ALASKA (COMPLETO) romance Capítulo 21

Alaska

Juro que en ese momento creí que iba a despedazar a mi madre, pero no lo hizo. Sus ojos podían estar casi rojos, pero solo respiraba de una manera pesada y dejaba caer lágrimas silenciosas.

El verlo así, me activaba un sentido de querer consolarlo, pero no puedo, se supone que no me han visto, ¿cómo es que siendo lobos no pueden olerme? Un paso en falso y podrán escucharme.

— No puedes ser Adam... tu pelo es pelirrojo y aquel niño era rubio—habla mi madre observando cada parte de él, se veía enorme a lado de la pequeña figura de mi mamá.

— Muchas cosas cambian, Selene—responde Adam frío.

— Y todo este tiempo que Diego te ocultó para que así nosotros no te identificáramos... jamás olvidaría el rostro de la mujer que le rompió el corazón a mi hijo con tan solo cuatro años—habla con rabia Alissa, la madre de Adam.

— ¿Cuál era tu plan, Antony? —pregunta el gobernante, Oliver.

— Encontrar a Selene y a mi hija, claro, y que al llevarlas de regreso a Whittier, todo se arreglara como tuvo que ser en un principio.

— ¿Quieres explicarme cómo sucedió todo esto, Diego? —le pregunta arisca mi madre a su hijo.

— Papá me encontró, él me reconoció en seguida y.… planeamos esto por un año.

De ahí que nos dio somníferos para llevarnos a Whittier... no solo fue su transformación, el objetivo no era ser un lobo para Diego, era reunirnos... ¿pero para qué?

Y en un simple clic, todo tuvo sentido.

'La última vez que la vi, yo tenía cuatro años y ella estaba en el vientre de su madre, luego ella nos separó y nunca supe nada de ella de nuevo.'

La historia de Adam, mi madre, todo tenía sentido ahora.

Adam era ese chico de cuatro años con el corazón roto, y mi madre se alejó de mi padre con mi hermano, desapareciendo. Yo era esa chica, yo era su mate.

¡Pero de nuevo tiene una gran carencia de sentido! Según todas las teorías que Adam me había confesado aquella vez en la laguna, él me tuvo que haber identificado por alguna clase de olor o algo así, tuvo que saber al instante que era yo, y nunca pasó nada.

¿Podía dejar de ser su mate solo por haber estado separados tanto tiempo?

— Y te aprovechaste de que no salía de casa por mi empleo, ¿no? —comenta mi madre harta de toda esta situación.

—¿Qué me vienes a contar de eso si tú nos separaste de nuestro padre solo porque te daba miedo lo que podía suceder con nosotros?

— ¡No estaba asustada, quería que fueran libres de elegir! Si me hubiera quedado aquí, tú y tu hermana hubieran estado destinados a ser lobos, aunque no lo quisieran, no les dieron el beneficio de la duda—Adam trataba de descifrar cada gesto y cada palabra de mi madre.

— Pues, ¿qué te parece? Ahora yo soy un lobo y espero con ansias tener a mi mate, espera lo mismo de Alaska.

— ¿Ella ya es...?

— No—responde mi hermano sin más, presenciando el suspiro de alivio de mi madre.

— ¿Creíste que iba a obligar a tu hija a estar conmigo? ¿En serio esperabas que fuera un monstruo? —pregunta Adam con dolor.

— Sé que mi hija tiene el carácter para rechazar algo que no le gusta, pero si dejaba que conviviera contigo, se iba a terminar enamorando de ti y peor aún, la hubieran convertido en un lobo—puedo decir que a pesar de tener todo en su contra, mi madre seguía siendo valiente.

— ¡Pues así tenían que ser las cosas! ¡Ni siquiera le mencionaste que existía!

— Ella no puede ser un lobo, tiene en gran parte mi sangre y su ADN está muy débil como para soportar todo eso, lo hice por su salud, Adam. Si dejaba que Dominic jugara a los experimentos en mi embarazo, no la hubieras visto nunca nacer.

Adam se giró furioso contra mi padre y él solo estaba estupefacto, al parecer mi madre sabía muy bien el por qué no me quería por aquí.

— Es momento de la pregunta maestra, Selene—hace una pausa y se gira de nuevo hacia ella, con los ojos dorados brillando, listo para transformarse o atacar—, ¿cómo lo hiciste?

— ¿Qué cosa?

— Sabes de lo que hablo, ¿cómo la ocultaste de un alfa para que no pudiera olerla? Porque hasta el día de hoy, ¡sé que es Alaska pero no puedo sentir algo por ella! —estaba furioso, más que eso, se veía peor que la vez en la que mató a lobos frente a mí.

Mi madre negaba, se negaba a decir una sola palabra, pero Adam la miró a los ojos hasta que ella terminó arrodillada y llorando aún más.

— El collar... desde antes de que naciera yo lo ocupaba y me encargaba de que nunca le faltara, jamás se lo quita... y si ella aún lo trae puesto, jamás la vas a encontrar si así lo quiere Alaska.

— Sé quién es, ahora el no poder olerla no será un impedimento para mí, esté donde esté, ya es mía, Selene.

Adam miraba desde arriba tan despectivamente a mi madre que me hizo sentir inferior a mí también, y por primera vez desde que lo conocí, me dio miedo.

— No voy a dejar que te lastimen, Alaska.

— ¿Qué pasa si quiero seguir siendo humana? —estaba demasiado nerviosa y no podía dejar de hacer cualquier tipo de preguntas que se me vinieran a la mente para no quedarnos callados, y a él parecía encantarle mi reacción.

— ¿En serio crees que me importa eso ahora? —pone sus manos en mis mejillas y se ríe, de nuevo.

— ¿Y qué importa para ti ahora?

— No soltarte en toda la noche.

Puse mis manos en su pecho y respiré profundamente intentando tener un poco más de espacio para pensar bien, pero esto solo causó que Adam respirara más fuerte y me pegara más contra el árbol.

— ¿Qué ocurre? —pregunto preocupada, pero junta nuestras frentes y respira profundo.

— No hagas eso, Alaska. Suspiras demasiado fuerte y me estás volviendo loco, y no creo que quieras saber todo lo que deseo hacer ahora.

Abro más mis ojos esta vez asustada y me limito a respirar lo más suave que la lluvia y la emoción me permiten.

— Y ahora... ¿qué sigue?

— Que me dejes intentar algo—sus manos descienden hasta mis caderas y se mantienen ahí firmes.

— ¿Qué? —mantengo mi mirada en su barbilla y cuando lo miro de nuevo a los ojos, se agacha y me besa, no deja de hacerlo y sentirlo... era algo demasiado raro.

Estar con él me provocaba sensaciones demasiado extrañas, pero en serio eran extrañas, no lograba comprenderlas y todo se volvía intenso a otro nivel. Se sentía bien, como nunca había sentido otra cosa así antes.

Cuando nos separamos, mis manos ya estaban tomando sus mejillas y respirábamos algo agitados.

— Quiero que me dejes intentar algo contigo. Déjame acercarme a ti y no escapes de nuevo, Alaska. Quédate conmigo esta noche.

— Antes de aceptar todo eso, necesito arreglar muchas cosas con mi madre, Adam. Voy a ir a hablar con ella—sigo tomando su rostro con mis manos y esta vez él me mira serio pero seguro, decidido.

— No, vamos a ir a hablar con ella juntos.

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