30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 556

—Rosaura... —dijo Félix en un tono profundo.

Su voz era tan ligera como si se la fuera a llevar el viento.

Avanzó con rigidez.

—Déjame llevarte a casa.

Entre lágrimas, Gloria vio que Félix caminaba hacia el borde del acantilado.

Con una mirada aterradora, parecía que iba a saltar al mar.

Sus palabras la asustaron más. Rosaura había saltado al mar y había muerto por la explosión. No pudieron encontrar nada de ella. ¿Cómo podía llevar a Rosaura a casa?

—Sr. García, ¿qué está haciendo? Deténgase.

Gloria se apresuró a levantarse. Le impidió el paso nerviosamente.

Ella le consoló:

—Por favor, cálmese, señor García. Rosaura está... ya ha... Por favor, no vuelva a hacer ninguna tontería.

Félix puso una cara larga, volviéndose frío y obstinado.

—¡Muévete!

La palabra se estrelló contra Gloria como un martillo con frialdad y dificultad.

Su fuerte e imponente actitud hizo que el cuerpo de Gloria se estremeciera.

En el pasado, por el malestar de Rosaura, Félix nunca había sido demasiado frío al hablar con ella. Al menos, se mantenía cortés.

Sin embargo, en este momento, parecía un hombre insensible. Su aura era tan horrible como si Gloria fuera sólo una mujer desconocida que le hubiera bloqueado el paso.

Como ella se interponía en su camino, la mataría.

Gloria se estremeció ligeramente. Por instinto, quiso apartarse.

Sin embargo, detrás de ella había un acantilado de decenas de metros de altura.

Temblando y apretando los dientes, reprimió el miedo y se puso delante de él con determinación. Abriendo los brazos, siguió deteniéndolo.

—Sr. García, por favor, cálmese.

—¿Calma?

Félix miró fijamente a Gloria, con los ojos llenos de una ira aterradora.

—En semejante circunstancia ahora, ¿cómo puedes seguir tan tranquila? Gloria Pérez, ¿tu corazón es tan duro como el hierro?

La miró de forma extremadamente fría y distante

Gloria se puso rígida de repente. Un escalofrío le subió de las plantas de los pies a la cabeza.

Se preguntó qué quería decir con eso.

Rosaura fue asesinada, y estaba tan desconsolada que se le hincharon los ojos porque derramó lágrimas. Sin embargo, trató de impedir que Félix hiciera tonterías por su seguridad.

Se preguntó si lo había hecho mal.

¿Cómo pudo convertirse en una persona sin corazón y de corazón frío en la mente de Félix?

Como si su corazón fuera apuñalado ferozmente, Gloria se sintió molesta y herida.

Ella le replicó apenada:

—Yo también estoy triste desde que le pasa algo a Rosaura. Pero, tú eres su hermano al que ella quiere mucho. No puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo arriesgas tu vida. Me preocuparé... Rosaura se preocupará por ti.

Al escuchar sus palabras, Félix se mostró más frío y distante.

Miró a Gloria con sus ojos fríos como si fueran hielo ártico bajo la fría tormenta.

Apretó las palabras entre los dientes, acentuando cada sílaba:

—Lo que más lamento ahora es haber permitido que Rosaura siguiera en contacto contigo.

Gloria se puso rígida al instante.

Su rostro se volvió más pálido y miró a Félix aturdida.

Nunca se había opuesto a que Rosaura mantuviera el contacto con ella. Aunque no lo mencionó oficialmente, admitió que era amiga de Rosaura.

Ella se preguntaba a qué se refería.

Con una mirada extremadamente fría, continuó despiadadamente, acentuando cada sílaba:

—Si Camilo y tú no nos hubierais engañado, a Rosaura no le habría ocurrido semejante tragedia. Gloria Pérez, en cuanto te vea, pensaré en tu ignorante engaño.

Creía en ella porque era la mejor amiga de Rosaura. Por eso, para deleitar a Rosaura, invitó activamente a Gloria a la villa de la familia García.

Además, creía en su prima, Christian, porque era la mejor amiga de Rosaura.

Sin embargo, no creía que mereciera quedarse aquí por más tiempo.

Todo fue culpa suya.

Hay que culparla.

Si no hubiera ayudado a Camilo a colarse en la villa de los García, a Rosaura no le habría pasado nada. Seguiría en la villa y disfrutaría de su feliz vida como hija de esta famosa familia.

Ella había arruinado todo.

Gloria se sentía como una pecadora. El sentimiento de culpa era como una pesada montaña sobre sus hombros. Estaba casi abrumada.

No creía que todavía tuviera derecho a presentarse ante Félix.

Ha perdido el valor.

Gloria caminaba con rigidez, esforzándose por mover los pies. Pasó por alto a Félix y caminó en otra dirección.

Caminaba con bastante lentitud, y cada uno de sus pasos era bastante pesado, como si fuera a caer al segundo siguiente.

Apretando los dientes, siguió caminando.

Por mucho que sufriera y por mucho que le doliera, quería contener sus sentimientos para alejarse de la vista de Félix. No quería disgustarle más.

Félix se mantuvo inmóvil y erguido. Su cuerpo era tan recto como un punto de referencia, así como una escultura de hielo.

Por el rabillo del ojo, vio la esbelta y menuda figura de Gloria.

Estaba llena de soledad y tristeza, tan frágil como si fuera a derrumbarse en cualquier momento.

Sin embargo, siguió caminando con determinación, paso a paso, yendo cada vez más lejos.

Inconscientemente, el corazón de Félix se apretó. Sintió inexplicables dolores de bombeo, cada vez más fuertes...

La odiaba, pero su mirada estaba pegada a ella. La vio marcharse sin pestañear.

Sintió que algo en su corazón también se derrumbó junto con su partida.

Félix frunció el ceño profundamente, cubriendo inconscientemente su pecho donde estaba su corazón.

Se preguntaba qué le había pasado.

La aguda punzada que surgió en su corazón casi lo abruma.

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