Rodgers señaló un sendero de maleza frente a él.
—Sigue este camino y deberíamos abandonar esta zona. Te llevaré a otro escondite. No nos encontrarán, al menos por un tiempo.
Christian incluso le preparó otro escondite.
Christian había estado considerando todo tipo de posibilidades para ella antes de irse.
Rosaura frunció el ceño. Quizá Christian sabía que ella no iba a volver cuando él se fuera. Por eso preparó tantos planes de respaldo para ella.
Rosaura le debía demasiado a Christian.
Rosaura se sacudió la culpa y le dijo seriamente a Rodgers:
—Siento las molestias.
—No te molestes. No lo hice por nada. Christian me pagó una buena suma de dinero que podría cambiar mi vida.
Rodgers se rio sinceramente sin ocultarle nada a Rosaura.
Fue un favor y un intercambio.
Rosaura se sintió agradecida de cualquier manera. Dudó y preguntó:
—¿Sabes cómo está Christian ahora?
Rodgers mostró su preocupación y le respondió a Rosaura en voz baja:
—No estoy seguro. Me dijo que si no volvía, debía sacarte de allí y cuidarte.
Rosaura estaba decepcionada.
Ni siquiera Rodgers sabía cómo estaba Christian. Rosaura ya no sabía a quién podía preguntar.
Rosaura dudó y preguntó nerviosa:
—Cuando salgamos de aquí y aterricemos en un lugar seguro, ¿podrías ayudarme a preguntar por ahí y ver cómo está Christian? Aunque sea una pequeña información, es mejor que nada.
Cuando Rodgers estaba a punto de responderle a Rosaura, una voz extraña y fría se alzó desde lejos.
—No hace falta que preguntes por ahí. Puedo decirte lo que le pasó a Christian.
Estas palabras salieron de la boca del hombre palabra por palabra, como si las estuviera masticando.
Rosaura se quedó atónita ante las palabras maliciosas del hombre.
Se giró asustada y vio a un hombre en silla de ruedas al final del camino de hierba.
La cara del hombre estaba envuelta en una gruesa gasa. Rosaura sólo podía ver sus ojos y su boca. Había una máquina pegada al cuello del hombre. Vibraba cuando el hombre hablaba y producía una voz robótica.
Rosaura reconoció quién era el hombre aunque estuviera tan tapado y no pudiera verle la cara.
¡Lorenzo!
Rosaura sabía que no estaba muerto.
Ella pensó que había escapado, pero terminó acorralada por Lorenzo.
Sentía frío y su cuerpo estaba rígido. La desesperanza que sentía casi la aplasta.
Rodgers abrió los brazos y se puso delante de Rosaura.
—Corre, yo lo detendré.
Rosaura se sorprendió. Miró a Rodgers y pensó que Rodgers vino a ayudarla por un simple favor, pero aun así era muy responsable.
Rosaura estaba conmovida, pero resignada.
Lorenzo estaba malherido y no podía moverse solo. Seguro que no estaba solo.
Los secuaces de Lorenzo y sus feroces doncellas estaban cerca.
Rodgers y Rosaura podrían estar acorralados por ellos ahora mismo.
¿A dónde más puede correr Rosaura?
Rosaura dio una palmadita en el hombro de Rodgers.
—No hay ningún sitio al que huir. Deberías irte y dejarnos aquí.
Rosaura no quería meter a Rodgers en problemas.
Rodgers sacudió la cabeza y se quedó quieto.
—¿Cómo puede un hombre dejarte aquí y huir? Déjamelo a mí. He aprendido taekwondo antes. Puedo protegerte.
Hacía mucho frío.
La ira llenó su corazón como un fuego en el campo.
—¡Tú! ¿Cómo te atreves a matarlo? —Rosaura gritó.
La vida de Rodgers fue arrebatada por una simple orden.
Rodgers esperaba su futuro a punto de cambiar, pero ahora, estaba muerto.
Esta gente era cruel.
Mataron a alguien sin siquiera pestañear.
—¡Lorenzo, eres un demonio! ¡Maldito seas! ¡Pagarás por esto!
La silla de ruedas de Lorenzo se movió lentamente hacia Rosaura después de que su dedo envuelto en gasa pulsara un botón en el mango de su silla de ruedas.
Lorenzo no se movía rápido. Parecía una nube, que se acumulaba lentamente y se tragaba las luces del cielo.
Lorenzo movió los labios mientras hablaba.
—Rosaura, no sólo mataré al vagabundo. También mataré a la persona que más te importaba.
Lorenzo entonces dejó caer una mirada maliciosa sobre Camilo.
—Camilo.
Rosaura se estremeció. Sintió que su corazón caía en el agua helada y se congelaba.
Rosaura abrazó a Camilo con sus brazos temblorosos, y luego retrocedió poco a poco con cuidado.
—¿Cómo te atreves? Si te atreves a hacerle daño a Camilo, te lo haré pagar —Rosaura gritó.
—¿Crees que ahora tengo miedo de morir?
Lorenzo se rio con arrogancia. No tenía miedo.
Lorenzo era una persona que se abrió camino desde el infierno. Lo perdió todo, así que no tenía miedo. Sus locos pensamientos le decían que arrastrara al infierno a todos los que odiaba.
—Quiero que me veas pelar su piel capa por capa. Luego, apuñalarlo una y otra vez y torturarlo hasta su último aliento.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: 30 Días de Prueba Amorosa