30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 827

Los espectadores a menudo malinterpretaban la relación de Gloria con ellos. A veces pensaban que se trataba de un triángulo amoroso, y a veces pensaban que todavía había algo entre Gloria y Dante.

Si esto seguía así, habría rumores. Si Gloria anunciara su relación con Carlos en el futuro, sería criticada.

Algunos podrían decir que ella era doblemente infiel.

No dejaría que pasara algo así.

Ricardo se lo pensó y caminó hacia la multitud. Vio a Carlos, que estaba de pie detrás de Félix.

Carlos parecía tranquilo y un poco fuera de sí. Ricardo se enfadó al verle así.

Su novia estaba a punto de ser robada. ¿Por qué no estaba nervioso e intentaba recuperarla?

Siempre estaba preocupado por esos dos, pero siempre actuaban como si no pasara nada.

Ricardo miró fijamente a Carlos y dijo en voz alta:

—Carlos, ¿qué regalo has preparado? Tengo mucha curiosidad.

Ricardo decidió que, preparara lo que preparara Carlos, le demostraría que le gustaba de verdad, como si fuera el regalo más especial de su vida.

Necesitaba utilizar su condición de cumpleañero para quitar protagonismo a Félix y Dante.

En el momento en que dijo eso, todos centraron su atención en Carlos.

Ricardo se lo pidió personalmente, así que tenía que traer algo especial.

Los dos de delante habían presentado regalos extraordinarios. El regalo que preparó Carlos tenía que ser alucinante.

La multitud estaba preparada para ver el mejor regalo.

Carlos, que observaba desde la barrera, se puso tenso y sorprendido.

«¿Regalo? ¡No preparé nada!»

Él sólo era un extra en este banquete. Él sólo quería mezclarse entre la multitud, pero nunca habría pensado que Ricardo pronunciara su nombre y pidiera un regalo.

Todos le miraban, pero ¿cómo podía hacer aparecer un regalo de la nada?

Carlos miró a Félix y quiso pedirle ayuda. Pero antes de que pudiera enviar su mensaje, Félix lo miró fríamente como si quisiera matarlo.

A Carlos le recorrió un escalofrío por la espalda.

Estaba condenado. Parecía que había ofendido a Félix.

Escondería la cabeza en un agujero si hubiera uno en el suelo ahora mismo. Quería desaparecer en el aire como si nunca hubiera estado aquí antes de esta noche.

Ricardo se dio cuenta de que Carlos no hacía nada, y por eso se acercó a él.

Puso la mano en el hombro de Carlos y sonrió amablemente.

—No te pongas nervioso, me gustará todo lo que me des.

Carlos se quedó sin habla.

La mirada de Félix se volvió aún más fría.

Carlos quería llorar, quería arrodillarse y suplicar a Ricardo que le dejara marchar. ¿Por qué no le gustaba Félix? Félix era guapo y rico. ¿Por qué le gustaba él a Ricardo?

Habría sangre.

Todos le miraban fijamente y Carlos no tenía dónde esconderse. Sólo le quedaba morder la bala y procedió a sacar un bisturí que llevaba en el bolsillo.

Ricardo se quedó sin habla.

El público también se quedó sin habla.

Todo el mundo se quedó callado durante un breve instante. Sus ojos se abrieron de par en par mientras miraban con incredulidad el objeto que Carlos sostenía en la mano.

«¿Un bisturí?»

Estaba afilada, pero parecía usada.

«¿Este era el regalo que había preparado? Estaba siendo bastante... poco sincero.»

Rosaura, que miraba de reojo, se tapó la cara. Decidió que a partir de hoy trazaría una línea con Carlos y actuaría como si no lo conociera.

Era demasiado vergonzoso.

Podría quitarse el reloj y considerarlo un regalo. ¿Por qué sacó su bisturí?

¿Qué uso le daría Ricardo? ¿Cortar manzanas o plátanos?

Este era el efecto que buscaba.

Menos mal que era listo y rápido de reflejos. Le dio la vuelta a la situación y puso a Carlos en evidencia.

Pero Carlos iba a llorar en cualquier momento. Estaba tenso por todas partes y sentía como si todo su cuerpo estuviera siendo pinchado por agujas.

No tuvo que mirar, pero ya podía sentir las frías miradas de Félix. Eran afiladas como cuchillos y estaban a punto de atravesar su pequeño y débil cuerpo.

Dante sonreía con elegancia, pero debajo de esa elegante sonrisa había una desagradable hostilidad.

Miró con maldad a Carlos, con la intención de matarlo con la mirada.

Fue el más agraviado esta noche.

Primero, su compañera fue robada por Félix y tuvo que sonreír y decir que lo entendía. Luego sacó la preciada piedra de jade que siempre llevaba consigo y consiguió que el viento soplara a su favor, pero entonces Carlos, el muy cabrón, le robó el protagonismo.

No sólo eso, ¡él presentó un bisturí y consiguió robarle el protagonismo!

En este banquete, no sólo perdió su preciada piedra de jade, sino que tampoco sacó provecho de nada.

¡Ha perdido estrepitosamente!

Después de que los tres presentaran su regalo, los de los demás invitados no fueron tan notables.

La sesión de entrega de regalos no tardó en llegar a su fin.

Después, llegó la hora de bailar.

La música romántica empezó a llenar el ambiente.

Hombres y mujeres jóvenes se abrazaban y bailaban en el campo cubierto de hierba.

Al ser la hija del anfitrión esta noche, Gloria también tenía que bailar.

Y su compañero era Félix.

Gloria se sentía nerviosa y sofocada. Aunque estaba delante de Félix, su rostro era sombrío y tenía un temperamento frío.

Ni siquiera se atrevía a acercarse a él, ¿cómo iba a bailar con él?

Estaba en conflicto.

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