Abandonada y Embarazada [#1 Trilogía Bebés] romance Capítulo 27

Decidí no contarle ese acontecimiento a mi amiga, después de todo, bastante tenía con todo lo demás que había sucedido y si le confesaba que las sospechas acerca de mi jefe eran ciertas, solo reafirmaría su miedo y a la vez, el mío.

Mi mente estaba enredada entre tantas raíces de un árbol de obstáculos que cada vez crecía más y que los demás regaban con sus tonterías, haciéndolo frondoso y casi ocupando completamente la fuerza de voluntad que me quedaba.

—Es una gran basura —dijo Mell de repente—, no puedo esperar el día que lo vea podrirse en una celda tan asquerosa como él.

Resoplé y enredé unos cuantos macarrones en mi tenedor. Me encontraba cenando al lado de Javi y Mell y solo podía pensar en todo lo que había vivido ese día.

—Mi amor, quisiera decirte que eso será posible; pero conozco a los Carter desde hace muchos años y siempre se salen con la suya. Es casi imposible que un Carter sea encontrado culpable, recuerda que la tía de James asesinó a su esposo y ni siquiera reuniendo todas las pruebas, se pudo hacer justicia —intervino Javi con seriedad—, prácticamente tienen a casi toda la policía y jueces comprados y dominados por el dinero.

—¡Pero es que no es justo que siga acosando a Bella! —saltó mi amiga enojada.

Dejé escapar el aire contenido en mis pulmones y me recosté en el respaldar de la silla del comedor. Estaba agotada, mi cabeza quería deshacerse entre tantos sucesos y sentía cómo mi cerebro exprimía hasta la última gota de esfuerzo para poder continuar sin desplomarme.

—En efecto, muñeca, nadie debería ser objeto de acoso —afirmó Javi y bebió un sorbo de vino—, pero estamos conscientes de que la obsesión ha trastornado a James.

Cerré los ojos por unos segundos y recordé la mirada lujuriosa y perversa de mi ex; yo también estaba segura de que regresaría. Luego, recordé de golpe la escena en el hospital, lo que había sucedido con Julia y la actitud frívola y extraña de mi jefe.

—Cariño, ¿estás bien? —cuestionó Mell de pronto—. Estás pálida.

Me incorporé y sonreí vagamente. Ella se ofreció a acompañarme a la habitación y apenas llegamos y me senté en la cama, se sentó a mi lado y me miró profundamente.

—Creo que Alex ha estado llamando —susurró con seriedad y resoplé—, en el banco dimos mi número de celular y no creo que el señor Cooper se dedique a llamar y pedir una cita contigo en un restaurante romántico.

—No quiero saber nada de él, ni de Matt, ni de…

—¿Qué pasó con Matt? —interrogó alarmada y pasé mi mano con fuerza por mi rostro porque sabía que había metido la pata—. Recibí un mensaje de Julia y…

Bufé y la miré con el ceño fruncido.

—A esa ni la menciones —repliqué molesta y rodé los ojos—. Me amenazó y le dijo a Matt que yo había estado escuchando una conversación que él estaba teniendo por celular. La odio, Mell.

Ella miró hacia un punto fijo y se quedó en silencio, luego carraspeó un poco y tomó mi mano.

—Me escribió para advertirme de que algo malo podía suceder —susurró y abrí mis ojos con sorpresa—, y para decirme que… estás teniendo una aventura con tu jefe, los vio riéndose y besándose cuando regresó por sus llaves a la panadería.

La miré buscando una señal de que todo eso era una broma, pero en sus ojos solo había un destello de resentimiento.

—Estás bromeando, ¿cierto? —repliqué con voz grave—. ¿Una aventura?

—Si quieres desquitarte por lo que te hizo James, estás en tu derecho, es tu vida, pero no me parece bien que lo hagas con una persona que ni siquiera conoces y que, además, puede ser un delincuente —argumentó seriamente.

Mis ojos seguían cada movimiento de sus labios y seguía sin poder creer lo que estaba escuchando.

—No me estoy desquitando. Matt y yo somos solo amigos y esa es una de las estupideces más que habla tu querida prima —espeté molesta y me levanté de un brinco.

—Esto no es una estupidez, Bella —refutó y sacó su celular para luego mostrarme una foto en la que nos veíamos claramente Matt y yo, bastante cercanos y a punto de besarnos—. Te estás metiendo en un enorme problema. ¿Qué tal si es un secuestrador? ¿Un mafioso? ¿Un proxeneta? ¿O un violador?

Revolví mi cabello y me di la vuelta, había empezado a llover nuevamente y por la ventana solo se veía el reflejo de algunas luces encendidas que se deformaba cuando las gotas corrían por el vidrio.

—¡No nos besamos! —exclamé furiosa. Estábamos jugando, solo estábamos divirtiéndonos. Somos amigos, no hay nada, entiéndelo, Mell.

—Pero, Julia…

—Julia quiere verme lejos de Matt, eso es todo. Ese es su odio, su resentimiento y su rabia —proferí—. ¿Estás entendiendo lo que está pasando, Mellisa?

Ella se quedó en silencio.

—¡Te quiere poner en mi contra! —proseguí en tono enojado—. Quiere que todos le crean a ella y así yo me aleje de Matt, pero todos están equivocados… yo no voy a esa panadería por él, voy por mí, porque tú mejor que nadie, sabes lo que he tenido que pasar para conseguir que alguien me valore como una persona útil y me dé la oportunidad de ganar algo de dinero para criar a mi hijo.

Nos quedamos nuevamente en silencio y un gemido salió de mi interior. Me provocaba tanta rabia que esa tipa intentara quitarme la tranquilidad solo por sus celos y por su obsesión contra Matt, que incluso había llegado al límite de inventar que estábamos teniendo una aventura amorosa.

—Lo siento, cariño —susurró mi amiga, pasando una de sus manos por mi espalda—. Solo quiero que estés a salvo, que nada malo te pase y me provoca tanto temor que estés así tan expuesta estando al lado de una persona que no sabemos cómo es, a qué se dedica o qué es lo que oculta.

Asentí lentamente, pero opté por no terminar de contarle lo que había escuchado y la actitud tan extraña de mi jefe, al final, eso solo ocasionaría que le diera la razón a Julia y que no creyera en mis afirmaciones.

—No tengo nada con nadie; no quiero nada con nadie —agregué con seguridad—, ni con Alex, ni con Matt ni con nadie. Estoy sola, y al parecer, mucho más que antes.

—No digas eso, sabes que cuentas conmigo incondicionalmente —repuso de inmediato—, es solo que no quiero que te pase nada ni a mi sobrina; son lo más bonito que me ha pasado —. Sus ojos se cristalizaron y rompió en llanto—. Tengo miedo.

La miré y sentí una gran compasión, sabía que como siempre, no lo hacía con una mala intención, pero me enojaba que pusiera a su prima por encima de mí y que le creyera más a ella.

—Hagamos una cosa, intentaré buscar trabajo en otro lugar, pero mis expectativas y esperanzas son muy bajas, aun así, apenas pueda conseguir una plaza en algún lugar que sea más seguro, renuncio; mientras tanto, seguiré dando lo mejor de mí en esa panadería.

Ella asintió agradecida y me abrazó con fuerza. Correspondí a su abrazo y nos quedamos así unidas por unos minutos, sintiendo el calor de nuestros cuerpos en aquella noche lluviosa.

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