30 Días de Prueba Amorosa romance Capítulo 831

Dante apretó los dientes y dijo mientras soportaba el dolor de su cuerpo:

—Félix, ¿cuál es tu relación con Gloria? ¿Por qué tienes derecho a impedirme que me ponga en contacto con ella? Gloria es mi novia.

Félix estaba a punto de marcharse, pero se detuvo al oír aquello.

Se dio la vuelta y miró al hombre que yacía en el suelo dolorido. Sonrió y se burló.

—¿Ella es tu novia? ¿Por qué no lo sabía?

—Eso es porque no te lo dijo. Antes de que volvieras, Gloria y yo salíamos todos los días. Nos amamos y originalmente éramos una dulce pareja.

Los ojos de Dante estaban llenos de odio.

—No eres más que un entrometido.

Gloria frunció el ceño molesta al oír aquello, Dante no decía más que tonterías.

No paraba de pestañear mientras miraba a Félix con inquietud. Inconscientemente, temía que él la malinterpretara.

Sin embargo, ni siquiera sabía cómo explicar su inocencia.

No parecía sentir nada por él.

Félix se burló con una mirada despectiva, como si estuviera viendo una broma.

—Por lo que sé, has sido tú quien ha ido tras ella y la has molestado. Pero hasta ahora, ella no ha aceptado estar contigo —dijo con seriedad.

—Ella ya iba a estar conmigo...

—Entonces se acabó —Félix interrumpió fríamente las palabras de Dante—. He vuelto, así que ya no tienes ninguna oportunidad.

Gloria se quedó boquiabierta mirando a Félix.

«¿Qué quiere decir con eso?»

Dante también entró en pánico y le interrogó en voz alta:

—Félix, ¿qué quieres decir? ¿Quieres estar con Gloria?

—Ella es la mujer que me gusta. ¿Tú qué crees? —Félix se burló con tono firme.

Dante se quedó de piedra y comprendió de pronto que a Félix también le gustaba Gloria. Esta vez había vuelto para perseguirla.

A Gloria también parecía gustarle.

—Te gusta y la persigues como yo. ¿Pero cómo es que te crees mejor que yo? Félix, ¡te digo que nunca renunciaré a Gloria!

Dante se levantó con dificultad mientras se apoyaba en el suelo.

Tenía la ropa desarreglada, la cara pálida y algo de sangre en la boca. Sin embargo, se mostró obstinado y frenético al no admitir que había perdido.

—¡Veamos quién es mejor para ganarse su corazón!

Esta declaración la pronunció con seguridad a pesar de estar muy maltrecho.

Estaba lleno de confianza.

Gloria se quedó boquiabierta al no poder oír lo que decía Dante. Sus ojos temblaban mientras miraba a Félix.

Apenas podía creer lo que acababa de decir Félix...

¿Por qué diría esas palabras y por qué querría estar con ella...?

Gloria no salía de su asombro cuando las palabras de Félix le venían a la cabeza.

Estaba tan conmocionada que se quedó perpleja hasta el punto de que ya no podía pensar racionalmente.

Félix miró a Dante con desdén y dijo con sorna:

—Como quieras.

Ignoró totalmente a Dante con actitud despectiva.

Dante se sintió absolutamente insultado e incluso furioso.

Estaba ansioso por ganarle a Félix, así que apretó los dientes y habló:

—Félix, no me importa lo bien que estés en el extranjero o incluso tu estatus. Pero aquí, estás bajo mi control. Si quieres robarme a mi mujer aquí, te mandaré al infierno.

Con una relación tan estrecha, sin duda se ayudarían mutuamente. Si le declarara la guerra a Félix, sería lo mismo que ofender a Camilo.

Si ese fuera el caso, Camilo definitivamente tomaría medidas contra él.

Camilo resopló y dijo con indiferencia:

—Dante, si te vas de la Ciudad del Sur ahora, asumiré que hoy no ha pasado nada. De lo contrario, no me culpes por ser grosero.

La expresión de Dante se volvió sombría.

La situación había cambiado drásticamente, ya que se encontraba en desventaja.

Fue el acto más tonto ofender a Camilo en la Ciudad del Sur. Sin embargo, ¿abandonaría a Gloria y se iría rápidamente después de ser golpeado así?

¿Cómo podía tragarse esa rabia?

—¡No me iré! Gloria es mi novia y nadie puede robármela.

Dante se limpió la sangre de la boca. Su expresión era firme y feroz.

—¡Ya que queréis amenazarme, entonces comparemos de quién es el más fuerte!

Camilo sonrió triunfante. Su expresión seguía siendo tranquila, como si no le asustara en absoluto la amenaza de Dante.

La actitud despectiva de Camilo enfureció tanto a Dante que le entraron ganas de vomitar sangre.

No podía creer que le hubieran ignorado desdeñosamente una y otra vez.

«Bien, muy bien.»

«Veamos quién termina llorando.»

—Esperadlo. ¡Ustedes espérenlo!

Dante apretó los dientes al decir eso. Luego, se marchó cojeando con cara sombría.

Aún quedaba su sangre en el suelo.

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