Alaska
Durante todo el camino a su casa y después en su auto, Adam se negaba a soltar mi mano o simplemente darme un poco de espacio personal, no me incomodaba, pero todo me resultaba demasiado... extraño, era como si siguiera en shock por todo lo ocurrido.
— ¿Por qué hay personas alrededor de mi casa? —le pregunté a Adam quitando mi cinturón de seguridad y viendo a todas esas personas afuera de mi casa.
— Tu mamá ahora está como...
— ¿Prisionera? —pregunté incrédula.
— Ella huyó la vez pasada contigo, no podíamos correr el riesgo de que se fuera o intentara llevarte, ya no—su mirada era completamente seria, y en parte entendía sus emociones, entendía el dolor que le provocó mi madre todos estos años.
Salgo del auto aún con la ropa algo empapada al igual que Adam y entro a mi casa sin necesidad de introducir las llaves, estaba abierto. Una vez dentro, la primera persona que identifico es a otro guardia o algo así que mira fijamente a mi madre que está sentada en la sala, con una taza de café en sus manos y el maquillaje arruinado por la lluvia.
— ¡Alaska...! Y Adam.
Mi madre se detiene mirando al chico pelirrojo detrás de mí. Adam da órdenes y nos dejan solos en la sala.
— Bueno, creo que ya te dijeron que estuve escuchando su plática en la casa de Adam—ella niega—, ¿cómo llegaste ahí?
— Cuando salí de firmar tus papeles, me crucé con los gobernantes y ellos me reconocieron en seguida, así que después de varios conflictos me terminaron llevando a su casa y discutimos hasta que llegó Adam—hace una pausa y deja su café—, sé que estás enojada, pero quería darte libertad, Alaska.
— ¿Libertad? Me hubiera gustado saber esto, porque no solo se trataba de mí, sino también de los sentimientos de Adam, mamá. Eso fue egoísta.
— Whittier no era el mismo hace años, Alaska. Literal eran demasiado bestias y me iban a obligar a transformarte, aunque no quisieras. Y quería que pudieras decidir con quién estar o tu propia naturaleza. Y siendo la mate de un alfa, no creo que te hubiera gustado saber todas las cosas a las que te obligarían e incluso ahora, tendrás que hacer.
— Alaska tiene libertad de hacer lo que desee y no será obligada a nada por mi parte, Selene—responde arisco Adam.
— Pues promételo, porque te debo una disculpa por lo que hice, pero si veo a Alaska mal, no dudaré en repetir mis actos.
— ¿Qué hay del collar? —pregunto intentando distraer la atención que se estaban dando y parecían querer pelear.
— Fue por la misma seguridad, con ese collar, ningún animal podría rastrearte o sentirte... un momento, ¿dónde está tu collar?
— Lejos de su cuello—responde Adam seguro.
— ¿Por qué les quema a ellos? ¿qué contienen esas hierbas?
— No recuerdo del todo, son hierbas muy raras con aceites, pero son útiles, que por cierto me las han confiscado—responde mi mamá recelosa mirando hacia su habitación.
— Las están analizando, no las eliminarán, es verdad que son muy útiles—habla Adam sentándose en uno de los sillones.
Y como un rayo, recordé que esto no era lo único, sino que también estaba el asunto de mi padre, Antony.
— Y... ¿qué pasa con mi padre? —cuestiono nerviosa.
— ¿Antony? Bueno, que en realidad es Dominic. Como ya escuchaste, todo lo planeó con tu padre desde hace ya tiempo.
— No, hablemos de papá en serio por primera vez, porque ahora ya sé que no desapareció ni se fue, nosotros hicimos esos—mi madre suspira y se sienta, yo aún no me quería sentar, estaba demasiado nerviosa.
— Cuando yo mostré mi inconformidad con todo lo que querían hacerte y me negué, él se enojó y discutimos hasta que decidimos dejarnos ir. Terminamos nuestra relación y esa madrugada yo me fui con ustedes, no quise ver a tu padre que estaba cegado con la idea de pertenecer a una manada.
— Mañana iré a hablar con él y Diego—mi madre asiente y creo que damos por terminada la plática cuando nadie vuelve a decir algo en más de 10 minutos.
— Bueno, creo que estaría bien hablar sobre los cambios que tendrán—dice Adam rascando su cabeza incómodo.
Esta situación me ponía increíblemente nerviosa, ni siquiera me giraba a mirarlo, pero cuando sentí su cuerpo a un lado del mío, no tuve otra opción que mirarlo.
— Las personas que están afuera, ¿se irán? —pregunto intentando cambiar el tema pero una vez que pone una de sus manos en mi cuello, me pierdo.
— No, se quedarán. ¿Subimos a tu habitación?
— Sí, claro—se adelanta y toma mi mano, yendo al frente como si conociera mi casa, pero una vez que subimos las escaleras, yo le señalo mi puerta y Adam la abre, dejándome pasar—, no te irás, ¿cierto?
Niega divertido y quita su chamarra de fútbol dejándola en una silla, yo lo único que hago es quitarme los zapatos y mi chamarra, sentándome en mi cama y todo bajo la atenta mirada de Adam.
— Me quedaré unas horas y luego me iré, regresaré en la mañana para que salgamos—se sienta del otro lado de mi cama y se recuesta, mirándome con una sonrisa.
— No, mañana tengo clases y tú también, no puedo faltar, te veo a medio día,
¿no? — Adam niega frunciendo su ceño.
— Te vas a hartar de mí ahora, Alaska, pero no te quiero soltar. En serio, esperé esto desde niño y ahora no lo voy a dejar, así que te veré en la mañana.
Me rindo acostándome en la cama quedando de frente a él, mirando sus ojos, él hace lo mismo y sonríe, acariciando mi cuello.
— ¿Puedo besarte? —me pregunta al cabo de un rato y yo ya estaba extasiada con la forma en la que acariciaba mi cuello, tanto que no me di cuenta cuando mis manos pasaron a su pecho.
Y antes de poder responder, decidí besarlo yo. Adam me pegó a su cuerpo y sentía un cosquilleo por mis labios, incluso los besos que siguieron después de ese, fueron mejores.
Juraba que esas hierbas se estaban eliminando realmente rápido.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: ALASKA (COMPLETO)