—Ding Dong...
—Ding Ding Dong...
El móvil ha sonado.
Rosaura se molestó pero dejó escapar un suspiro de alivio al mismo tiempo.
Todo había terminado por fin.
Ha tardado demasiado.
Inmediatamente aflojó su mano cansada y quiso retroceder.
Pero ella fue atraída de nuevo a sus brazos.
Sus mejillas sonrojadas chocaron con el pecho desnudo de él, pudo sentir el calor de su piel.
Bajó la cabeza y la miró profundamente a los ojos.
—Rosaura, la próxima vez no te dejaré ir —dijo con un tono seductor.
¿La próxima vez?
Rosaura se quedó perpleja durante un rato y se sonrojó al darse cuenta de lo que quería decir.
Ella, nerviosa y tímida, quiso apartarse, pero él apretó sus labios contra los suyos.
Su beso fue feroz y seductor.
Eso hizo que ella perdiera su poder de rechazo y le siguiera la corriente.
Este hombre era su droga, su punto débil, irresistible.
El móvil de Camilo siempre estaba en modo vibración, esta era la primera vez que Rosaura oía un tono de llamada.
El deseo de Camilo se desvaneció en cuanto escuchó el tono.
Se puso alerta y serio.
Su repentina transformación fue como una frialdad que golpeó y despertó a Rosaura.
Ella le miró preocupada y le preguntó:
—¿Qué pasa?
—Por favor, tráeme el móvil, no contestes —respondió Camilo.
Rosaura vio su rostro serio y supo inmediatamente que se trataba de una llamada importante.
No se demoró ni un segundo y se apresuró a coger el móvil.
Sólo aparecían números en la pantalla, ningún nombre.
A diferencia del número de teléfono normal que se mostraba, éste sólo mostraba los cuatro últimos dígitos, que eran todos nueve.
¿Quién era este misterioso llamador?
Rosaura se quedó perpleja pero no retrasó sus pasos hacia el lavabo.
Se topó con Camilo que salía por la puerta.
Ya estaba completamente vestido, con su camisa y sus pantalones.
Se transformó de un hombre desnudo a un caballero bien vestido en un abrir y cerrar de ojos.
Rosaura se ha quedado atónita. ¿No se había lesionado la mano? ¿Cómo se ha vestido tan rápido?
Le dio unos ligeros golpecitos en la mano herida, preocupada.
Camilo notó su preocupación y le dijo en voz baja:
—Vestirse solo no es gran cosa.
Dijo despreocupadamente.
Su tono despreocupado hizo que Rosaura se sonrojara, estaba molesta. Por qué quería que lo desvistiera si podía hacerlo él solo?
Era demasiado embarazoso e íntimo.
¡Lo hizo deliberadamente!
Quiso salir furiosa y dejarle solo, pero al mirar el móvil que sonaba, se detuvo.
Apretó los dientes y pensó que podría esperar hasta que él terminara de contestar el teléfono.
Y le entregó el móvil.
—Contesta.
El rostro apacible de Camilo se endureció en cuanto miró la pantalla.
Lo cogió y se dirigió hacia la ventana al mismo tiempo que le contestó.
Se puso el móvil junto a la oreja, pero permaneció en silencio, ni siquiera un saludo.
Rosaura se quedó donde estaba y empezó a preocuparse mirando al hombre que no estaba lejos.
El preocupante corazón de Rosaura parecía haber encontrado un puerto.
Al menos ahora podía esperar su texto.
Camilo volvió a mirar a Rosaura:
—Rosaura, tengo que irme esta noche.
El corazón de Rosaura se hundió.
Ella no quería que se fuera, pero respondió obedientemente:
—De acuerdo.
—Necesito un favor tuyo.
—¿Qué? —preguntó Rosaura con entusiasmo, le gustaba ayudarle.
Camilo se acercó a Rosaura y le susurró al oído.
Luego añadió:
—Lorenzo es astuto, ten cuidado con él.
—Sí, lo haré.
Rosaura asintió continuamente, ella haría las cosas.
También significó que no pudo despedirse de él.
Rosaura se resistía a dejarle marchar, sus ojos estaban clavados en él.
Camilo lo sintió y volvió a tirar de ella hacia sus brazos.
Le tocó la punta de la nariz con el dedo.
—¿Por qué me miras como si nunca fuera a volver?
Eso era lo que más le preocupaba.
Rosaura se mordió los labios y se quedó callada, no quería decir algo que le preocupara.
Camilo continuó:
—La separación a corto plazo es buena para los amantes, ¿damos un paso más cuando esté de vuelta?
Un adulto entendería sin duda a qué paso se refería.
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