30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 82

En el gran despacho, Camilo estaba sentado detrás de su escritorio, hojeando documentos con sus delgados dedos blancas, viéndose seria y cuidadoso.

Se acercó a él.

—Buenos días, señor González.

—Buenos días —respondió despreocupadamente, manteniendo la cabeza baja y leyendo los documentos.

Rosaura dudó un rato, pero pensando que este asunto no podía retrasarse más, se armó de valor y le dijo:

—Señor González, ya ha pasado un mes, ¿no deberíamos romper...?

—¿No vas a mostrarme el plan de diseño?

Él levantó de repente la cabeza y cortó las palabras de ella con un tono categóricamente.

Rosaura se quedó confusa.

«Eso no es más que una excusa.»

—En realidad, quiero hablar contigo sobre algo entre nosotros.

—Hablaremos de asuntos privados después del trabajo —habló Camilo con cara seria.

Y luego, él bajó de nuevo la vista para seguir leyendo los documentos que tenía en sus manos.

Parecía estar muy ocupado.

Rosaura se sintió al instante un poco avergonzada, como si fuera descortés molestarlo en este momento.

«Entonces, espero hasta después del trabajo.»

Después de pensarlo, dijo en voz baja:

—Entonces, no te molesto.

Terminando de hablar, Rosaura se marchó.

Después de que ella salió, Camilo dejó de repente los documentos que tenía en la mano y miró pensativo en dirección a la puerta con una emoción contrariada.

Él salía deliberadamente estos días, sólo para que ella se olvidara de romper el compromiso, pero esta mujer, en cuanto lo vio, lo mencionó.

Hizo una llamada telefónica en tono descontento.

—La solución que dijiste no funcionó.

Al otro lado del teléfono, Roberto se puso lleno de admiración al escucharlo, sintió que Rosaura no era una mujer ordinaria, las otras mujeres anhelaban casarse con Camilo, sin embargo, ella todavía insistía en retirarse del matrimonio con este hombre.

—Entonces sigue retrasando, sólo di que harás los arreglos y por lo demás sigue como siempre. En cuanto al momento de retirar, depende de ti.

Camilo frunció el ceño, sólo pensó que era nada más que una mala idea. Cuando llegó la hora de salir del trabajo, Camilo envió un mensaje pidiendo a Rosaura que fuera al garaje subterráneo.

Antes de que él se iba de viaje de negocios, había recogido a Rosaura durante unos días, así que estaba acostumbrada a esto.

Por ahora, también podría aprovechar esta oportunidad para hablar con él en privado sobre la retirada del matrimonio.

Rosaura arregló rápidamente su bolso y se dirigió al garaje subterráneo con más ganas que nunca.

Camilo se sentó en el coche, mirando la figura que caminaba rápidamente a través de la ventanilla del coche.

El apuesto rostro de él se volvió instantáneamente un poco desagradable.

«Esta mujer…»

Él desvió la mirada, sin querer prestarle atención más a ella.

Camilo se sentó en el asiento del conductor, encargándose de conducir.

Siempre tuvo el principio de que cuando él conducía, ella tenía que sentarse en el lado del pasajero, con el argumento de que él no era su conductor.

Como de costumbre, ella se dirigió hacia el asiento del copiloto y apenas se sentó, el coche arrancó.

El hombre miraba hacia adelante, conduciendo a una velocidad que no era ni demasiado rápida ni demasiado lenta.

Ella le echó un vistazo y le dijo a propósito:

—Señor, hay algo de lo que quiero hablar contigo.

Él se negó en seguida.

—Tengo que conducir con dedicación.

Lo que significaba que no quería escucharlo.

Ella se quedó atónita y puso fijamente los ojos en Camilo, él nunca le había dicho eso. Pensó que el hombre guapo siempre tenía un temperamento extraño. Decidió esperar hasta llegar a su casa.

Había un silencio en todo el camino.

Cuando ellos llegaron a la casa de Camilo, tan pronto como se abrió la puerta, el gatito saltó a los brazos de Rosaura con entusiasmo, frotándose su cabecita redonda contra sus brazos.

Al ver tal escena, una ligera sonrisa se dibujó en el fondo de los ojos de Camilo.

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