ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 11

Alaska

— ¿Me estás reemplazando por Adam? — Aaron tiene un tono de voz molesto, pero al mismo tiempo, divertido.

— Sabes que no, él puede ser tan amigo mío como lo eres tú—gira la cara algo indignado, pero regresa cuando ve mi cuello.

Sí, la asquerosa gasa que llevaba puesta.

— ¿Y eso qué demonios es?

— Un pequeño corte que me hicieron los carroñeros con un cuchillo, Adam me curó y me llevó a mi casa—alza las cejas apenas termino y yo lo miro molesta, no podía ser que todos creyeran lo mismo.

— Entonces ustedes están saliendo...

— ¡No! ¿qué no recuerdas que te acabo de decir que seríamos muy buenos amigos? Además, mamá siempre está en casa, cinco minutos después de que Ada se fue y me vio con la gasa, me quiso curar con las hierbas directamente.

— Eso explica por qué hoy hueles más fuerte a esas cosas, Alaska—hace una mueca tapándose la nariz y yo abro mi collar como usualmente lo hacía a diario y le vaciaba una parte del contenido.

— Ya, ya está—dejo la pequeña porción de hierbas en la mesa y cierro el collar—

. Le quito la intensidad por ti, deberías de ser más agradecido.

— Y tú deberías de ser más considerada y quitarte esa cosa que apesta... ¡auch!

—exclama con dolor cuando intenta quitar las hierbas al suelo.

— ¿Qué te pasa? ¿qué tienes? —pregunto preocupada y él chupa los dedos de su mano con una mueca de dolor.

— Esas cosas me ardieron como si fueran hiedra venenosa, ¿a ti no te pasa nada si las tocas?

— Pues no, las quito con la mano, como si nada. No comprendo—quito todo lo demás para evitar otro accidente y miro mis manos, normales.

— Entonces ya podemos decir que a Adam le agradas—asiento con una sonrisa y Aaron pone una mano en su barbilla.

— ¿Crees que me deje entrar a la residencia?

— Tal vez te lleve hoy, están haciendo las fiestas en el edificio de universidad y ahí viven muchísimos estudiantes, puede que nos invite hoy—le da un mordisco a su manzana y yo sigo con mis apuntes.

— Oye, hay algo extraño que pasó esa vez frente al túnel con los carroñeros que nunca le pude preguntar a Adam por la impresión...

— Pues aquí estoy para responder tus dudas—Aaron y yo nos giramos ante la voz de Adam, esta vez venía solo, sin ninguno de sus amigos y con su laptop en el brazo derecho.

— Adam, hola—lo saludo y él me da una sonrisa breve. Se sienta y se pone unos lentes para trabajar en algo con su laptop.

— Entonces, ¿cuál era tu duda sobre lo ocurrido el otro día?

— Pues no quería preguntar el por qué no debía de girarme, pero lo que sí me dejó extrañada, fue que sentí muchísimo calor de un instante a otro, los carroñeros se asustaron por lo que sea que vieron y bueno, ¿qué fue eso?

— Eso en parte fue tu adrenalina, Alaska. Pero sentiste eso por las olas de calor que hay aquí en Whittier, ya te lo había dicho tu hermano, ¿no? —responde el pelirrojo sin quitar la mirada de la pantalla, tecleando algo.

— Claro, pero esta fue... demasiado intensa, más fuerte que las otras y sólo las siento en ciertos lugares.

— Así de extraño es el clima en Whittier, preciosa—se adelanta a responder Aaron con una sonrisa.

— Por cierto, sé que Aaron ya te contó de los eventos en la residencia que se llevarán a cabo hoy, y sí, planeaba invitarte, creo que ya estás rodeada de muchos hombres y ahí te puedo presentar a una de mis amigas.

— ¿Cómo se llama? —esto sí me interesaba.

— Marissa, estudia psicología, solo es un año mayor que tú—asiento con una sonrisa y Adam desvía su mirada de la pantalla hacia mí.

— ¿Quieres ir ahora? Te puedo dar un recorrido si quieres.

— Sí, bueno, si no estás ocupado, claro—agrego nerviosa y él cierra su laptop, Aaron solo nos mira mientras continúa comiendo su manzana.

— Vamos—dice y yo guardo mis cosas, pero mi amigo no dice nada, solo se queda mirándonos.

— ¿No quieres venir, Aaron? —le pregunto a mi amigo, pero él niega.

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