La descomposición del cuerpo de Rosaura fue más rápida de lo que ella había pensado.
Sin comida, sin calorías, sin energía, caminaba con más y más esfuerzo, sintiendo un agotamiento casi insostenible a cada paso que daba.
Y el frío, aún más irresistible, se introdujo en su cuerpo a través de la ropa y la hizo temblar de un momento a otro.
A Camilo tampoco le iba bien, su rostro apuesto estaba cada vez más pálido.
Sus manos, la mayor parte del tiempo, estaban frías como el hielo.
Aunque era físicamente más duro que Rosaura, este es el lugar más frío y nevado, y ella no podía ni siquiera llevar su ropa especial a prueba de frío, y mucho menos Camilo, que sólo llevaba una chaqueta de algodón.
El hecho de que haya durado tanto tiempo se debía enteramente a su físico bullicioso.
—Camilo...
En la pesada nieve, la voz de Rosaura sonó suavemente, y al momento siguiente se la llevó el viento.
Sin embargo, Camilo lo escuchó.
Se detuvo y giró la cabeza para mirarla, sus cejas estaban manchadas de nieve, pero aún eran tan suaves como el agua de un manantial.
—¿Qué pasa?
—Camilo...
Rosaura le llamó suavemente, con los párpados encogidos, la mirada desenfocada y perdida.
Su cordura ya no era muy clara.
Tenía mucho frío y mucho cansancio.
Se esforzó por enfocar su visión para ver a Camilo, su voz temblaba y era débil, como si estuviera a punto de romperse en cualquier momento.
—Lo siento... Puede que no sea capaz de aguantar, yo... No voy a poder hacerte más compañía, el pequeño país de Odria está a punto de llegar, tienes que seguir...
Ella sólo podía ir hasta cierto punto.
Se había cocinado a fuego lento hasta el punto de ruptura, física y mentalmente.
La expresión de Camilo se congeló violentamente y sus manos sujetaron con fuerza a la temblorosa Rosaura entre sus brazos.
La miró con expresión ansiosa y le dijo con urgencia:
—Rosaura, no puedes dormir, ya casi llegamos. Despierta y aguanta.
A continuación, le dio una suave palmadita en el hombro.
La visión de Rosaura estaba aturdida y probablemente sólo podía distinguir el contorno de Camilo en sus ojos.
Sacudió la cabeza lentamente, su visión se hizo más laxa.
—Tengo demasiado sueño...
No puedo mantener los ojos abiertos y mi cuerpo no puede caminar.
El frío extremo y el cansancio habían minado todas sus fuerzas.
Resultaba que los hermosos campos de nieve también pueden matar a una persona.
Era una pena que no haya acompañado a Camilo hasta el final.
—Prométeme que seguirás adelante y me dejarás en paz...
Habló despacio, con una voz cada vez más débil, como si fuera a perderse en el viento y la nieve en cualquier momento.
El rostro de Camilo se volvió cada vez más pálido, sus nervios se tensaron como si estuvieran a punto de romperse en cualquier momento.
Era una pena lo de Rosaura.
Estos días, su salud no había hecho más que empeorar y, a estas alturas, ya casi había llegado a la extenuación.
Pero aún queda mucho por hacer.
Una vez que se derrumbara, puede que no vuelva a despertarse.
Su corazón se sentía como si fuera apuñalado con fuerza por la punta de una aguja, y Camilo apenas podía respirar.
Le rodeó la cintura con los brazos y la abrazó con fuerza, como si quisiera meterse en sus huesos y en su sangre.
—Rosaura, estoy aquí, no dejaré que te pase nada. Pronto saldremos de las llanuras nevadas, así que aguanta, te sacaré.
Su voz era baja y decidida, más bien como una loca obstinación.
El camino que tenía por delante era difícil y su cuerpo estaba ya muy cansado, pero aun así, no podía dejarla seguir sola.
La mirada de Camilo era oscura y firme, y caminó hacia delante con un paso decidido mientras cargaba a Rosaura.
Se la llevará de esta llanura nevada. La dejará vivir.
Si se detenía, solo moriría.
La nieve, que cae cada vez más pesada, se amontona como plumas de ganso, tan densa que apenas se podía ver en la distancia.
Camilo avanzó con dificultad paso a paso, dejando tras de sí, un pesado rastro de pisadas.
Pero sólo un momento después, sus pasos estaban cubiertos de nieve.
—Rosaura, dijiste que siempre estarías ahí para mí, y te prohíbo que faltes a tu palabra.
La voz de Camilo era ronca y hablaba en voz baja como un molino de piedra.
A lo largo del camino, siempre estaba hablando consigo mismo.
La persona que se apoyaba en su espalda no respondía para nada.
No se sabía cuánto tiempo caminó, pero frente a los interminables campos de nieve y sobrecargado por el agotamiento físico, cada paso que daba Camilo se hacía más lento y difícil.
Ni siquiera tenía fuerzas para detenerse y montar su tienda.
Estaba casi al límite de sus fuerzas, y ahora que había caminado durante tanto tiempo, casi todas sus fuerzas se habían agotado.
En un frío glacial y sin comida.
El cuerpo humano siempre llegaba a un límite.
Camilo había aguantado con perseverancia hasta ahora, pero su visión finalmente comenzó a nublarse.
El alto cuerpo no pudo soportar más el peso de los dos y se desplomó en la nieve con un fuerte golpe.
...
Rosaura tuvo un largo, largo sueño.
En el sueño, apareció en Ciudad del Sur y llegó a la pequeña villa de Camilo.
El aspecto de aquel lugar seguía siendo el mismo que ella recordaba.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: 30 Días de Prueba Amorosa