30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 777

Lía estaba asustada y su cara estaba mortalmente pálida. No paraba de jadear después de trotar.

No tuvo tiempo de calmarse y dijo a toda prisa:

—Lautaro, Lautaro, él... De hecho reunió a más de la mitad de los altos funcionarios para apoyarle y se enfrentó abiertamente al juez. Se va a rebelar. Me temo que Odria tendrá un gran cambio. El duque Héctor me pidió que volviera. Te dijo que tuvieras cuidado y que no salieras estos días.

Rosaura se quedó tan sorprendida al oír lo que dijo Lía que casi no podía pensar con claridad.

¿Rebelar?

Pensó que con tan mala opinión pública, casi podrían destruir a Lautaro, ¡pero no esperaba que se atreviera a rebelarse!

Este hombre era tan poderoso en Odria que incluso el juez no se atrevió a matarlo.

El siguiente paso fue un cambio político.

Incluso podría haber una guerra.

Rosaura nunca había experimentado algo tan grande. Tenía las manos y los pies fríos por el pánico. No podía imaginar lo que ocurriría a continuación.

¿Podrían estabilizar la situación?

¿Cuántos inocentes morirían por ello?

Para ella, la guerra era lo más temible y resistente.

—Es sólo un cambio político. No habrá guerra.

Camilo cogió con fuerza la mano de Rosaura.

Sintió el calor en la palma del hombre, como si tuviera magia, disipando la frialdad en la punta de su dedo.

Rosaura miró de reojo y vio el apuesto rostro de Camilo, tan tranquilo como de costumbre.

No le sorprendió en absoluto que Lautaro tuviera intención de rebelarse.

Rosaura se quedó de piedra y de repente se le ocurrió algo.

Miró fijamente a Camilo y le preguntó:

—¿Ya lo habías adivinado?

Camilo apretó los labios y asintió.

Rosaura se quedó de piedra.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

Camilo le tocó el pelo y dijo con impotencia:

—Temía que tuvieras miedo.

Si le hubiera dicho a Rosaura con antelación que Lautaro se vería obligado a rebelarse, le habría preocupado no poder dormir en varios días.

Rosaura miró a Camilo sin comprender. Su sabiduría y control estaban más allá de las palabras.

¿Cómo podía esperar algo tan grande por adelantado?

¿Qué otra cosa no podía esperar Camilo?

—Pero ahora sigo teniendo miedo.

Rosaura frunció el ceño. No lo sabía hasta ahora.

—Camilo, ya que lo has adivinado, ¿todavía tienes un plan? ¿Tienes alguna manera de lidiar con Lautaro? —ella preguntó.

Cuanto más decía, más grave se hacía la voz de Rosaura.

Se trataba de un cambio político. Con la mitad del poder de Odria en manos de Lautaro, eso significaba la mitad de un país.

Por muy poderoso que fuera Camilo, aquí no tenía poder ni influencia. ¿Cómo podía tratar con la mitad del país con las manos desnudas?

Tal vez podrían ayudar a Héctor a resolver este asunto en secreto.

Sin embargo, el proceso era muy peligroso y sangriento.

—Rosaura, de repente me doy cuenta de que ahora me miras con desprecio.

Camilo miró a Rosaura con desagrado.

A los hombres no les gustaba que los menospreciaran, ni que sus mujeres los menospreciaran. Estaba relacionado con su dignidad.

Rosaura se apresuró a negar con la cabeza y dijo:

—No, en absoluto. Siempre has sido la persona más fuerte y poderosa de mi corazón.

Rosaura abrió los ojos sorprendida.

—¿Viene Lautaro?

Al pensar en el hombre demonio que casi la había violado, Rosaura no pudo evitar tensar su cuerpo, sintiendo una gran resistencia y repugnancia.

Estaba nerviosa y asustada.

Cuando pensaba en él, involuntariamente le venía a la mente la sensación de haber sido violada por él. Si lo viera, probablemente querría apuñalarlo hasta matarlo.

Al sentir el nerviosismo y el miedo de Rosaura, los ojos de Camilo se oscurecieron y el aura que la rodeaba bajó un poco.

Lautaro debía haber hecho algo imperdonable para que Rosaura se asustara tanto.

Maldita sea.

La intención asesina surgió en su pecho, pero Camilo parecía gentil. Pasó el brazo por el hombro de Rosaura y la estrechó entre sus brazos.

—No puede hacerte nada. Estoy aquí contigo —dijo en voz baja.

Con él, ella estaba a salvo.

El miedo que surgía en el corazón de Rosaura se desvaneció mucho en un instante, como si la hubieran consolado.

Ella se apoyó en su pecho y asintió levemente.

—Bueno, no tengo miedo.

Mientras él estuviera allí, ella estaría a salvo, así que no tuvo miedo.

Ella también quería ayudarle. No podía encogerse como un estorbo.

Rosaura apretó los puños y se animó.

Lía, que estaba junto a ellos, oyó lo que los dos habían dicho. Sabiendo que Lautaro se acercaba, inconscientemente sintió miedo. Pero en este momento, lo que la preocupaba más era...

¿Era realmente apropiado que Camilo y Rosaura se abrazaran así?

La postura íntima no era la de un hermano y una hermana corrientes, sino la de una pareja enamorada.

¿La relación entre hermanos en el exterior era tan unida?

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