La relación entre Rosaura y Camilo se confirmó de nuevo. ¡No eran hermanos, sino pareja!
Desde entonces, todo lo que había hecho durante tanto tiempo, incluida la idea de casarse con Rosaura, fue inútil desde el principio.
Todas las expectativas de su corazón parecieron derrumbarse en un instante.
El rostro de Héctor palideció mortalmente y su alto cuerpo tembló con tanta violencia que apenas podía mantenerse en pie.
Compadeciéndose de él, Lía lo levantó y le dijo preocupada:
—Duque Héctor, no haga eso. Estoy preocupada por usted.
Como si Héctor no hubiera oído las palabras de Lía, miró fijamente a Rosaura, forcejeando con fiereza.
—Rosaura, ¿también es mentira que te gusto? —dijo en voz baja, palabra por palabra.
Rosaura se sintió a la vez culpable e impotente.
Frunció los labios y se disculpó.
—No sé por qué me has malinterpretado. Siempre quiero convencerte de que te rindas, pero ahora tengo que dejarlo claro. Lo siento mucho, Héctor —dijo Rosaura con sinceridad. También sintió pena por Héctor.
Aunque se había mostrado pasiva e impotente en este asunto, y había intentado decirle a Héctor que desistiera. Ella y Camilo habían optado por no decírselo claramente debido a su objetivo.
Por eso Héctor había hecho tanto estos días. Cuanto mayor era la expectativa, mayor era la decepción.
Héctor miró a Rosaura aturdido. No quería creerla, pero tenía que hacerlo.
La mujer a la que amaba era en realidad la prometida de otro, y ella nunca le había amado de corazón.
El amor que creía que era sólo una ilusión.
—Jaja —Héctor rió amargamente—. No esperaba que yo, Héctor, fuera derrotado un día por una mujer.
Parecía tenerle en alta estima, pero no esperaba que su encanto no valiera nada a los ojos de los demás.
Durante este periodo de tiempo, todo lo que había hecho era tan ridículo y patético como un despreciable canalla.
Estaba deseando casarse con Rosaura.
Pero ese día nunca llegaría desde el principio.
—Bien, muy bien —Héctor dio un paso atrás con cara de pena—. Rosaura, eres realmente una mujer especial. Eres tan especial.
Era tan especial que le hizo perder la cabeza e incluso le gastó bromas.
Nunca había tenido una sensación tan desgarradora. Era tan doloroso como si el cielo se hubiera derrumbado y todo hubiera quedado destruido.
Rosaura se sintió deprimida. Miró a Héctor con sus ojos pesados y abrió la boca, pero no sabía qué decir.
Le hizo daño, pero no pudo decir ninguna palabra para consolarlo.
No esperaba que un día así llegara tan pronto. Había pensado que podría marcharse tranquilamente y que Héctor la olvidaría si no la encontraba.
Camilo cogió suavemente la fría mano de Rosaura para consolarla.
Luego miró a Héctor con frialdad.
—Si tienes alguna queja o rencor, acude a mí. No importa lo que sea, lo aceptaré.
Él cargaría con la culpa de Rosaura.
Camilo no se sentía culpable ante Héctor, incluso llegó a querer matarlo innumerables veces.
Si no fuera por las reglas de Odria, según las cuales una mujer no puede rechazar la proposición de un hombre, de lo contrario, sería humillada por todos y expulsada de la ciudad, no le daría a Héctor ninguna oportunidad de perseguir a Rosaura.
Las tres condiciones eran sólo una táctica dilatoria.
Héctor miró fríamente a Camilo y dijo:
—Bueno, está bien. Camilo lleva mucho tiempo burlándose de mí. A ver si me aguantas mi castigo.
Como si hubiera visto a través de la mente de Rosaura, Camilo le cogió la mano con fuerza.
—El amor no es algo bueno o malo. Tú eres muy buena. Es razonable que se enamore de ti, pero tú eres mía. Así que no importa si Héctor o cualquier otra persona está destinada a ser triste.
La actitud razonable de Camilo impidió que Rosaura se deprimiera.
Como él dijo, en el momento en que Héctor se enamoró de ella, estaba condenado a la decepción.
Pero logró que se rindiera a la primera.
Nadie podía decir si el amor estaba bien o mal.
Andrade frunció el ceño y miró preocupado en la dirección en que se había marchado Héctor.
Tras dudar un rato, dijo preocupado:
—El duque Héctor parece estar muy enfadado. Ahora que Lautaro ha caído, es él quien está en el poder en Odria. Han venido aquí de repente con tanta gente, ¿aprovechará el asunto para buscar venganza personal?
De ser así, sería problemático.
Además, Camilo estaba lesionado y no podía luchar con él.
Félix frunció los labios y lo miró con ojos penetrantes.
—Si se atreve a venir, los mataré a todos.
No había rastro de broma en sus palabras sanguinarias.
Al oír esto, Andrade se tensó inconscientemente, con un sudor frío cayendo de su frente.
Este hombre era horrible.
Si tal cosa ocurriera realmente, ¿masacrarían a un gran número de guardias del palacio y luego lucharían contra todo Odria?
La escena sería sangrienta y estremecedora.
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