—¡Basura! Ni siquiera puede recoger a alguien en un momento crítico.
Félix le dio una patada a Albert.
Albert se lamentó, se cubrió la pantorrilla y se alejó varios pasos con una mirada de resignación.
¿Qué le importa si Rosaura no iba?
Aunque su corazón estaba agraviado, Albert no se atrevió a mostrarlo y dijo débilmente:
—¿Y si intentamos recogerla?
Se podría probar, pero no estaba totalmente confirmado que funcionara.
Si Gloria no regresaba, de una forma u otra, se temía que se perdería otro día para nada, y un día más de retraso haría sufrir a Gloria un día más.
El fuego interno de Félix era aún mayor.
Miró con disgusto las ya lejanas espaldas de Rosaura y Camilo y apretó los dientes.
—Está valorando a su novio más que a su amiga.
¡¿Cuándo se volvió así mi hermana?!
Quería darse la vuelta y marcharse, al igual que Rosaura, y luego dejar que Albert la recogiera.
Pero no pudo dar un solo paso.
No estaba tranquilo.
Las tres palabras iban y venían en su mente.
Albert vio la mirada dubitativa de Félix y se sintió muy sorprendido. Antes, el joven maestro era una persona limpia y decidida, y nunca pensaba más de tres minutos.
Pero ahora...
Se trataba de ir o no, y estuvo dudando durante treinta minutos.
¿Era tan difícil recoger a alguien?
De pie, a unos metros de distancia, Albert miró a Félix con curiosidad y preguntó tímidamente:
—Joven maestro, ¿por qué no quiere ir a buscar a la señorita Gloria?
—¡Tengo que ir a casa a informar! —gritó Félix.
Albert tenía una mirada interrogativa en su rostro, evidentemente no estaba convencido de su respuesta.
El rostro de Félix se ensombreció aún más al instante, y en el fondo de sus ojos oscuros, había un toque oculto de incomodidad y aprehensión.
Cuando supo que encontraron a Gloria, su primera reacción fue la de sentirse abrumado por la alegría. Estaba tan emocionado que quería ir a buscarla inmediatamente y ver por sí mismo si estaba bien.
Pero su segunda reacción fue dar un paso atrás.
Ese día, fue él quien dijo palabras tan duras para alejar a Gloria, y también fue él quien dijo que no volvería a verla en su vida. Creía que Gloria tampoco debía querer verlo ahora.
Si él iba, Gloria de seguro no le seguiría.
Por lo tanto, lo más seguro era que Rosaura acudiera a Gloria, pero Rosaura... solo se preocupaba por Camilo.
Félix estaba totalmente irritable y desgarrado.
Es más, no sabía cómo enfrentarse a Gloria si iba allí.
Pero ahora, tampoco tenía otra opción...
Aunque huyó, no era un hombre irresponsable. Había prometido proteger a Gloria, y esta vez no podía seguir dejándola allí sola.
Félix respiró hondo, con el rostro sombrío, y caminó a grandes zancadas hacia el helicóptero.
Albert se apresuró a seguirle. Luego, preguntó inseguro:
—Joven maestro, ¿a dónde vamos ahora?
Félix subió al helicóptero y miró en una dirección.
—Ciudad Mar —dijo con una voz profunda.
Desde el principio hasta el final, le era imposible estar tranquilo.
Albert se sintió aliviado al ver que Félix se había decidido por fin, y se apresuró a dar órdenes al capitán.
—Cuando vuelvan, lo sabrás.
—¿Estás apostando? ¿O es que ni siquiera lo puedes adivinar?
Rosaura miró coquetamente a Camilo con una sonrisa en la cara.
Los ojos de Camilo se entrecerraron y, de repente, la atrajo hacia sus brazos.
La miró, con su apuesto rostro inclinado tan cerca que el aliento caliente de sus palabras casi rociaba su pequeña cara.
—No tengo mucha paciencia con nadie más que con tus sentimientos.
Sus ojos eran profundos, y la miraba fijamente, como si hubiera espacio en sus ojos, en el mundo, sólo para ella.
El corazón de Rosaura de pronto palpitó de forma salvaje e incontrolable.
—Entonces, esta vez te empeñaste en tender una trampa a mi hermano y a Gloria, para... —tartamudeó con la cara roja.
—Ti —Camilo respondió secamente.
Luego, sus finos labios se fruncieron en una sonrisa.
—Tu hermano no entiende de emociones, así que sólo me analizará y tratará desde el lado del mayor interés. Y en cuanto a los intereses, aunque me convirtiera en el jefe de la familia Talens, aunque desafiara a la vida y a la muerte por ti, solo pensará que te engañaba y te utilizaba, y el fingir ser Christian, y...
La mirada de Camilo se oscureció ligeramente y, tras una pausa, continuó:
—Todas estas cosas se convertirán en un estigma en su corazón, y aunque me trate con cortesía, no me aceptará realmente como su cuñado.
Rosaura miró sorprendido a Camilo.
—¿Así que piensas dejar que mi hermano y Gloria estén juntos?
—Sí. Una vez que lo experimente en persona, comprenderá que en la vida hay más que solo interés. Si realmente se enamoró de Gloria, acabaría perdonándola por su engaño. Y ya que puede perdonar a Gloria, entonces él no estará en posición de seguir interponiéndose en nuestra relación.
Cuando llegue el momento, Félix no sólo no tendrá posición de oponerse, sino que también podrá entender a Camilo.
Rosaura miró a Camilo con estupefacción.
No era de extrañar que Camilo fuera tan proactivo y ayudara a encontrar a Gloria sin importar el coste. No es de extrañar que la primera vez que encontró a Gloria, Camilo optara por decírselo a Félix. Tampoco es de extrañar que Camilo no la dejara recoger a Gloria y tuviera que contar con Félix para hacerlo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: 30 Días de Prueba Amorosa