ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 16

Alaska

Aceptar o rechazarlo ni siquiera era una opción cuando Adam me tomó del brazo y me llevó hasta salir de su casa, todos iban igual de apurados tras de nosotros, era como si de repente la gente de Whittier saliera por todas partes corriendo a ayudar, no creía que hubiera tanta gente en este pueblo, pero luego pensé en el por qué no había notado esto.

— Las alarmas de las casas, como la que tiene la mía, están encendidas ahora y activadas, ¿cierto? —alcancé a preguntarle a Adam con la voz agitada de tanto ser acarreada, y no nos deteníamos, bajábamos y ya podía ver las rejas de la Residencia.

— Sí, las casas se están resguardando, incluso si alguien queda afuera, cerramos las calles por protección para dejar la avenida principal despejada— ahora entendía muchísimas cosas, pero ¿qué pasa con mamá?

— ¡Diego! Mamá está en casa y si se le ocurre salir...

— ¿Bromeas? Está ocupada con su trabajo, dudo que haya notado el foco rojo alguna vez o salga de casa, Alaska—responde mi hermano, pero por alguna razón, Adam se aparta y comienza a hablar con otras personas creando una estrategia.

— Tú no te escapas... ¿cómo es que a ti te lo contaron antes y me hicieron sentir como la única humana estúpida? Ahora somos los dos hermanos humanos rodeados de lobos, Diego—miro la expresión en su rostro y la mía se deforma—

. No... no es cierto.

— Alaska—comienza y sus ojos están llenos de súplica, y también de ese extraño brillo que poseían aquí todos los lobos—, mira, yo sé que esto te duele, pero no tuve opción...

— ¡¿Que no tuviste opción al engañarnos y venir aquí solo a ser un lobo?!

¡Nunca me lo contaste!

— Es una de las condiciones—interrumpe Adam acercándose a nosotros.

— ¿Qué condiciones? —pregunto arisca.

— Las condiciones para vivir en Whittier, alguien de tu familia tiene que convertirse en un lobo, y eventualmente el objetivo es que todos lo hagan, para hacer crecer a la manada—responde Diego.

— Esa vez, la primera noche que dijiste que estabas con un amigo y jamás me contaste lo que te pasó por ese grito desgarrador, ¿eras tú... transformándote?

— Sí, tenía que ser inmediato, me dijeron que iba a ser doloroso y no quería que eso le hicieran a mamá o a ti. Por eso no te lo había dicho, estaba esperando a que te adaptaras y te llevaras mejor con todos para decírtelo y ver si había posibilidades de quedarnos o incluso convencer a mamá de que también lo haga...

Quería preguntar cómo es que lo habían transformado, pero me detuve cuando se escucharon los aullidos por el túnel y todos se miraron, esperando la señal de Adam, supongo que para saber si estaban listos o algo así.

— Ya sé que eres ahora un globo de dudas a punto de reventar, pero si no te lo creías del todo, pues mira un enfrentamiento en vivo—resonó la voz de Adam y todos, uno por uno, pasaron por una metamorfosis sorprendente.

Era como ver la evolución de una especie, y así era, el cambio de un humano a un lobo, pero con muchísima velocidad, en menos de 5 segundos ya había lobos imponiéndose alrededor de mí, y por último con sus ojos fijos en los míos, Adam lo hizo.

Todos eran enormes, y Adam resaltaba por estar una cabeza por encima de todos y bueno, su lobo era casi blanco, de no ser por algunos detalles grises, todos giraron sus miradas hacia el sur de la avenida, a lo lejos o al menos hasta donde mis ojos me permitían observar, estaban llegando otros lobos, corriendo a lo lejos.

Yo me imagino que eran carroñeros o algo así, como con los que lidié. Adam se impuso al frente y caminó muy lentamente, bueno, al ritmo de esas enormes patas.

Todos lo siguieron excepto dos lobos, estos se quedaron conmigo, a mis costados. Miraba sus ojos, pero ya no recordaba quiénes podían ser. Caminé unos metros más, al inicio de la avenida y me detuve, todo el tiempo con los lobos a mi alrededor y observé que, en unos segundos, el lobo que era Adam, gruñó y comenzó la pelea contra los demás.

La velocidad a la que se movían, era impresionante. Pero por alguna extraña razón, cuando Adam a través de su lobo, comenzó a morder y atacar los cuellos de otros lobos e incluso con uno, le dejó casi la cabeza desprendida del cuerpo, no me impresionó en absoluto.

Nada, no sentía ninguna clase de sorpresa al ver la bestia que tenía Adam oculta.

Era como si pudiera entender que detrás de ese chico pelirrojo con mirada dura y ojos tristes, existía un lobo blanco que era una bestia con ganas de sangre, ganas de una venganza que no comprendo.

Y no me sorprendía en absoluto, ya sabía que Adam era capaz de asesinar a alguien.

Miré ese escenario sangriento quieta, tratando de identificar a alguien más que no fuera el lobo blanco de Adam, pero se me hacía imposible entre tantos cuerpos, así que me quedé mirando a los lobos muertos, claro, antes de que uno se lanzara a mí.

Puse mis manos frente a mí retrocediendo un paso, pero un segundo después, Adam lo había mordido o más bien, perforado el cuello, salpicándome de la sangre de dicho animal. Ya no había más lobos y aquel peculiar lobo blanco estaba frente a mí, lleno de sangre también y respirando fuerte.

— ¿Esperas que me asuste? No lo creo.

Mantuvo sus ojos que ahora poseían tonalidades azuladas sobre los míos unos segundos más hasta que retrocedió. Mi expresión nunca cambió ni un milímetro.

Estaba furiosa y ahora no quiero saber nada de todo esto, estoy harta y quiero estar sola.

Adam retrocedió más hasta que pudo regresar a su forma... natural o humana, como sea. Volvió a estar frente a mí mientras los demás lo imitaban, pero seguía sin cambiar mi expresión y él parecía fruncir su ceño.

— ¿Por qué no vienes a—

— No, voy a casa—lo interrumpí. Y sin siquiera intentar moverme, tomó mi brazo deteniéndome.

— No puedes ir llena de sangre a la casa de tu madre, Alaska.

— Dijiste que así funcionaban las cosas por aquí, así que así deben ser, Alfa. Además, yo solo soy una simple humana, ¿no?

— Sabes que no es así, Alaska. Tu hermano se negó a que te hiciéramos eso.

— Me tengo que meter a la tina, con su permiso, Alfa.

Le arrebato las toallas y cuando veo que el agua ya está en su límite, cierro la llave, viendo como Adam salía de la habitación. Cerré la puerta del baño y lo primero que hice fue recoger completamente mi pelo, este parecía no tener demasiada sangre y no lo podía lavar bien en una tina, después me quité casi

toda mi ropa dejándola en el suelo, y finalmente pude sumergirme en el agua caliente, recostándome un poco.

Cerré mis ojos y con todo el jabón que se encontraba, tallé mi cuerpo e incluso mi cara quitando toda la sangre, ahora el agua parecía tener un tono algo rosa o rojo, me quedé observando esto hasta que el agua ya no estaba caliente.

Me sentía como una niña pequeña dentro de Whittier con todos esos lobos rondando y esperando, incluso algo inferior y cómo no, si podía asegurar que por eso eran tan talentosos en los deportes. Apostaría cualquier cosa a que Adam puede escucharme desde aquí y se pregunta por qué no hago ningún movimiento.

Todos unos súper humanos y yo, una humana que no sabía nada, debe de ser divertido para ellos.

— ¿Alaska? —escucho unos golpes en la puerta del baño que pertenecen a Adam, pero decido no responder— Si no haces ningún movimiento en menos de 5 segundos, voy a entrar, estés como estés.

Me dieron unas inmensas ganas de reírme, pero me las aguanté pacientemente hasta que Adam llegó a cero y abrió la puerta, despacio y con cuidado, fijó los ojos en mi cara y al ver mi sonrisa, se enojó.

Creí que te habías intentado ahogar y por eso no te movías—negué ante su tonta teoría y me reí un poco.

— Quería estar sola un momento, sin ningún chico pelirrojo molestándome, eso es todo.

— Pues no te voy a dejar de esa forma, así que vístete, afuera hay ropa para ti. Quiero hablarte de otras cosas—su mirada todavía era preocupada, y lo que me sorprendió, fue que nunca bajó la vista, siempre me miró a los ojos, a pesar de que yo no estaba desnuda, claro.

Salió del baño y de la habitación para que yo me pudiera secar y sí, cuando salí encontré ropa que supongo que era de Marissa o alguien de la misma talla que yo. Sin problemas me vestí con ese short y la blusa de manga larga. Ojalá sea suficiente para el viento de la madrugada.

— ¡Ya estoy lista! ¿De qué quieres hablar? — Adam aparece en la habitación y me saca de ella, para llevarme a la terraza donde estaban todos hablando horas antes.

Pero no nos detenemos, seguimos caminando incluso cuando entramos al bosque y siento un poco de angustia, no me desagradaba su lobo del todo, pero tampoco lo quería frente a mí en un bosque sola. Cuando nos encontramos lo suficientemente lejos de su casa, comienza a hablar.

— Quiero hablarte acerca de los mates.

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