30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 789

El rostro feroz de Samantha cambió radicalmente cuando vio a Camilo de la mano con Rosaura.

—Camilo, he dicho tanto. ¿Todavía vas a estar con Rosaura? Si la eliges, morirás —gritó emocionada.

Camilo levantó la cabeza y miró a Samantha. La frialdad de sus ojos era aterradora.

—¿Y qué? —se mofó.

Samantha se quedó estupefacta ante su falta de escrúpulos.

No se lo podía creer, y sentía que la había alcanzado un rayo.

Nunca había pensado que en el momento de la vida y la muerte, Camilo estaría al lado de Rosaura sin importarle su propia vida.

¿No le importaba morir?

¿Tan importante era Rosaura para él?

No, es imposible.

Existían personas que estarían dispuestas a sacrificar su propia vida por la de la persona a la que amaba. Pero si la persona que amaba debía morir, era estúpido elegir morir juntos cuando podía sobrevivir.

Nadie tomaría una decisión tan estúpida.

Además, Camilo era un hombre sabio. Nunca haría semejante estupidez.

Debía estar conspirando contra ella. Debía haber pensado que ella no quería dispararle ni dejarlo morir, así que no le habría hecho nada si él la hubiera atado con Rosaura.

Le estaba tendiendo una trampa y forzándola.

¡No podía permitir que él y Rosaura estuvieran juntos!

—¡Camilo, si no puedo contigo, no me importa destruirte!

Los ojos de Samantha se volvieron rojos y su rostro parecía extremadamente feroz.

Levantó su mano izquierda y ordenó:

—¡Disparen! ¡Mátenlos!

Rosaura se quedó sorprendida y estupefacta.

No esperaba que Samantha fuera tan cruel y despiadada. Si no lo conseguía, ¡también mataría a Camilo!

Estaban rodeados de guardias y decenas de armas se disparaban al mismo tiempo. Aunque Camilo fuera muy rápido, no podría esquivarlas.

Estaba muy asustada.

El Nazaeli estaba justo delante de ellos. Pronto podrían escapar del Odria, pero no esperaba que al final Samantha lo arruinara.

Ella y Camilo morirían juntos.

Rosaura estaba desesperada. Vio cómo los guardaespaldas que estaban frente a ella apretaban el gatillo y las balas volaban.

—¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

Los disparos fueron tan fuertes que la mente de Rosaura se volvió negra. En ese momento, sólo había desesperación en su corazón.

Sin embargo, la cintura de Rosaura fue repentinamente sujetada por Camilo. La levantó del suelo y la hizo girar.

Al mismo tiempo, Camilo se precipitó vigorosamente hacia delante.

Los guardaespaldas que tenía delante cayeron al suelo casi en un instante. Con Rosaura en brazos, Camilo saltó al bosque detrás y se escondió tras un gran árbol.

Rosaura estaba abrazada a él y su mente permanecía en blanco todo el tiempo.

Hasta que sus pies cayeron al suelo, ella seguía sin poder reaccionar. ¿Seguía viva?

¿Cómo pudo Camilo sacarla viva en medio de tanta gente?

¿Cómo es posible?

Fue increíble.

Todavía en estado de shock, Rosaura miró a Camilo. Presa del pánico, vio que Camilo tenía la cara pálida como el papel y la frente cubierta de sudor, que caía como una columna de agua.

Rosaura se quedó de piedra y de repente se dio cuenta de algo.

—Camilo, ¿te han disparado? —gritó asustada.

Rosaura estiró la mano y tiró de la de Camilo, pero él le susurró al oído:

—Rosaura, no llores. Tienes que ser fuerte para sobrevivir y salvarme.

¿Salvarlo?

Esta palabra tan sensible hizo que Rosaura dejara de llorar.

Entonces, sintió que le ponían en la mano una pistola fría y punzante, manchada de sangre.

Camilo bajó lentamente la mano que le cubría los ojos, la miró seriamente y le dijo:

—Yo los retendré aquí. Tú corre por detrás, sal a buscar a Héctor y pídele que traiga de vuelta a sus soldados.

Como si temiera que Rosaura no estuviera de acuerdo, Camilo recalcó:

—Los dos moriremos si nos quedamos aquí. Si pides ayuda, aún puedo tener una oportunidad de sobrevivir.

Con la pistola en la mano, Rosaura miraba aturdida a Camilo.

Su rostro se volvió cada vez más pálido.

Abrió la boca y dijo con voz temblorosa:

—¿Quieres que me vaya sola? ¿Que te deje... que te deje aquí?

Camilo frunció el ceño y un atisbo de tristeza brilló en sus ojos.

Tiró de sus pálidos labios e hizo lo posible por esbozar una suave sonrisa para consolarla.

—No dejarme solo aquí, sino buscar a alguien que me salve. Rosaura, te espero aquí.

¿Esperar?

Rosaura le miró con los ojos enrojecidos.

¿Podría Camilo seguir esperando a que ella le salvara? Ahora le costaba hablar. Incluso cuando abría y cerraba los labios, ella podía ver la sangre en su boca.

Temía que cayera en un charco de sangre en cuanto ella se fuera.

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