo tiempo de ponerse cerca y salió de la habitación llevando sólo una braga.
—¿Quién se atreve a demoler mi puerta?
—¡Ayuda!
Camilo entró directamente en el salón con Rosaura en brazos y ordenó con rabia.
Carlos tenía un temperamento extraño. Siempre eran otros los que le pedían un trato y dependía de su estado de ánimo del día el decir que sí o que no, pero nunca había alguien que le mandara.
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