Alaska
— Aaron me había dicho algo sobre eso, pero la verdad olvidé investigarlo, no lo entiendo del todo—comento mientras seguimos caminando por el bosque, se sentía la profundidad por el aumento de vegetación por todas partes, empezaba a oler como a humedad.
— Es un tema que tiene que ver con nuestra condición de... bueno, más animal.
— Es como su pareja, ¿no? Me imagino que de la misma especie para llegar a sentir ese deseo carnal—de la garganta de Adam sale una risa ronca y ahora sí podía jurar que estábamos cerca de un río o algo así.
— Normalmente tienden a ser de la misma sangre, pero no siempre es así, hay casos donde son diferentes y bueno, se tratan de igualar—y sí, en un momento se detiene y puedo ver una clase de laguna pequeña, con muchísimas plantas a su alrededor y unas cuantas rocas
— ¿Por qué? Vaya, el lugar es muy... lindo, peculiar.
— ¿Te gusta? Mi mamá siempre me llevaba aquí con mi padre para hacer ejercicio, aunque bueno, terminábamos comiendo cualquier cosa—nos reímos y me siento en una roca, él me imita—. Y respondiendo a tu pregunta, a veces es por gusto el querer ser de la misma especie y algunos otros casos, por seguridad.
— Seguridad, ¿de qué? —creo que me empezaba a cansar de hacerle solo preguntas.
— Si existe una diferencia muy grande entre el ADN que posee cada uno y al momento de querer tener hijos, existe la posibilidad de que nazcan con
malformaciones, mutaciones o mueran, es por eso que lo hacen, seguridad de la pareja y de su próxima familia—asentí, quería reunir toda la información posible para no tener dudas o verme como una tonta que no sabe nada a diferencia de todo el pueblo.
— Entonces, los mates son las parejas que ustedes tienen, es decir, tú eliges a una chica hasta que te enamoras y listo, ¿no? Como las relaciones en los humanos.
— A decir verdad, no. Estas relaciones son más fuertes, más cercanas y bueno, no hay reemplazo y tú no eliges a nadie.
— ¿Y quién lo hace por ti? ¿tus padres? —eso en serio me iba a molestar, no es posible que alguien elija por ti con quién estarás un tiempo de tu vida.
— No, es una clase de... naturaleza, es como si nacieras con alguien que ya sabes que estará contigo toda tu vida, y una vez que la reconoces, ya nunca la dejas ir, es genético todo esto, ya está hecho para que sea así—podía ver tristeza en sus ojos, así parecía que el agua se notara más fría que de costumbre.
— ¿Cómo la reconoces?
— Pues es algo parecido a ustedes. En sí, los humanos cuando comienzan a sentir atracción por otra persona, es por los olores que emiten en ciertas partes de su cuerpo, como las feromonas. Lo mismo sucede con nosotros, solo que al tener un olfato increíblemente sensible, este olor es imposible de ocultar y termina causando un encanto muy grande en dichas personas, así es como reconoces a tu mate.
— Obviamente hay muchísimas personas que no son mates de nadie, ¿no? Me refiero en humanos—asiente y tira rocas al agua, provocando ondas.
— Exacto, son solo algunas las que están predispuestas a ser mates de un lobo.
— Adam... ¿qué pasa si tu mate muere? —me incomodaba muchísimo preguntarle esto, porque nunca lo había visto con nadie y solía estar triste, no me podía imaginar que, a su edad, ya hubiera pasado por ese sufrimiento.
— No hay reemplazo, sigues vivo, si a eso se le puede llamar estarlo, no te sientes atraído por nadie y así permaneces, continúas tu vida sin esa persona y sin ninguna otra—tenía se ceño fruncido, no quería preguntarle, pero tenía más curiosidad.
— Y eso lo puedo lograr haciendo...
— Muchas cosas, distráeme, salgamos y platiquemos, pídeme que te enseñe otras cosas de los lobos o algo así. Contigo estoy muy tranquilo, al igual que con Marissa, ayúdame a soportar esto unas semanas y después yo me acostumbraré y así no les sucederá nada, por favor, Alaska.
Sus ojos eran de súplica, se veía desesperado y triste.
— Así que por ti el clima está tan raro, ¿eh? Pues obviamente te voy a ayudar, dijiste que seríamos los mejores amigos y lo vas a cumplir, Adam—afirmo con una sonrisa y él me acompaña, claramente tranquilo.
— Lo voy a cumplir, Alaska.
— Este será nuestro lugar especial para cuando a tu mente se le ocurra jugarte una mala pasada y estés triste, desde ahora te mantendré ocupado o
básicamente, pasando tiempo conmigo, me lo debes—se ríe y se levanta, caminando por la orilla de la laguna.
— Bueno, ¿hay algo más que quieras saber de los lobos?
— ¿Después de toda esa historia romántica de los mates que parece ideado por una adolescente hormonal enamorada? No estoy muy segura—alza una de sus cejas y me mira casi ofendido, pero se siente el ambiente muy amigable entre nosotros.
— ¿Crees que eso es ideado como una novela de adolescentes? Vamos, te mostraré la ciencia detrás de ello.
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